En un pueblo había dos floristerías. Una floristería era grande y se exhibían diversas flores, y la otra era pequeña, pero siempre estaba llena de clientes. Así que la propietaria de la tienda grande tenía envidia de la tienda pequeña.
“No tiene sentido. ¿Qué flores tiene allí para atraer a muchos más clientes?”.
La propietaria no pudo encontrar una razón para la crisis que atravesaba su negocio. Amplió su tienda y exhibió muchas más flores. Durante unos días, algunos clientes más visitaron su tienda, pero pronto volvieron a dejar de visitarla. Ella descubrió mucho más tarde que había algo que la propietaria de la tienda pequeña les estaba dando a los clientes además de flores. Era la flor de la sonrisa de la propietaria.