[Exhibición Tok Tok] Algo encontrado en una tinaja de barro, maíz y jabón

Miembros de Mongolia y Japón visitan la Exhibición “El Sincero Corazón del Padre” y la Exhibición Literaria y Fotográfica “Nuestra Madre”

Corea del Sur

octubre 20, 2024
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¿Cómo percibirán el amor y la dedicación de la generación de los padres, evidentes en la historia moderna y contemporánea de Corea, quienes han nacido y crecido en entornos culturales diferentes? Mongolia, con su larga tradición nómada, y Japón, la nación insular, están geográficamente cerca de Corea, pero presentan grandes diferencias en cuanto a historia y cultura. Como parte del 80.º Grupo de Visita del Extranjero, miembros de estos dos países visitaron Corea y recorrieron la Exhibición “El Sincero Corazón del Padre” en el Templo de la Nueva Jerusalén en Imae, y la Exhibición Literaria y Fotográfica “Nuestra Madre” en la iglesia de Gwanak, Seúl. Por ello, el equipo editorial decidió acompañarlos en la visita. El cielo despejado de octubre les dio la bienvenida.

“Las tinajas de barro bajo tierra servían como refrigeradores. Las madres coreanas almacenaban allí el kimchi y sacaban lo necesario para preparar las comidas”.

Mientras el guía explicaba aspectos de la cultura tradicional coreana, los visitantes escuchaban en silencio. A los miembros mongoles les costó comprender el método tradicional de colgar mazorcas de maíz bajo los aleros para secarlas en otoño e invierno, con el fin de sembrarlas al año siguiente, ya que era algo completamente nuevo para ellos. Permanecieron largo rato frente a la fotografía de una buceadora en la costa, incapaces de apartar la mirada. Era comprensible, considerando su falta de experiencia en la agricultura y en la vida costera. Los miembros japoneses mostraron gran interés en la historia del milagro del río Han, que hace referencia al desarrollo económico de Corea entre las décadas de 1960 y 1990.

Aunque las obras y objetos les resultaban desconocidos, los miembros de ambos países pronto reconocieron algo que no les era ajeno: el amor que han recibido de sus padres desde la infancia.

“La historia del padre que elaboró jabón para su hija y su nieto, que sufrían de problemas en la piel, fue la que más me impactó. Incluso al borde de la muerte, se esforzó por su hija y su nieto. En ese acto sentí el amor de un padre. Creo que el amor reflejado en la obra es el sincero corazón que todos los padres tienen por sus hijos”. Ueno Riho, desde Fukuoka, Japón

“Aunque los objetos exhibidos eran muy distintos de los utilizados por las madres mongolas, pude sentir en ellos el amor de una madre que solo piensa en sus hijos. Me alegró mucho poder comprender, aunque fuera de forma indirecta, cuánto cuidan las madres mongolas a sus hijos y cuánto se han sacrificado por nosotros”. N. Davaasuren, desde Ulán Bator, Mongolia

“Aunque las situaciones de las obras son de otra generación, veía en esos padres a mi propio padre. Él trabajaba y gastaba todo lo que ganaba solo en mí, sin cuidar de sí mismo. Todo el tiempo que duró la exhibición, la calidez de su corazón estuvo presente en mi mente”. Nomintuya, desde Ulán Bator, Mongolia

Los visitantes desempolvaron los recuerdos guardados bajo las capas del tiempo y comenzaron a descubrir, uno a uno, los momentos valiosos que habían compartido con sus padres. Al reflexionar sobre la vida distinta de los padres y madres coreanos, no pudieron evitar pensar en sus propios padres en su país, sintiendo un cálido nudo en el corazón. Quizá sea porque el amor de los padres es universal.

“Cuando vi por primera vez la foto de la buceadora en la playa, solo sentí curiosidad por la escena. Pero al escuchar que mostraba a una madre recolectando mariscos para mantener a su familia, me emocioné profundamente. Pude sentir el amor y la dedicación de las madres en cada obra. Sea en Mongolia o en Corea, las madres son iguales”. D. Tuvshinjargal, desde Zaysan, Ulán Bator, Mongolia

Después de la exhibición, los miembros ya estaban entusiasmados, pensando en cómo compartir esta inspiración con su querida familia de Sion al regresar a casa.

“Mientras recorría la exhibición, me invadió el remordimiento al recordar que nunca comprendí verdaderamente el esfuerzo y sacrificio de mi padre. Mi padre es un hombre de pocas palabras, por lo que apenas había comunicación familiar y nuestra relación no era buena. Cuando regrese a Japón, llamaré a mi padre. Espero que pronto se organice también una Exhibición del Padre en Japón, para que mi familia pueda comprender su amor”. Takagi Amin, desde Hiroshima, Japón

“Al visitar la Exhibición de la Madre, me prometí recordar los sacrificios de la Madre cada vez que enfrentara momentos difíciles. Hasta ahora, siempre he pensado ‘esto es difícil, aquello es difícil’, sin considerar a la Madre, quien se preocupa por mí más que yo mismo. Como asistente, quiero ayudar a los hermanos de Mongolia a despertar nuevamente al amor de la Madre”. E. Munkhtuvshin, desde Ulán Bator, Mongolia