El Maná y el Día de Reposo

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Cuando los israelitas fueron liberados de Egipto y se dirigieron hacia la tierra prometida de Canaán, tuvieron que atravesar el vasto desierto. El viaje duró cuarenta largos años. El desierto es un lugar árido y desolado, donde escasean el alimento y el agua. Sin embargo, en ese lugar, aproximadamente tres millones de personas y su ganado no pasaron hambre durante esos cuarenta años. Fue verdaderamente un milagro.

Esto fue porque Dios hizo llover maná del cielo para que comieran. El maná caía durante seis días, pero no en el séptimo. Por eso en el sexto día recogían el doble de lo habitual. Durante los cuarenta años que duró el viaje por el desierto, Dios repitió este ciclo semanal del maná para enseñarles un mandamiento: el Día de Reposo, el séptimo día, que el pueblo de Dios debe recordar y santificar.

Hoy, el pueblo de Dios está recorriendo “el desierto de la fe”. La verdad indispensable en nuestro viaje hacia el Reino de los Cielos, la Canaán celestial, es el Día de Reposo. Veamos en la Biblia, la voluntad de Dios que nos quiso enseñar mediante el maná.

El Día de Reposo, una lección viva a través del maná

En la noche del día catorce del primer mes, alrededor del año 1500 a.C., los israelitas celebraron la Pascua. Al día siguiente, el día quince del primer mes, salieron de Egipto, donde habían vivido como esclavos, y partieron para Canaán. Un mes después, el día quince del segundo mes, llegaron al desierto de Sin. La comida que habían traído de Egipto estaba a punto de agotarse. Como no había manera de conseguir alimento en aquel desierto estéril, murmuraron contra Moisés y Aarón, quienes los habían guiado para salir de Egipto.

“Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud. Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.” Éxodo 16:1–5

Dios dijo que haría llover alimento del cielo, y ese alimento fue llamado “maná”. Durante cinco días, Él dio la misma porción de maná para cada uno, asegurando que cada familia tuviera suficiente para sus necesidades diarias. Sin embargo, en el sexto día les dio una porción doble para que pudieran preparar el alimento del séptimo día, en el cual no se caía maná. El maná caía del cielo durante seis días, pero no en el séptimo. Ese ciclo semanal se repitió durante cuarenta años en el desierto. Así, Dios entrenó diariamente a los israelitas para recordar el Día de Reposo, la ley de Dios. Además, estableció el Día de Reposo como el cuarto de los Diez Mandamientos, que dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo.”

“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.” Éxodo 20:8–11

Los Diez Mandamientos que Moisés recibió en el monte Sinaí, desde el primero y hasta el décimo mandamiento, fueron la firme voluntad de Dios, escritos por su propia mano en las tablas de piedra. Entre ellos, el cuarto mandamiento dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo.”

Cuando Dios proclamó los Diez Mandamientos, ordenó que todo el pueblo trabajara durante seis días, y que en el Día de Reposo, el séptimo día, descansaran, no solo ellos, sino también sus siervos, su ganado, e incluso el extranjero que habitara entre ellos. El maná, que descendía del cielo cada día, no descendía en absoluto en el séptimo día. Como este hecho se repitió constantemente durante los cuarenta años de vida en el desierto, el mandamiento del Día de Reposo se arraigó profundamente en la vida del pueblo. De esta manera, Dios enseñó continuamente a los israelitas, por medio del maná, que el mandamiento del Día de Reposo del séptimo día es un mandamiento inseparable del pueblo de Israel.

El Día de Reposo del séptimo día es el sábado.

El Día de Reposo tiene su origen en la historia de la creación. En el principio, Dios creó los cielos, la tierra y todo lo que existe en seis días, y descansó el séptimo día.

“Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.” Génesis 2:1–3

El séptimo día es un día conmemorativo del Creador, y es un día santo que contiene la bendición de Dios, diferente de los demás días. Dios enseñó la importancia del Día de Reposo durante la época del desierto de Israel al no dar maná en el séptimo día, y lo estableció como uno de los Diez Mandamientos, para que su pueblo lo guardara y recibiera bendición. Incluso cuando no recordaban el Día de Reposo y lo quebrantaban, Dios los castigaba sin vacilar y traía desastre sobre ellos; pero también tenía en ello su voluntad y providencia para despertarlos. (Éxodo 31:12–17; Números 15:32–36)

El Día de Reposo es un mandamiento de Dios que su pueblo no debe olvidar mientras recorre el desierto espiritual en su camino de fe en estos últimos días.

Entonces, ¿a qué día de la semana corresponde el Día de Reposo del séptimo día, que es tan importante?

En aquel tiempo, los israelitas se referían a los siete días de la semana como “el primer día, el segundo día, … el sexto día y el séptimo día”. Hoy en día, contamos con una semana de siete días, y podemos comprobar que el séptimo día es el sábado, ya sea por medio de un diccionario, un calendario, u otras fuentes. La Biblia también testifica que el Día de Reposo del séptimo día es el sábado.

“Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana…” Marcos 16:9

Está comprobado históricamente que Jesús resucitó un domingo. Por esta razón, algunas versiones traducidas de la Biblia expresan este pasaje como: “Después de que Jesús resucitó el domingo por la mañana temprano” (Marcos 16:9, NTV). Si el domingo es el primer día de la semana, eso significa que el Día de Reposo no es el domingo. Entonces, ¿qué día es el Día de Reposo del séptimo día según la Biblia? Sin lugar a dudas, es el sábado.

Sin embargo, lamentablemente, el Día de Reposo fue cambiado. Durante la época de Jesús y de los apóstoles, la iglesia guardaba el Día de Reposo en sábado. Pero en el año 321d.C., el emperador romano Constantino emitió un decreto con autoridad imperial, ordenando que todas las personas “descansaran en el venerable día del Sol” (domingo). Desde entonces, el día de adoración fue cambiado al domingo, día dedicado al dios Sol romano. Así, el día de adoración que no está en la Biblia ha sido transmitido a la iglesia hasta hoy.

Algunas personas pueden pensar: “¿Realmente importa si adoramos en domingo o en sábado?” Pero Dios nunca piensa así. Piense en cuánto esfuerzo puso Dios para ayudar a su pueblo a comprender la importancia del Día de Reposo durante su camino por el desierto. Durante cuarenta años, Él les dio maná diariamente, y en el sexto día proporcionó el doble para que pudieran pasar el Día de Reposo del séptimo día solo adorando a Dios, sin hacer ningún trabajo. Como resultado, los israelitas aprendieron la importancia del Día de Reposo, y aun después de entrar en Canaán, continuaron recordando sus mandamientos. Nosotros también debemos recordar el Día de Reposo del séptimo día y guardarlo correctamente, en lugar de ignorarlo.

La consecuencia de despreciar las leyes y los decretos de Dios

Los israelitas guardaron los mandamientos de Dios, incluyendo el Día de Reposo, y fueron bendecidos para entrar en Canaán después de completar su camino por el desierto. Incluso después de entrar en Canaán, recibieron la gracia de Dios cuando obedecían sus leyes. Pero en cualquier época, cuando ignoraban las leyes y los decretos de Dios, no podían escapar de su castigo.

“Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por cuatro, no volveré atrás mi castigo, porque han despreciado la ley de Jehová, y no guardaron sus mandamientos; antes, se fueron tras los falsos dioses, que sus padres siguieron; por eso enviaré fuego a Judá, y consumirá los palacios de Jerusalén.” Amós 2:4–5

“Porque Jehová no pudo soportar vuestras malas obras ni las abominaciones que cometisteis, vuestra tierra es asolada y desierta, sin moradores, como lo es hoy. Por cuanto habéis quemado incienso, y habéis pecado contra Jehová, y no habéis obedecido su voz, ni habéis andado conforme a la ley ni a sus mandamientos, ni a sus estatutos, por eso esta calamidad os ha sobrevenido, como veis hoy.” Jeremías 44:22–23

En los tiempos del Antiguo Testamento, el desastre y la destrucción cayeron sobre aquellos que no guardaron las leyes y los decretos de Dios. Lo mismo sucederá en el Día del Juicio Final. La razón por la que el juicio de Dios vendrá sobre el mundo es porque las personas han pecado contra Él. Dios dijo que su pecado consiste en no haber observado su ley.

“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; … Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara sobre las ciudades fortificadas, y sobre las altas torres. Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; … Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra.” Sofonías 1:14–18

“Y acontecerá que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué anuncia Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios? Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no guardaron mi ley;” Jeremías 16:10–11

La Biblia también dice que aquellos que han pecado contra Dios, es decir, los que no han obedecido sus decretos y leyes, serán borrados del libro de la vida y no podrán entrar en el reino de Dios (Éxodo 32:33; Apocalipsis 20:15). Las leyes de Dios incluyen muchas fiestas solemnes del nuevo pacto y la verdad. Entre ellas está la ley que permite guardar semanalmente el Día de Reposo, el séptimo día.

El Día de Reposo es un mandamiento de Dios que solo pueden guardar los hijos de Dios. Para quienes no creen en Dios, puede parecer un día sin significado, pero para el pueblo de Dios es un día precioso y bendecido. Cuando llegue el séptimo día, el sábado, no vengan a la iglesia solo por costumbre. Vengan con un corazón agradecido y gozoso, dando gracias a Dios por las bendiciones que Él otorga cada Día de Reposo. De esta manera, Dios los bendecirá y los transformará en hijos celestiales hermosos y santos.

La ley de vida otorgada por el sacrificio de Dios, el Día de Reposo

El alma que peca no puede escapar del juicio, pero quien guarda los decretos y las leyes de Dios será salvo.

“El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá.” Ezequiel 18:20–21

Somos pecadores que hemos sido enviados a la tierra como consecuencia de haber cometido el pecado mortal en el cielo (Romanos 6:23). Pero Dios tuvo compasión de nosotros y vino a esta tierra para redimirnos de nuestros pecados, estableciendo la ley de salvación del nuevo pacto mediante su sacrificio en la cruz. Quienquiera que la guarde puede recibir el perdón de los pecados y regresar al reino eterno del cielo. Esta providencia de Dios se manifiesta en el nuevo pacto. El Día de Reposo también es una ley de vida del nuevo pacto que Dios estableció para salvar a los pecadores destinados a morir.

Reflexionemos sobre el profundo deseo de Dios de que recibamos el perdón de los pecados y la salvación. No guardar el Día de Reposo, que Dios estableció para salvar nuestra vida, equivale a profanar a Dios.

“Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio; y de mis días de reposo apartaron sus ojos, y yo he sido profanado en medio de ellos. … Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia cabeza, dice Jehová el Señor.” Ezequiel 22:26–31

La tierra en la que vivimos es solo un planeta insignificante, como un grano de polvo, en el vasto e infinito universo. Sin embargo, Dios, que gobierna todo el universo, dejó de lado toda su gloria y poder celestial, y vino a esta humilde tierra, vistiendo un cuerpo humano. Aunque nadie lo recibió y solo recibió calumnias y burlas, silenciosamente cargó con el peso de la cruz y estableció la verdad del nuevo pacto. Todo esto fue para nuestra salvación.

Los que desprecian y consideran sin importancia las leyes del nuevo pacto que Dios estableció mediante su sacrificio ya no les queda más oportunidad de salvación. Esta tierra es el último lugar donde podemos arrepentirnos, y las leyes del nuevo pacto son el último medio con el que podemos hacerlo. Dios ha puesto en sus leyes y decretos todo el camino para que los pecadores celestiales puedan arrepentirse y regresar al reino eterno de los cielos, pero si los desprecian y no los guardan, no habrá manera de escapar del juicio.

Todos los hijos de Sion deben prestar aún más atención a la palabra de Dios y guardar con mucho cuidado sus decretos y leyes. El pueblo de Israel fue entrenado directamente por Dios para guardar el Día de Reposo, el séptimo día, durante cuarenta años en el desierto. De igual forma, nosotros, que andamos en el camino de la fe en el desierto espiritual, seguimos aprendiendo las reglas del Día de Reposo del nuevo pacto de parte de nuestro Padre y Madre Celestiales. Nuestro Padre, que vino por segunda vez a este mundo que había perdido la verdad, restauró las leyes del nuevo pacto para sus hijos mientras recorría el camino del evangelio durante 37 años. Y nuestra Madre Celestial está con nosotros en este mismo momento, guiándonos en la verdad de la vida.

Desde la creación hasta hoy, Dios Elohim nos ha enseñado personalmente a guardar el Día de Reposo. Hasta el momento en que lleguemos a la Canaán celestial, el reino de los cielos, recordemos y santifiquemos el Día de Reposo del séptimo día, para que podamos disfrutar del descanso eterno.