El pastor y las ovejas
B. Jargalsaikhan, desde Erdenet, Mongolia
Muchos de nosotros, los mongoles, nos dedicamos a la ganadería. En una vasta pradera, criamos juntos cinco tipos de ganado: vacas, caballos, ovejas, cabras y camellos. Entre ellos, nos dedicamos más a las ovejas. Una familia tiene aproximadamente más de mil ovejas. Cada oveja es de diferentes colores: blanco, negro, marrón, salpicado, etc.
Nací siendo hijo de un pastor. Pasé mi infancia en el distrito de Bayanmonkh, provincia de Khentii, hasta que vine a la ciudad de Ulán Bator para ingresar a la universidad. Normalmente vivía separado de mis padres para ir a la universidad; durante mis vacaciones de verano, regresaba a mi casa en el campo y tendía a las ovejas en el pasto, siguiendo a mis padres que son pastores. A través de esta experiencia y estilo de vida, llegué a comprender la increíble providencia de Dios que comparó la relación entre Dios y nosotros con la relación entre un pastor y las ovejas, y a los falsos profetas con lobos.
Las ovejas paren en primavera. Es entonces cuando los pastores están más ocupados. En una familia que tiene muchas ovejas, más de quinientas ovejas dan crías. En ese momento, los pastores deben reducir su sueño y tienen que entrar y salir frecuentemente de los establos para examinarlos. Esto es porque no saben cuándo la oveja podría parir a sus crías, y también están preocupados de que los corderos recién nacidos se congelen.
Los pastores se esfuerzan por cuidar a sus ovejas, así como aman a sus propios hijos. La mayoría de los pastores se acuerdan de todas las madres ovejas del rebaño y de sus crías. Si hay alguna madre oveja que no cuida bien de su cría, desconociéndolo, el pastor pone a ambos en un establo separado durante cuatro o cinco días. Entonces la mayoría de las ovejas cuidan de sus crías y las alimentan. Si una oveja madre descuida a su cría al final, el cordero llega a morir. En este caso, el pastor alimenta al cordero con leche y lo cría.
Cada mañana, los pastores guían a los rebaños de ovejas a los pastos que están a cinco o seis kilómetros de casa. El enemigo del pastor y las ovejas es el lobo. Los lobos siguen al rebaño como una sombra. Desde el momento en que el pastor sale de casa con su rebaño, una manada de lobos los siguen a lo lejos, trepando colinas y montañas. Si alguna oveja pare a sus crías en el camino y las deja en el campo, los lobos corren inmediatamente hacia ellos, y las aves de rapiña atacan a los corderos. Por esta razón, el pastor les presta mucha atención todo el tiempo.
Cuando el pastor se aleja del rebaño, los lobos inmediatamente vienen y atacan a las ovejas. Estos nunca atacan a una sola oveja. Les muerden la cola, los muslos y detrás del cuello. Los lobos muerden severamente entre cincuenta y sesenta ovejas. Además, las lobas madres hacen que sus crías jueguen con las ovejas heridas para enseñarles a cazar. Al ser desgarradas por todas partes por los lobos, las ovejas apenas pueden moverse y gimen de dolor. Entonces las aves de rapiña vuelan y picotean la carne y los ojos de las ovejas heridas.
Las ovejas originalmente tienen mala visión. Lo que es peor, si quedan ciegas, aunque el pastor se les acerque, intentan huir de miedo porque confunden al pastor con un lobo. Sin embargo, no pueden ponerse de pie. Al ver a la oveja herida, el pastor las llama con un dolor desgarrador. Ya que conocen al pastor y su voz desde pequeñas, al escuchar su voz se sienten aliviadas y lloran lastimosamente. Al bajar de la montaña, llevadas en los brazos del pastor, las ovejas balan con voz débil y temblorosa, como si fueran consoladas a pesar de haber sido heridas y afligidas.
Cuando llega el verano, los pastores guían a los rebaños a los más exquisitos pastizales donde hay suficiente agua y pasto que tanto les gusta a las ovejas, y se quedan con ellas, levantando una tienda. La razón es que las ovejas deben ser bien alimentadas y engordar en julio y agosto, para que puedan pasar sin problemas el otoño, el invierno y la primavera, y soportar el invierno de Mongolia que es excepcionalmente largo e intensamente frío.
No es sencillo cuidar a casi mil ovejas. Todos los días, el pastor va a los campos y a las montañas para buscar a las ovejas dispersadas. Para encontrar a las ovejas, pregunta a todos los transeúntes por el paradero de estas. Cuando encuentra una, no puede contener la alegría y sonríe de oreja a oreja.
El pastor ama mucho a las ovejas. Nunca aparta la mirada de ellas. Las ovejas son animales muy dulces. Los mongoles describen a una persona amable como una oveja. Las ovejas soportan sin quejarse aunque se lastimen o estén heridas. También son fieles. Las cabras van por los caminos peligrosos como les gusta, sin obedecer la dirección del pastor; pero las ovejas escuchan la voz del pastor y lo siguen por donde las guíe. De esta manera, las ovejas siempre siguen al pastor y crecen en su amor.
Así como el pastor tiende a las ovejas en el lugar donde hay mejor agua y pastos, el Padre y la Madre celestiales nos alimentan y nos crían con buenos pastos, que son las palabras de vida. Así como el pastor no duerme hasta muy tarde o hasta la madrugada por los corderos que están por nacer y cuida del establo, nuestra Madre, que nos da a luz, ora por nosotros aun a medianoche y en la madrugada.
El pastor mantiene la mirada en el rebaño y siempre permanece junto a sus ovejas para protegerlas de los lobos que las siguen como su sombra. Es como nuestra Madre celestial que nos cuida como la niña de sus ojos para que no seamos lastimados por los falsos profetas que son como lobos vestidos de ovejas. Así como la oveja que no puede ver cuando las aves picotean sus ojos, y confunden al pastor con un lobo cuando él se acerca, y tiemblan de miedo, los hijos cuyos ojos están espiritualmente cubiertos, no reconocen a la Madre inmediatamente aunque Ella ha venido. Sin embargo, la Madre abraza las almas que han sido heridas por los espíritus malignos que son como lobos, y las sana y se esfuerza por salvar su vida.
La alegría del pastor cuando encuentra a su oveja perdida es indescriptible. La alegría es lo que siente nuestra Madre cuando encuentra a su hijo perdido.
El pastor comparte la alegría, la ira, la pena y el placer de su vida con sus ovejas. Cuando la oveja está saludable y bien alimentada, el pastor se siente realmente contento. Cuando la oveja está enferma, el pastor se siente desconsolado. Cuando no hay pastos para alimentar a las ovejas, el pastor se preocupa. Ya que sé un poco más cómo se siente el pastor, ahora entiendo cuánto nos aman el Padre y la Madre, los Pastores de nuestras almas. Seré un hijo fiel y seguiré al Padre y a la Madre celestiales, nuestros Pastores, por dondequiera que me guíen como una oveja. Padre y Madre, los amo mucho.