Desechando la codicia

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“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. […] Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. […]” Gn. 1:27-31

El hombre era una criatura buena en gran manera ante los ojos de Dios. No hay duda de que la verdadera intención (la mente que sigue siendo igual desde el principio) era pura, recta y limpia.

El corazón puro se ennegreció cuando el hombre empezó a tener codicia (afán excesivo por obtener algo). Cada vez que se da lugar a la codicia, desaparece el aspecto principal con el que Dios se agrada.

“Amaos unos a otros, dad gracias en todo, contentaos…”

La palabra de Dios es la guía y la brújula que nos hace recuperar nuestra hermosa conciencia.

Si solo obedecemos la palabra de Dios, podemos recuperar la buena conciencia que Él nos ha dado al principio.

Desechando la codicia, volvamos a nuestro aspecto original en el cielo, lleno de sabiduría, perfecto en todos nuestros caminos, y suficientemente glorioso.