La fe de los oidores y la fe de los hacedores

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En la actualidad existen muchas iglesias, pero la mayoría de ellas no guardan el evangelio del nuevo pacto. Dicen que creen en Cristo e insisten en que pueden ser salvos solo por la fe, pero en realidad no prestan atención a las enseñanzas de Jesús que están escritas en la Biblia, aunque las leen.

Si no ponemos en práctica las enseñanzas de Dios conociéndolas, no podremos comprender su voluntad, que está establecida en sus decretos y estatutos. Nuestro conocimiento se llama teoría, y nuestra obra es la práctica, según los principios de este mundo; el conocimiento sin la obra nunca nos dará un perfecto resultado.

Lo mismo pasa con nuestra fe. Es importante saber, pero es aún más importante hacer. A través de la Biblia, reflexionemos acerca de cuál es la voluntad de Dios que nos dice que debemos tener la fe de hacedores y no solo de oidores.

Los que cumplen el nuevo pacto son bienaventurados

『Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. […] ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? […] Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.』 Stg. 2:14-26

No podemos ser salvos solo por conocer la palabra de Dios, aunque sepamos que el cumplimiento del nuevo pacto nos permite obtener la vida eterna. Si no lo cumplimos, ¿este conocimiento nos llevará a obtener la salvación de nuestra alma? ¡De ninguna manera! No podremos ser salvos solo por la fe, sino por la fe acompañada de obras.

La fe que nuestro Dios quiere que tengamos es la fe de los hacedores. Solo a través de las obras del nuevo pacto recibimos las bendiciones de nuestro Dios.

『Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.』 Stg. 1:22-25

El nuevo pacto nos ha sido dado por Dios; los decretos, la oración, la predicación y el amor fraternal contenidos en él, se pueden comprender solo poniéndolos en práctica. Por tanto, la diferencia entre la fe de los oidores y la fe de los hacedores del nuevo pacto es muy notable.

Aunque una persona tenga un amplio conocimiento de la Biblia y la conozca de principio a fin, este conocimiento no traerá ninguna recompensa a su alma si no lo pone en práctica. Si conocemos los mandamientos de Dios y no los ponemos en práctica, nos enfrentaremos a un juicio peor que el que recibirán los que nunca los han conocido (Lc. 12:47-48).

Los justos andarán por los caminos de Dios

No debemos ser tan solo oidores de la palabra de Dios, sino practicantes de ella hasta en la más mínima enseñanza de la fe. Solo el pueblo de Dios cumple sus palabras con gozo.

『¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos.』 Os. 14:9

Los pecadores tropiezan y caen en el camino de Dios porque se les hace muy pesado ponerlo en práctica, pero los justos que recibieron la bendición del perdón de pecados caminan por esa senda con gozo. Así como podemos entender la bendición del decreto del día de reposo y a través de su cumplimiento lo guardamos con gozo y alegría, igual sucede con la predicación; porque a través de la predicación sentimos un gozo inexplicable, observando cómo las almas crecen y llegan a ser verdaderos hijos de Dios. Esto nos hace predicar constante y voluntariamente la palabra de Dios; sin predicar ninguno puede experimentar ese gozo y alegría.

Los mandamientos del nuevo pacto ordenados por Dios pueden ser guardados por todo el que quiera. Solo los que tengan la voluntad de guardar los mandamientos de Dios recibirán la bendición; pero los que vacilen en guardar las palabras de Dios excusándose en la edad, el género, la situación, etc., la perderán. Solo gastaremos nuestra vida en las vanidades de este mundo sin ver y comprender el valor de Dios que nos dio el nuevo pacto.

Si queremos comer del fruto del árbol de caqui, necesitamos esforzarnos en preparar la vara con que lo sacaremos y la escalera con que subiremos al árbol. Si solo queremos esperar hasta que el caqui caiga, sabemos que eso nunca pasará. No debemos decir: “Quiero comerlo, pero no quiero esforzarme por lograrlo”.

En el camino del evangelio, aunque se encuentren muchas dificultades, el camino se despeja cuando tenemos la voluntad de seguir las palabras de Dios. ¡Por favor hermanos, oren y supliquen a Dios! Porque la oración es la que nos permite recibir el poder del Espíritu Santo para poder luchar contra las asechanzas de Satanás y cumplir la voluntad de Dios (Mr. 9:28-29). Si nos esforzamos en la oración con fe firme en ella, no nos daremos por vencidos ante ninguna dificultad y al final obtendremos grandes bendiciones.

Vayan a todas las naciones y prediquen el evangelio

Los verdaderos cristianos no son solo los que conocen el sacrificio de Jesucristo que vino a la tierra para salvar al mundo, sino los que lo siguen. Jesús nos ha dado el ejemplo para que lo sigamos, y Dios Elohim, el Espíritu y la Esposa, hasta ahora están mostrándonoslo.

Ahora es el momento de salvar al mundo. Pero si nosotros, los protagonistas de las profecías, sabiendo que nos esperan las profecías de esta época, no seguimos la voluntad de Dios ni la cumplimos, ¿cómo se llevará a cabo la obra del evangelio?

Tenemos una misión dada por Dios para esta época.

『Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.』 Mt. 28:18-20

Las palabras anteriores son la orden de Dios que debemos cumplir. No debemos esperar ligeramente el advenimiento del Padre, sin tener una voluntad, un plan y esfuerzo para cumplir esa palabra de Dios, sino que debemos dedicarnos a cumplir las profecías para que nuestra salvación se realice pronto.

Dios no nos manda a hacer lo que no podemos hacer con nuestras fuerzas, sino que nos ordena ir después de preparar todas las condiciones a nuestro favor para que el evangelio sea testificado en Samaria y hasta lo último de la tierra.

El hecho de que Corea, el país más pobre del mundo en las décadas de 1950 y 1960, presentara un exitoso desarrollo en su economía, es una obra de Dios para que se difundiera el evangelio a todo el mundo. Para que podamos transmitir el evangelio del nuevo pacto en Samaria y hasta lo último de la tierra, Dios está volviendo todas las situaciones a nuestro favor. Por consiguiente, se abrirá un camino despejado delante de nosotros si marchamos al mundo confiando en el poder de Dios en el momento en que Dios nos diga: “Id”.

『Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.』 Mt. 24:14

Ya Jesús predijo hace dos mil años que el evangelio del reino de los cielos sería predicado a todo el mundo para testimonio a todas las naciones, y como se dice que “la siembra y la cosecha tienen su tiempo”, las profecías tienen su propio tiempo de cumplimiento. En esta época se cumple la profecía de Mt. 24:14. ¡No perdamos la oportunidad y cumplamos la profecía!

Vayamos a todo el mundo con fe sin excusarnos en las situaciones y condiciones, creyendo que todas las palabras de Jesús han de cumplirse y que nos traen bendiciones. En los equipos misioneros que salieron a los países del extranjero confiando en el poder de Dios, se hace visible el camino que Dios ha preparado ante ellos, y que les ha permitido dedicarse a la predicación del evangelio del nuevo pacto. Por eso, alumbran la luz de la vida aun en tierras desconocidas, y muchos pueblos que moraban en tierra de sombra y de muerte reciben con gozo a Dios, que es la luz verdadera. Este resultado no se habría logrado si no hubieran puesto en práctica la palabra de Dios: “Id, y haced discípulos a todas la naciones”, después de oírla.

Amonesten al mundo de parte de Dios

Sabemos muy bien que debemos participar en la obra del evangelio que salva al mundo. No hay que ser oidores sino hacedores; para eso tenemos que esforzarnos diariamente en la oración, para poseer la fuerza espiritual y poder cumplir la voluntad de Dios.

『Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar. […] Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. […] Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.』 Ez. 3:10-27

A nosotros nos es dada la misión de amonestar al mundo de parte de Dios. No necesitamos preocuparnos porque no nos escuchen las personas de corazón duro. Con respecto a la salvación de Dios, no debemos juzgar nada. Hay que entregar el evangelio a todas las personas sin importar si nos escuchan o no. Entre ellos habrá algunos que vuelvan a Dios y otros que simplemente lo escucharán.

En muchas ocasiones en la predicación, había personas que al parecer estaban interesadas en el evangelio pero que en realidad no lo estaban; y por el contrario, los que en un principio no mostraron gran interés, recibieron la palabra y volvieron a los brazos de Dios. También vemos a muchos que vuelven a Dios por la predicación de una sola persona.

Dios no nos dio la misión de la predicación para que la entreguemos solo a los que parecen prestar atención a la palabra, tampoco a las personas juzgadas a simple vista por nuestro pensamiento: “¿Será este un hijo de Dios o no?” Lo que debemos hacer es predicar incansablemente, dejando el resultado de nuestro esfuerzo en las manos de Dios. Como consecuencia de seguir las palabras de Dios, volverán a él muchas almas que habrán comprendido el evangelio, y podremos glorificar a Dios y por esto recibiremos muchas bendiciones.

『Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.』 Ez. 11:19-20

Dios dijo que nos haría acelerar la predicación del evangelio en su debido tiempo, dándonos un solo corazón. Esto significa seguirlo por dondequiera que vaya, en otras palabras, tener el mismo corazón de Dios y hacerlo todo junto a él.

Ahora es el momento en que se cumple esta profecía. Como la palabra dice que todo tiene su tiempo y su hora, no hay que ser tardos después de que todas las profecías sean cumplidas, sino hagámonos partícipes ahora en la obra del evangelio, para salvar al mundo sin perder la oportunidad bendita que nos da Dios. Espero que prediquemos el evangelio del reino a todas las naciones, con el mismo corazón de Dios, que no quiere que ninguno perezca y que espera que recibamos las recompensas y bendiciones que él nos da según nuestras obras.