Hace unos 2500 años, había un monarca de un pequeño país en China. Tenía una preocupación: su pueblo a menudo cruzaba las fronteras a los países vecinos, por lo que la población y los ingresos fiscales se reducían. Cuando Confucio fue a visitarlo con sus discípulos, el monarca le preguntó, confiando sus problemas:
—Maestro, las personas huyen día tras día. ¿Construyo una gran muralla para detenerlos?
—Si usted complace a los que están cerca, incluso los que están lejos se acercarán —respondió Confucio.
Quiso decir que si el monarca complacía a su pueblo gobernándolo bien, se difundiría la noticia a los países vecinos e incluso las personas que vivían lejos vendrían al país.
Ahora su principal prioridad es valorar y tratar bien a las personas que lo rodean, así como a sus padres, hijos, hermanos, cónyuge, amigos y colegas. Si no los pierde, también puede mantener una buena relación con nuevas personas.