Alzan unánimes la voz en oración a Dios

Hechos 4:1-31

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Mientras proclaman a Jesús, Pedro y Juan son capturados por los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo y los saduceos.

Aunque son amenazados para que en ninguna manera hablen ni enseñen en el nombre de Jesús, predican valientemente la voluntad de Cristo. Los gobernantes los dejan ir, sin hallar ningún modo de castigarlos.

Y puestos en libertad, Pedro y Juan regresan con sus compañeros y cuentan todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les dijeron. Y ellos, oyéndolos, alzan unánimes la voz en oración a Dios.

“Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra. Cumple la obra sagrada mediante el nombre de Jesús”.

Cuando oran, el lugar en que están congregados tiembla; y todos son llenos del Espíritu Santo, y hablan la palabra de Dios con valentía.

Es fácil decepcionarse y desanimarse cuando nos encontramos con una situación temible, y a veces nos quejamos buscando un culpable. Sin embargo, los santos de la iglesia primitiva tomaron la decisión de alzar unánimes la voz en oración a Dios cuando se enfrentaron a una dificultad.

Si nos hemos topado con un problema que bloquee el camino del evangelio, alcemos unánimes nuestra voz en oración a Dios. Como los santos de la iglesia primitiva oraron con un mismo sentir, fueron llenos del Espíritu Santo y hablaron la palabra de Dios con más determinación, se nos permitirá el Espíritu Santo para superar la situación difícil y avanzar grandes pasos en el camino del evangelio. En el lugar donde oramos, Dios obra.

“[…] si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” Mt. 18:19-20