Durante un viaje, un transbordador lujoso golpeó una roca y se hundía poco a poco. Como los botes de rescate no eran lo suficientemente grandes como para llevar a todos los pasajeros, se dio prioridad a los niños pequeños y a las mujeres para que abordaran los botes.
Una aristócrata que pudo conseguir un asiento en el bote, de repente se puso de pie como si recordara algo y corrió al transbordador. Un miembro de la tripulación gritó sorprendido:
—¡Señora, debe regresar en cinco minutos!
Ella corrió a un camarote, tomó su cofre y estaba a punto de regresar al bote salvavidas. Entonces quedó boquiabierta, sorprendida; vio toda clase de tesoros esparcidos por todas partes en el camarote. Estando muy ocupada recogiéndolos, el bote se alejaba cada vez más del transbordador.