Dios no quiebra la caña cascada
Kim Tae-hui, desde Cheongju, Corea

Conocí a Dios cuando estaba atravesando muchas cosas. No sé qué habría sucedido con mi alma si Dios no me hubiera extendido sus manos; no quiero ni pensar en ello.
Estaba agradecida de poder sonreír de nuevo después de conocer a Dios, pero el corazón del hombre es muy astuto. Pronto la nueva fuerza que había recibido a través de la bendición del Padre y la Madre celestiales empezó a agotarse, mientras era atormentada por las tentaciones y las tormentas del mundo.
Fue la palabra de amor de Dios la que salvó mi alma moribunda.
“La caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio.” Mt 12:20
“¡Ah! ¡Yo era la caña cascada! ¡Yo era el pábilo que humea!”.
Como una caña, mi alma vacilaba de un lado a otro y estaba muy cascada. Como un pábilo que humea, si me dejaban tal como estaba, me podría haber apagado. Pero Dios estaba protegiendo mi alma hasta el último momento. Leyendo el versículo anterior, sentí la gracia y la compasión de Dios por mí; su ardiente amor me sostenía. Estaba apenada y agradecida.
Como Dios no se dio por vencido y me mantuvo a salvo, me gustaría estar al lado del Padre y la Madre hasta el final, reconfortándolos aunque sea un poco.