Dios desea hacernos bien a la postre

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En nuestra vida de la fe, estamos cumpliendo muchos mandamientos y enseñanzas de Dios. Es porque creemos que cada camino por el que Dios nos guía es un camino de bendición para nosotros.

En la Biblia, hay cosas que Dios nos ordena hacer y cosas que nos dice que no hagamos. Si Dios nos ordena hacer algo, debemos hacerlo, y si nos dice que no hagamos algo, no debemos hacerlo. Es porque Dios nos lo ordena para nuestra bendición, ¿no es verdad? Puede que ahora no lo comprendamos completamente, pero si seguimos a Dios obedientemente, podemos recibir todas las bendiciones que Dios ha preparado para nosotros. Examinemos la voluntad de Dios nuevamente a través de la Biblia.

Para a la postre hacerte bien

Cuando Dios ordena algo, los que sigan ese mandamiento ciertamente serán bendecidos. Con nuestros ojos físicos tridimensionales, a menudo no vemos el mundo espiritual. Sin embargo, Dios lo ve todo; maneja y controla los mundos de la cuarta y quinta dimensiones y superiores.

La Biblia es una colección de enseñanzas que Dios nos ha dado, viendo lo por venir desde el principio (Is. 46:10). Si tenemos fe, debemos seguir lo que Dios nos ordena, creyendo que es un camino de bendición que Dios ha preparado para nosotros, por muy trivial que parezca.

“Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre. […] Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; […] Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien.” Dt. 8:1-3, 11-16

Mientras los israelitas caminaban por el desierto, Dios primero los puso en muchas situaciones difíciles y luego les dio lo que querían. Esto se menciona reiteradamente en la Biblia. En ese proceso, hubo algunos factores que los hacían propensos a tener sus propios pensamientos, tales como: “Ese camino parece más fácil que este”, “Esto parece más razonable que eso”. Sin embargo, siguieron el camino que Dios les dijo, y entendieron que Dios los había guiado de esa manera para a la postre hacerles bien.

Dios nos dijo que no olvidemos sino recordemos la historia del desierto. Aquellos que obedecieron la palabra de Dios, creyendo que traería bendiciones, entraron en la tierra prometida de Canaán; pero los que fueron obstinados y desobedecieron la palabra de Dios, murieron en el desierto. Su viaje de cuarenta años por el desierto muestra toda esta historia. Obedecer la palabra de Dios significa elegir el camino de bendición y seguirlo. Nuestra obediencia refleja nuestro compromiso de seguir el camino de la bendición al final.

No es la voluntad final de Dios que suframos. A través del proceso, Dios ve lo que hay en nuestro corazón y nuestra fe y nos bendice al final. No es que Dios no pudiera dar una vida abundante a los israelitas y por eso los guio por el camino del desierto, en lugar de darles mucha agua y comida. Aunque ahora no podemos comprender plenamente por qué Dios nos guía por caminos tan difíciles, por qué a veces nos sobrevienen pruebas y dificultades, cada uno recibirá una corona al final de nuestro viaje; Dios está preparando para nosotros la corona incorruptible de gloria (1 P. 5:4).

Todas estas bendiciones vendrán sobre ustedes si obedecen a Dios

Supongamos que hay un atleta que competirá en los Juegos Olímpicos. ¿Qué pasa si el entrenador le permite comer a su antojo, jugar y descansar cómodamente todos los días? ¿Podrá ganar la medalla que desea en los Juegos Olímpicos? Puede sentirse cómodo y menos cansado en este momento, pero solo terminará en lágrimas, dolor y frustración. Por esa razón, a veces su entrenador o sus padres lo entrenan muy arduamente. Es porque quieren guiarlo por el camino que le trae alegría y gloria al final, no para atormentarlo.

Necesitamos comprender correctamente la voluntad de Dios, que desea que seamos bendecidos al final, y seguir al Padre y a la Madre celestiales por dondequiera que nos guíen, con una fe plena, para que podamos entrar en el eterno reino de los cielos. Como hijos del cielo, pongamos en práctica correctamente todas las leyes, estatutos y reglas de Dios, no solo mirando lo que está frente a nosotros, sino poniendo nuestra esperanza en el inminente reino de los cielos.

“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. […] Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da. Te confirmará Jehová por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Jehová tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán.” Dt. 28:1-10

Todas las bendiciones de Dios vendrán sobre nosotros si obedecemos a Dios. Incluso podemos recibir la bendición de ser puestos por cabeza, y no por cola (Dt. 28:13).

A veces Dios nos ordena hacer varias cosas, para ponernos en una posición en la que podamos ser bendecidos al final. ¿Qué sucede si añadimos nuestros propios pensamientos como: “Esto sería mejor que eso”? Significa que ya hemos perdido una determinada porción de las bendiciones que Dios ha preparado para nosotros. Pido reiteradamente a los hijos de Sion que hagan todo lo que salga de la boca de Dios.

Bendiciones en los mandamientos de Dios

Ahora muchas personas de todo el mundo buscan a Dios y regresan a Sion. Formulan preguntas como: “¿Por qué esta iglesia rinde culto el sábado?”, “¿Por qué las mujeres en esta iglesia usan un velo durante el culto?”, “¿Por qué esta iglesia no tiene cruz?”.

La respuesta a cada una de estas preguntas es una bendición. Cada mandamiento de Dios contiene su bendición. Dios ha establecido sus leyes, estatutos y reglas para dar bendiciones a las personas. Dios ha preparado bendiciones para los que se bautizan, para los que guardan el Día de Reposo y las fiestas solemnes, y también para los que predican el evangelio. Dios derrama grandes bendiciones del cielo sobre aquellos que hacen lo que Él dice, por muy insignificante que parezca.

“[…] Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.” Mal. 3:7-12

Dios también ha prometido bendiciones en la ley de los diezmos y las ofrendas. La razón por la que Dios nos ha mandado guardar sus leyes, estatutos y reglas es para darnos bendiciones al final, jamás para molestarnos o incomodarnos. Siempre debemos recordar que Dios nos ha dado sus mandamientos para bendecirnos.

“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.” Éx. 20:8-11

Dios también nos dio el mandamiento de santificar el Día de Reposo. Es porque desea que los seres humanos, los ángeles que han sido arrojados a la tierra como resultado de cometer pecados en el cielo, se arrepientan y reciban bendiciones celestiales guardando el Día de Reposo que Él bendijo.

El nuevo pacto y las bendiciones prometidas por Dios en Sion

La razón por la cual el Padre celestial vino a esta tierra, también fue para darnos bendiciones. Vino la primera vez para dar a sus hijos, que estaban destinados a la muerte eterna a causa de sus pecados, las bendiciones del perdón de pecados y la vida eterna a través de la verdad del nuevo pacto, y vino a esta tierra en la carne nuevamente con el mismo propósito: enseñar a las personas la forma de recibir bendiciones, restaurando todas sus leyes, estatutos y reglas del nuevo pacto que fueron pervertidos y destruidos.

Dios anunció que bendecirá a los que guarden el nuevo pacto. Confirmémoslo.

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” Jer. 31:31-34

A las personas en el nuevo pacto, Dios les ha dado la preciosa promesa de que será su Dios, que los convertirá en su pueblo y que perdonará sus pecados. Veamos qué otra bendición, además del perdón de pecados, ha prometido Dios a los que moran en Sion.

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.” Sal. 133:1-3

Dios da la bendición de la vida eterna en Sion. Bienaventurados todos los que obedecen la palabra de Dios: los que moran en Sion, los que guardan el nuevo pacto, los que guardan el Día de Reposo, etc. No debemos olvidar este hecho. Dios nos da la bendición de la vida eterna cuando obedecemos su mandamiento: “Vengan a Sion”. Nos concede la bendición de entrar en el reposo eterno como el pueblo santo del cielo cuando obedecemos su mandamiento: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”. También podemos confirmar este asunto en la Biblia.

No debemos ser necios y alejarnos de la palabra de Dios o descuidarla. Desobedecer la palabra de Dios no es diferente de rechazar las bendiciones de Dios. La palabra de Dios no es algo que podamos obedecer o desobedecer. Todas las bendiciones que Dios nos da a través de su palabra son necesarias para que podamos ir al reino de los cielos.

En Génesis, vemos que cuando Jacob regresaba a casa, luchó con Dios por una bendición durante toda la noche en el vado del Jaboc, a pesar del insoportable dolor del descoyuntamiento de su muslo. Entonces Dios le dio el nuevo nombre de “Israel”, que significa “el que lucha con Dios y vence”. Dios le dio el nombre a Jacob, ya que no perdió su bendición incluso en su aflicción (Gn. 32:22-32).

Piensen nuevamente por qué Jacob se esforzó tanto por recibir la bendición de Dios, incluso en medio del sufrimiento. Debemos tener en cuenta que cada palabra de Dios contiene su voluntad de que seamos bendecidos al final. Solo los que obedecen completamente la palabra de Dios pueden regresar a su eterno hogar celestial.

Bendiciones eternas a través de la predicación del evangelio

Dios nos ha mandado: “Sean mis testigos en Samaria y hasta lo último de la tierra”, “Prediquen la palabra”. Veamos qué bendición ha prometido Dios a los que predican el evangelio.

“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.” Dn. 12:1-3

Como se indicó anteriormente, los que enseñan la justicia resplandecerán como las estrellas a perpetua eternidad. Para darnos esta gran bendición, Dios nos ha confiado la tarea de predicar el evangelio (1 Ts. 2:4). ¿Creen que Dios nos ha confiado esta tarea, a seres sin valor, porque no puede hacerlo Él mismo? Dios puede reunir a sus hijos de todo el mundo en Sion de una vez, con su palabra. Sin embargo, Dios nos ha confiado esta tarea a nosotros, porque quiere que seamos bendecidos.

Hemos llegado a saber que la palabra de Dios siempre trae bendiciones. Para darnos bendiciones, Él vino a esta tierra y estableció el nuevo pacto hace dos mil años. Sin embargo, Satanás el diablo cambió los tiempos y las leyes establecidas por Dios para quitarnos las bendiciones de Dios. Para abrirnos el camino de la bendición restaurando la ley del nuevo pacto, Dios vino a esta tierra nuevamente, ¿no es así? Hemos recibido a Dios en Sion. Creemos en el Padre celestial Ahnsahnghong y en la Madre celestial Nueva Jerusalén, el Espíritu y la Esposa, que han venido a esta tierra según los testimonios de la Biblia y los profetas, y seguimos el camino por el que nos guían.

Así como los israelitas hicieron el viaje por el desierto, ahora estamos haciendo nuestro viaje de la fe en el desierto espiritual. Dios dijo que los guio hasta el desierto para probarlos y para saber lo que había en su corazón. Dios no siempre nos da felicidad y paz, sino que a veces nos lleva a una tierra desierta sin comida ni agua y nos da circunstancias en las que nos faltan muchas cosas que necesitamos. Sin embargo, finalmente entenderemos que Dios nos ha guiado por todo el camino para que podamos ser bendecidos a la postre.

Los hijos redimidos de Dios lo siguen por dondequiera que va (Ap. 14:4). El motivo por el que pueden seguir a Dios por dondequiera que los guíe, es que creen que cada palabra de Dios los conduce por el camino de la bendición. No hay razón para cuestionar la palabra de Dios. La obediencia a la palabra de Dios siempre conduce a la bendición. Les pido sinceramente a ustedes, miembros de Sion, que una vez más graben este hecho en lo profundo de sus corazones y que siempre pongan en práctica la palabra de Dios, para que todos puedan entrar en el eterno reino de los cielos.