¿Cuál es el factor del crecimiento de la iglesia entre la autoridad y el amor fraternal?

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Todos ustedes en Sion probablemente esperan que el evangelio del nuevo pacto se expanda rápidamente y la Iglesia de Dios, que él compró con su propia sangre, crezca rápidamente y se multiplique. Para esto todos los miembros de la iglesia oran de común acuerdo y tratan de hacer lo que le complace a Dios. Gracias por todos sus esfuerzos.

El crecimiento de la iglesia no solo significa su expansión externa, como el aumento del número de sus miembros y la ampliación de sus construcciones. Cuando cada miembro de la iglesia establece la correcta actitud de fe en Dios, puede decirse que alcanzó su verdadero crecimiento. Ahora, consideremos cuál es la manera práctica de conseguir el verdadero crecimiento significativo en la iglesia, a través de la historia de la iglesia primitiva descrita en la Biblia.

El extraordinario crecimiento de la iglesia primitiva

Fue el Espíritu Santo que Dios derramó lo que contribuyó enormemente al crecimiento de la iglesia primitiva. Aquí, necesitamos considerar qué actitud mental tenían los santos, que causó que el Espíritu Santo trabajara continuamente y sirviera de móvil para el crecimiento de la iglesia. La historia del crecimiento del evangelio registra que el crecimiento de la iglesia viene del amor fraternal, no de la autoridad. En el libro de Hechos, encontremos la razón fundamental para el crecimiento de la iglesia primitiva, a fin de poder expandir rápidamente el evangelio en estos días.

『Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. […] Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: […] Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación. Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.』 Hch. 2:1, 14, 39-41

El día de Pentecostés, diez días después de la ascensión de Jesús, los apóstoles, incluyendo a Pedro, fueron llenos del Espíritu Santo y predicaron las buenas nuevas. Como resultado, tres mil personas recibieron a Cristo en un solo día. Este fue un evento milagroso, considerando que solo 120 discípulos se reunían y oraban en el aposento alto de Marcos en ese momento.

Día tras día, el número de personas que recibían a Cristo se incrementaba enormemente.

『Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.』 Hch. 4:4

『Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.』 Hch. 6:7

En Hechos 4, los varones que creyeron fueron como cinco mil. Sin embargo, Hechos 6 solo registra que el número de los discípulos se multiplicaba grandemente y que muchos sacerdotes obedecían a la fe, en lugar de mencionar su número real. Podemos imaginar que su número sería bastante grande. Además, el evangelio se expandió rápidamente desde Jerusalén a toda Judea, Samaria, y hasta lo último de la tierra.

La causa del crecimiento de la iglesia primitiva

Hubo un importante factor en el rápido crecimiento de la iglesia primitiva. Este factor fue que los santos proclamaron valientemente el evangelio sin temor, a pesar de las dificultades y persecuciones.

『Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad. Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.』 Hch. 5:40-42

Los santos de la iglesia primitiva eran perseguidos todos los días a causa del nombre de Cristo. No obstante, no dejaban de proclamar su nombre y de predicar el evangelio. Como resultado, pudieron llevar mucho fruto. Ahora, veamos qué clase de mentalidad sirvió de fuerza motora para predicar sin temor el evangelio.

『Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. […] Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.』 Hch. 2:42-47

La iglesia primitiva fue edificada en el fundamento de la palabra de Dios: todos los que venían a la iglesia recibían la bienvenida como hermanos y hermanas espirituales y se mantenían unidos; compartían penas y alegrías, estando llenos de amor; tenían suficiente amor para recibir tres mil o cinco mil personas que entraron a la iglesia en un solo día. Según las enseñanzas de Cristo, complementaban sus deficiencias y se corregían unos a otros cuando estaban equivocados. Se ayudaban mutuamente en el camino al cielo, compartiendo un alegre compañerismo, alabando a Dios y teniendo el favor de todas las personas. Dios añadía cada día a los que habían de ser salvos.

El crecimiento de la iglesia primitiva no fue por la autoridad de los apóstoles como Pedro y Pablo. Todos los santos predicaban valientemente el evangelio, amándose unos a otros fervientemente; esto resultó en un extraordinario crecimiento, tanto interna como externamente. De este modo, la Iglesia de Dios alcanzó su crecimiento, estando llena del Espíritu Santo y del espíritu del amor fraternal. En estos últimos días, la iglesia también tiene que mantener su identidad y tradición sobre las bases del amor fraternal, y no sobre la autoridad, ¿verdad?

El fruto nace con el alimento del amor

El amor es esencial para seguir el camino del nuevo pacto. En el Nuevo Testamento se nos enseña a tener un amor absoluto a Dios y un sincero amor fraternal unos con otros.

『vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. […] Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.』 2 P. 1:5-11

Debemos tener estas palabras en el corazón si queremos llevar mucho fruto y ser dignos de entrar en el cielo. Jesús dijo: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt. 5:20). Todo en la Biblia está escrito para nuestra salvación; y estamos obligados a poner en práctica toda palabra.

Dios nos permite llevar fruto cuando tenemos suficiente amor para cuidar un alma con todo el corazón. Tenemos que predicar el evangelio no con un espíritu de temor sino con un espíritu de amor, es decir, con un corazón lleno de ferviente amor, como si Dios extendiera su mano para salvar a las almas que están muriendo por medio de cada uno de nosotros. Entonces llevaremos muchos buenos frutos.

Si el amor es el principal factor del crecimiento de la iglesia, no ejerzamos autoridad sobre los hermanos de ahora en adelante. La iglesia cuyos miembros dan prioridad a su propia autoridad y no practican el amor, no está totalmente preparada para reunir el trigo en el granero celestial.

Esto no significa que deban ignorar la autoridad de los miembros líderes de la iglesia. Los que rechazan la autoridad son como nubes sin agua (Jud. 1:12). Los santos tienen que respetar a los miembros líderes, y los líderes hacer todos los esfuerzos para llevar a todos los hermanos y hermanas de Sion al eterno reino de los cielos, ayudando a los que están distraídos en su fe por la persecución o por la tentación del mundo. Entonces nuestro Padre y nuestra Madre nos permitirán llevar abundantes frutos del evangelio.

La Biblia nos enseña que podemos ser fructíferos si añadimos a nuestra fe virtud; a la virtud conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Pongamos en práctica esta palabra. Cuando practicamos la virtud, tenemos un completo conocimiento del Padre y de la Madre, poseemos el sincero amor fraternal, y nos volvemos humildes, tiernos y considerados, y podemos hacer que todas las personas de nuestro alrededor comprendan el reino de los cielos. Los que hacen esto son los primeros, y los que no lo hacen son los últimos. Una posición o un ministerio son dados por Dios solo para mantener la armonía y el orden entre los miembros de la iglesia mientras estamos en esta tierra. En lugar de estar sujetos a la posición misma, siempre tenemos que pensar cómo podemos obedecer completamente la voluntad de Dios.

Dios se acercó a nosotros con amor más que con autoridad

Hace tiempo, volví a leer mis antiguas notas de las enseñanzas dadas por la Madre hasta ese momento. La Madre enfatizaba constantemente la importancia del amor a través de sus enseñanzas, diciendo: “Amaos unos a otros”, “Consideren a los demás mejores que ustedes mismos, y todo saldrá bien”. Meditando en las palabras de la Madre, me arrepentí de no haber obedecido completamente sus palabras y de no haber alcanzado el nivel que Dios quería que alcanzara.

Aun cuando traicionamos el amor de Dios y nos convertimos en pecadores, él derramó su amor infinito en los corazones de todos nosotros.

『y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.』 Ro. 5:5-8

Ya que Dios tuvo un amor supremo por nosotros los pecadores, que pecamos y fuimos expulsados del cielo, se puso la ropa de la carne, se hizo menor que los ángeles, fue tratado peor que un ladrón asesino y fue perseguido, lejos de ser tratado como aquel que tenía toda la autoridad. Él soportó todo eso por nosotros. El evangelio es el fruto del amor de Dios. Por eso el evangelio puede crecer con el alimento del amor, amor por Dios y amor por los hermanos por quienes Dios derramó su propia sangre.

El amor es el cumplimiento de la ley (Ro. 13:10), y sin amor nada somos (1 Co. 13:1-3). Cuando estemos llenos del amor verdadero y sincero que nuestro Padre y nuestra Madre nos han mostrado, el evangelio se expandirá rápidamente.

『Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.』 Ef. 3:14-19

『sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. […] si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.』 Ef. 4:15-24

Cuando nuestra fe está basada en el amor, lleva el fruto del amor. Dios vino a esta tierra no para ejercer su poder y autoridad, sino para servir y salvar a la humanidad a través de sus palabras de la verdad; estaba preocupado por ellos y se compadeció de ellos, y no los dejó morir. Nosotros amamos y adoramos a Dios a causa de su amor infinito por nosotros, su amor sacrificado que conmueve nuestro corazón, y no debido a su majestad y autoridad.

Pareciéndonos al amor de Dios, tenemos que amar a nuestros hermanos y hermanas. Comprendiendo cuán grandioso, amplio, y profundo es realmente el amor de Dios, llenemos nuestros corazones con su amor y pongámoslo en práctica.

La hermosa unidad de los hermanos de Sion

Hay tres elementos esenciales para nuestra vida religiosa. Son la fe, la esperanza y el amor. La fe y la esperanza nos guían hasta cierto momento, pero no nos sustentan para siempre. La fe se confirma y la esperanza se completa cuando alcanzamos el reino de los cielos; ya no necesitaremos ni la fe ni la esperanza en el cielo. Sin embargo, el amor durará para siempre, el amor entre el Padre y la Madre celestiales y sus hijos continuará aún en el cielo. Por eso la Biblia dice que el mayor de estos tres es el amor.

La Biblia da todas las respuestas. El libro de Salmos nos da una respuesta a esta pregunta: “¿Qué debe hacerse en Sion para la culminación del evangelio?”

『¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! […] porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.』 Sal. 133:1-3

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Esto es lo que Dios mismo siente con respecto a la unidad. De este modo, el amor fraternal es lo que más conmueve a Dios, y esto es esencial en Sion, como está profetizado.

Ahora el número de miembros de nuestra iglesia se ha incrementado rápidamente, y se construyen o se extienden más iglesias sucursales cada vez más grandes. Bajo esta situación, muchos de nuestros miembros reciben algunas posiciones en la iglesia. Ya que tenemos posiciones más altas de liderazgo, tenemos que prestar más atención a la palabra de Dios y practicar más el amor. Lo importante no es nuestra posición, sino cuánto predicamos el amor de Cristo y lo practicamos. Si la iglesia crece solo numéricamente, sus miembros podrían ejercer involuntariamente autoridad unos sobre otros y la iglesia podría caer en la trampa de Satanás; como resultado, el evangelio podría estancarse por algún tiempo. Sin embargo, si concentramos nuestra mente en salvar un alma con amor sincero por él, entonces ciertamente Dios abrirá la puerta del cielo para nosotros.

Es posible que solo hayamos corrido en línea recta hasta ahora. Es momento de mirar a nuestro alrededor. Dondequiera que estemos, adondequiera que vayamos, tenemos que practicar el amor de Dios, a fin de que todas las Iglesias de Dios del mundo emitan el dulce aroma de Cristo, la fragancia de amor. Según las enseñanzas bíblicas, debemos ser auto controlados y tolerantes para la gloria de nuestro Padre y nuestra Madre, guiando a los que se extravían del camino de la verdad a recobrar los sentidos, comprendiendo sus errores.

La Iglesia de Dios no es guiada y sostenida por la autoridad de una persona, sino por la unidad y el amor entre sus miembros. Siguiendo todas las enseñanzas de nuestro Padre y nuestra Madre, alcancemos la hermosa unidad a través del amor fraternal y vivamos una vida digna del evangelio.