El pueblo de Dios que guarda las fiestas solemnes de Dios, puede comprender la providencia de Dios contenida en las fiestas y también el amor de Dios que no escatima dolores para salvar las almas de sus hijos. Por eso, ellos aman los mandamientos de Dios más que el oro muy puro y los guardan sagradamente (Sal. 119:127, 50:5).
El Día de Reposo, una de las fiestas solemnes descritas en la Biblia, es un día en que debemos conmemorar a Dios como el Creador que hizo todas las cosas, y adorarlo. Dios completó su obra de creación de seis días y descansó el séptimo día. Después, bendijo el séptimo día y lo santificó. En los tiempos de Moisés, Dios ordenó a su pueblo: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”, como el cuarto de los diez mandamientos. Esto es porque el Día de Reposo es un día que Dios bendijo, y un día para que su pueblo conmemore el poder del Creador (Gn. 2:1-3, Éx. 20:8-11).
El Día de Reposo no solo se guardaba en la época del Padre sino también en la época del Hijo; en muchas partes de la Biblia podemos ver que Jesús y sus discípulos guardaban la Pascua como su costumbre. Además, el Día de Reposo es un elemento esencial de la fe cristiana, que no debe pasarse por alto. Guardando este santo día, los que adoran a Dios son santificados y llegan a comprender totalmente la providencia de Dios el Creador.
No es exagerado decir que todos los contenidos de la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis explican el proceso de la creación física y espiritual de Dios. Veamos la escena en la que Dios creó todas las cosas, por medio del libro de Proverbios que Salomón escribió siendo inspirado por el Espíritu Santo.
『Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; […] cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres.』Pr. 8:22-31
Salomón dijo que él ya existía antes de nacer en carne en esta tierra, y que se regocijaba en la presencia de Dios cuando él creaba los cielos y la tierra. Entonces, ¿cómo era Dios, a quien Salomón vio antes de la creación del mundo?
『Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.』Gn. 1:26-27
Cuando se realizaba la obra de la creación, Dios el Creador a quien Salomón vio, no era solo uno. La Biblia describe a Dios el Creador en la forma plural “Elohim”, quien creó todas las cosas: la luz y la oscuridad, las aguas debajo de la expansión y las aguas sobre la expansión, la tierra y el mar, los árboles, los animales, etc. En otras palabras, Dios Elohim, que dijo: “Hagamos…”, la imagen masculina de Dios y la imagen femenina de Dios, nuestro Padre y nuestra Madre celestiales, crearon todas las cosas.
Fue Dios Elohim quien creó todas las cosas en seis días y reposó el séptimo día y lo bendijo. Por tanto, los que creen en Dios Elohim los Creadores y los honran, deben recordar el Día de Reposo y guardarlo sagradamente, y también deben darles gracias y alabarlos. Si hacen esto, se convertirán en real sacerdocio y heredarán el reino de Dios como el verdadero pueblo de Dios. A través del Día de Reposo, Dios distingue a su pueblo que reconoce y recibe al Creador, de los que no lo hacen.
El Dios que creó todas las cosas, vino a esta tierra en la carne hace dos mil años. Él era Jesucristo.
『En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios […]. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.』Jn. 1:1-14
El Verbo que era en el principio (el Dios que creó todas las cosas) vino a esta tierra para salvar a la humanidad. Ya que el mismo Creador vino, todos los hombres creados por Él deben agradecerle, glorificarlo y honrarlo. Pero el mundo no reconoció a Dios cuando vino en la carne, sino que lo rechazó. Todas las personas nacidas en esta tierra eran seres espirituales que vieron a Dios crear todas las cosas a su lado, como Salomón, pero ya que ellos nacieron en la carne, sus ojos espirituales fueron cubiertos por el velo de pecado, por esa razón no pudieron reconocer a Dios que vino a esta tierra, ni distinguir si era el que creó nuestras almas o un simple carpintero nacido en una familia de un carpintero pobre.
『Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado.』Mt. 27:24-26
Ellos rechazaron a Dios cuando vino a salvarlos, y no dudaron en hacer cosas malas como escupirle, golpearlo con sus puños, tratar de apedrearlo hasta la muerte y finalmente crucificarlo. ¡Qué malvados y pecadores fueron!
Jesús, la fuente de vida, expió nuestros pecados en la cruz, rompió el poder de la muerte y resucitó tres días después de su crucifixión. Cuarenta días después de su resurrección, Jesús dio a sus discípulos la orden de predicar el evangelio del reino de los cielos en Samaria y hasta lo último de la tierra, y fue llevado al cielo ante sus propios ojos.
『Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.』Hch. 1:6-11
“Este mismo Jesús… así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” Esto significa que Jesús vendrá nuevamente en la carne para que podamos verlo. La misma profecía está escrita en el libro de Hebreos.
『Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.』He. 9:27-28
Ya que la Biblia dice que Dios, quien siempre existe en espíritu, aparecerá por segunda vez, esta es una profecía de que Jesús aparecerá en la carne en su segunda venida, como lo hizo en su primera venida. Hace dos mil años, la mayoría de las personas no reconocieron a Dios que vino en la carne y fueron destruidos. Pero cuando el Creador aparezca por segunda vez, todas las personas deben recibirlo y venir a la salvación.
Dios ha revelado todos los misterios de la Biblia a sus hijos a fin de que no cometan la misma clase de pecados malvados como hicieron los judíos. Prestemos atención a las profecías bíblicas que nos ayudan a reconocer correctamente a Dios que viene a esta tierra por segunda vez.
『Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. […] He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.』1 Co. 15:45-53
Nosotros que estábamos destinados a morir eternamente, seremos transformados en seres inmortales que pueden vivir para siempre, por medio del postrer Adán. Ya que el postrer Adán es un espíritu vivificante, es decir, Dios que puede darnos vida, debemos recibirlo.
『No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.』Ro. 5:12-14
La Biblia describe a Adán que aparece en Génesis como una figura de Jesús. Considerando que los seis días de la creación son una profecía de la obra de la redención de seis mil años, podemos ver que Adán que fue creado al final de los seis días de la creación, representa a Jesús que vendrá en los últimos días, es decir Jesús en su segunda venida. Por lo tanto, a través del primer hombre Adán, podemos reconocer a Dios Padre que vendrá como el Postrer Adán.
El primer Adán tenía su esposa llamada Eva, que daba la vida. Si Adán representa a Jesús en su segunda venida, ¿a quién representa Eva, la esposa de Adán?
Eva, llamada “madre de todos los vivientes” (Gn. 3:20), representa a nuestra Madre celestial que tiene que aparecer en los últimos días a fin de darnos la vida eterna y guiarnos, junto con Jesús en su segunda venida, el postrer Adán. El libro de Apocalipsis habla acerca del banquete de bodas del Cordero y profetiza acerca de la aparición de la Madre.
『¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.』Ap. 19:6-8
『Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte […]. Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,』Ap. 21:1-4, 9-11
『Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.』Gá. 4:26
La Biblia dice que han llegado las bodas del Cordero y que su Esposa (la postrera Eva) se ha preparado, y que ella es la Ciudad Santa, Jerusalén, que desciende del cielo. La “Esposa del Cordero” representada por la Jerusalén celestial, es nuestra Madre.
La Madre celestial es Dios que gobierna la vida de nuestras almas, el Creador a quien Salomón vio en espíritu. La Biblia muestra que las bodas del Cordero han llegado y que nuestra Madre celestial ha descendido a esta tierra, por tanto ya no habrá muerte. A través de este hecho, podemos ver que la vida eterna es dada a través de la Madre.
Nuestro Padre y nuestra Madre celestiales, los Creadores, han venido a esta tierra como el postrer Adán y la postrera Eva, y trabajan juntos hasta que se complete la creación espiritual, según todas las profecías de la Biblia.
『Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.』Jn. 5:16-17
La Biblia muestra que Dios, quien creó los cielos y la tierra en seis días y reposó el séptimo día, aún está trabajando. Esto significa que Él está haciendo la obra de la creación espiritual. Ya que la creación espiritual fue hecha junto con Dios Elohim quien dijo “hagamos”, la creación espiritual se completa tanto por el Padre como por la Madre celestial. Dios Padre y Dios Madre, que existían juntos desde el principio, tienen que aparecer a su tiempo y llamar a sus hijos (1 Ti. 6:15).
『Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.』Ap. 22:17
El Espíritu y la Esposa, Dios Elohim, tienen que venir a esta tierra a fin de darnos la vida eterna y hacernos inmortales con el agua de la vida. Si no los recibimos, nunca podremos obtener la vida eterna. Veamos todos los seres vivientes creados por la voluntad de Dios. Sus vidas físicas no pueden ser dadas solo por sus padres, sino que son formados y completados en el vientre de sus madres. De la misma manera, nuestras almas pueden volver a ser creadas como seres inmortales no solo por nuestro Padre celestial, sino también por nuestra Madre celestial.
Entonces, el Día de Reposo es muy importante para el pueblo de Dios. El Día de Reposo es un día en que adoramos a Dios Elohim quien creó todas las cosas, y es una verdad que nos permite comprender la naturaleza divina de Dios el Creador. A través del Día de Reposo, Dios nos permite conocer que el Padre y la Madre, los Creadores, nos dan las bendiciones del cielo y hacen renacer nuestras almas a través del agua de la vida.
El pueblo de Dios, que honra y adora correctamente a Dios, se deshace de todos sus deseos y preocupaciones mundanos y vienen a Dios Elohim con gratitud y alegría para alabar al Padre y a la Madre celestiales todos los Días de Reposo. Tarde o temprano, el mundo entero responderá el llamado del Espíritu y la Esposa, escucharán sus voces y vendrán al Padre y a la Madre. Hasta que ese día llegue, mostremos en todo el mundo la gloria de Dios Elohim los Creadores, quienes son los Señores del Día de Reposo y nos dan las bendiciones espirituales a través del Día de Reposo, siguiendo la voluntad del Padre y la Madre que nos han llamado primero, como los hijos del cielo.