Guardemos la ley de la vida

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En la vida de David, todos los decretos, estatutos y leyes de Dios eran su delicia. David amó los mandamientos de Dios más que el oro muy puro, diciendo que la ley de Dios convierte el alma y que los mandamientos de Dios alegran el corazón (Sal. 19:7-11).

Como el pueblo de Dios, tenemos que obedecer y guardar todas las enseñanzas de Dios con gozo. Todas las palabras de Dios son provechosas para nuestro espíritu y provienen del inmenso amor de Dios, quien desea darnos la vida eterna, la salvación y la bendición. Espero que toda la familia de Sion ame los mandamientos de Dios y los guarde siendo como David conforme al corazón de Dios (Hch. 13:22).

Entrenando para adaptarnos a un nuevo mundo

Hace poco vi en las noticias de la televisión que un paracaidista con un traje espacial intentó una caída libre desde la estratosfera, más allá de la troposfera, realizando un salto exitoso; esto se convirtió en un tema importante en las noticias internacionales. Es un milagro el mismo hecho de haber intentado saltar desde una altitud de la que nunca antes nadie se había atrevido a saltar, y en un lugar donde la temperatura es notablemente más baja que la de la superficie de la tierra y casi no hay aire .

¿Qué le habría sucedido al paracaidista si hubiera intentado saltar en caída libre sin llevar puesto un traje espacial? Pensemos en los astronautas. Para poder ir al espacio, deben ponerse ropas especiales que los protejan de los peligros del espacio. La tierra tiene aire, y la presión atmosférica adecuada ayuda a que todas las partes del cuerpo mantengan su forma. Sin embargo, no existe presión atmosférica en el espacio, sino solo vacío, lo cual causa un problema al cuerpo humano: los órganos internos del cuerpo se hinchan rápidamente. La tierra también tiene el medio ambiente y la temperatura apropiados para la vida, pero la temperatura del espacio es drásticamente diferente. Por eso los trajes espaciales están hechos científicamente, para ayudar a mantener la temperatura del cuerpo y la presión atmosférica sin importar la diferencia del medio ambiente externo.

En el espacio es imposible vivir de la misma forma que en la tierra. Por ejemplo, la gravedad de la luna solo tiene 1/6 de la fuerza que tiene la tierra, así que si usted salta hasta un metro en la tierra, puede saltar hasta seis metros en la luna. Es por eso que los astronautas, antes de ir al espacio, entrenan para adaptarse a las condiciones de vida del espacio; aprenden a caminar en el espacio en una postura como si nadaran en el agua, y también practican comer y beber a través de una sonda. Es preciso que repitan este curso de entrenamiento hasta estar plenamente capacitados y entrenados, de modo que puedan explorar el espacio adaptándose a la vida espacial cuando lleguen allá.

En cuanto a nosotros, estamos observando la ley de la vida, para poder adaptarnos a la vida en el reino celestial adonde iremos. Los astronautas se ven ridículos al practicar sus caminatas vistiendo incómodos trajes espaciales, pero en realidad están practicando cómo vivir en el espacio. Creer en Dios Padre y Dios Madre, dar gracias, gloria y alabanza a Dios, guardar los decretos, las reglas y leyes de Dios, y obedecer su palabra; todas estas cosas son las que debemos hacer para prepararnos para el reino de los cielos adonde iremos. En Apocalipsis podemos ver a los 24 ancianos y numerosos ángeles que siempre dan alabanza, gloria y gracias a Dios ante el trono (Ap. 4:10-11, 5:11-14). Ya que el reino de los cielos es así, necesitamos guardar las leyes del cielo también en esta tierra, para poder vivir sin ningún problema cuando vayamos allá.

La Biblia dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”, “Celebrad la pascua en memoria de mí”. Cada palabra de la Biblia contiene la voluntad de Dios, quien quiere que entremos en el reino de los cielos, nuestro eterno hogar, y que nos adaptemos a la vida en el cielo. Sin embargo, la gente no sabe esto e insiste en sus propios pensamientos: “No importa qué día rindamos culto, si el sábado o el domingo”, “¿Qué importancia tiene si guardamos la Pascua o no?” ¿Qué pasaría si un astronauta se quitara su traje espacial, pensando: “Este traje es muy grueso e incómodo”, y en su lugar se pusiera su propia ropa de la tierra y así saliera de la nave espacial en pleno espacio? Por eso, la Biblia nos dice que no añadamos ni quitemos de la palabra de Dios, y también dice que el obedecer es mejor que los sacrificios (Ap. 22:18-19, 1 S. 15:22).

Los hacedores de maldad no pueden entrar en el reino de los cielos

Las condiciones de vida en el espacio son completamente diferentes de las de la tierra. Por eso, si usted va al espacio confiando solo en el conocimiento y la experiencia que ha obtenido durante su vida en la tierra, se topará con un problema de inmediato. Del mismo modo, si intenta ir al reino de los cielos solo con su propio sentido común y experiencia de vida en la tierra, se enfrentará a un problema. Debemos seguir exactamente todas las enseñanzas de Dios, quien administra el universo entero; este es el camino de vida y salvación.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” Mt. 7:21-23

Los que practican el desafuero con sus propios pensamientos, son como el necio que va al espacio sin ponerse el traje espacial. Dios nos dice detalladamente cómo ponernos el traje espacial espiritual. No obstante, muchas personas hoy en día ignoran la palabra de Dios mientras dicen “Señor, Señor”, y practican el desafuero con sus propios pensamientos, por lo cual no están aptos para el reino de los cielos.

Aquí necesitamos concentrarnos en la palabra “desafuero”. La palabra “desafuero” implica que existe la ley de vida que debemos guardar. ¿Acaso puede aparecer una imitación si no existe el objeto real? El objeto falso aparece porque existe el objeto real. De igual manera, ya que existe una ley, no guardarla llega a ser un acto de desafuero. Si no hubiera ley, no podría crearse la palabra “desafuero”.

El que quiere ir al reino de los cielos debe aprender la ley del cielo y guardarla también en la tierra. Esta ley está estrechamente relacionada con la salvación, es decir, con el asunto de entrar en el eterno reino celestial. Por eso Dios nos ha enseñado la ley de vida, y rechaza a todos los que no siguen la ley sino que practican el desafuero, diciendo que no son dignos de entrar en el reino de los cielos.

“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.” 1 Jn. 3:4

El pecado proviene del desafuero. Dios ha definido el desafuero como pecado, y ha hecho del reino de los cielos un mundo donde jamás entrarán los pecadores que cometen desafuero. Los mandamientos de Dios contienen la voluntad de Dios de que disfrutemos plenamente de la vida celestial en el eterno reino de los cielos.

“El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” 1 Jn. 3:8-10

Los que pertenecen al diablo son amadores del desafuero, pero el pueblo de Dios no da su corazón a él, aunque la tentación de Satanás suene muy dulce. El mundo de Satanás es un lugar al que pueden adaptarse muy bien los que tienen la naturaleza del pecado. En cambio, el reino de Dios es un lugar donde no hay pecado ni desafuero, sino solo la ley de vida que Dios ha creado; y solo los que están acostumbrados a la ley de vida pueden disfrutar el placer, la gloria y la felicidad en ese mundo.

Por eso la distinción entre los hijos de Satanás y los hijos de Dios se determina según practiquen el desafuero o guarden la ley de Dios. Los peces toman oxígeno a través de sus branquias, por eso pueden respirar cómodamente en el agua; en tierra donde no hay agua, no pueden vivir felices, aunque se desplieguen ante ellos hermosos paisajes. Del mismo modo, los hijos de Satanás siempre viven en el pecado, y los hijos de Dios han sido creados para deleitarse en los mandamientos y leyes de Dios, y se adecúan bien a ellos.

El destino de los que han abandonado la ley de Dios

Los que no son del pueblo de Dios, no pueden ajustarse al reino de los cielos, pero este es el lugar perfecto para el pueblo celestial. Ese mundo será dado a los hijos de Dios que se deleitan en la ley de vida de Dios y la aman más que el oro muy puro. Grabando este hecho en nuestro corazón, debemos impedir que el desafuero entre en nuestra mente. Deseo que siempre se mantengan lejos del pecado y moren en el nuevo pacto, la ley de vida.

“Y acontecerá que cuando anuncies a este pueblo todas estas cosas, te dirán ellos: ¿Por qué anuncia Jehová contra nosotros todo este mal tan grande? ¿Qué maldad es la nuestra, o qué pecado es el nuestro, que hemos cometido contra Jehová nuestro Dios? Entonces les dirás: Porque vuestros padres me dejaron, dice Jehová, y anduvieron en pos de dioses ajenos, y los sirvieron, y ante ellos se postraron, y me dejaron a mí y no guardaron mi ley; y vosotros habéis hecho peor que vuestros padres; porque he aquí que vosotros camináis cada uno tras la imaginación de su malvado corazón, no oyéndome a mí. Por tanto, yo os arrojaré de esta tierra […]” Jer. 16:10-13

Aquí también podemos ver que el pueblo abandonó a Dios y no guardó su ley, y en consecuencia un gran desastre vino sobre ellos. La Biblia nos enseña que no debemos volvernos de los decretos y leyes de Dios. Si hacemos algo aparte de las leyes de vida, esto pertenece al diablo y llegamos a adorar a Dios en vano

“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.” Mt. 15:7-9

Los que siguen los mandamientos enseñados por hombres nunca podrán entrar en el reino de los cielos. Su adoración es completamente en vano. Dios entrena espiritualmente a los seres humanos en esta tierra a través de sus mandamientos, para que puedan vivir en el reino de los cielos eternamente. Sin embargo, Satanás el diablo viene y los tienta para impedirles vivir en el cielo. “Es suficiente con creer en Dios, por eso no hay necesidad de una ley”, “Considerando el número de los que guardan el culto dominical y otras cosas, ¿acaso no es más razonable guardar el domingo?” Con estas astutas palabras, Satanás está engañando a la gente incluso en este instante.

Debemos buscar la gloria de Dios y no la de los hombres, y tener esperanza en la gloria que disfrutaremos en el cielo, en lugar de mirar la gloria de esta tierra. Cuando Jesús fue crucificado por los pecados de toda la humanidad, dos malhechores también fueron crucificados con Él, uno a su derecha y el otro a su izquierda.

El malhechor que estaba a su izquierda insultó y calumnió a Jesús junto con los judíos que estaban a su alrededor. Pero el malhechor de su derecha le rogó: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. Aunque había vivido equivocadamente en esta tierra, estaba ansioso por vivir de manera justa como un hombre arrepentido en el mundo venidero. Por eso, cuando confesó su sincero deseo y su fe en Jesús, Él le prometió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:39-43).

Nuestro Padre nos enseñó que el malhechor que estaba a la izquierda de Jesús solo pensaba en su gloria actual, y el malhechor que estaba a su derecha pensaba en su gloria futura. A ambos se les dio la valiosa oportunidad de encontrar a Cristo, pero sus destinos fueron completamente diferentes; uno de ellos fue a la destrucción por haberse inclinado a la gloria presente, y el otro fue enormemente bendecido gracias a su verdadero arrepentimiento con fe, pensando en la gloria futura.

El necio solo perseguía su gloria presente, pero el sabio buscaba su gloria futura. Debemos pensar en qué clase de gloria y bendiciones recibiremos en el reino de los cielos adonde iremos, en lugar de pensar en cómo disfrutar más que las demás personas de la tierra, y hoy necesitamos vivir una vida más enérgica. Si un astronauta abandona su entrenamiento, tendrá dificultades en todo cuando vaya al espacio. No debemos abandonar los santos mandamientos de Dios sino obedecerlos fielmente, y sobre todo debemos cuidarnos de no cometer desafuero. Si seguimos el desafuero, llegamos a pertenecer al diablo, y si pertenecemos al diablo, no podemos ir al cielo.

Nuestras almas vuelven a crearse por la ley de la vida

Dios nos ha dado la ley de la vida que puede romper el poder del pecado y la muerte. A través de esta ley de vida, Dios nos está volviendo a crear y cambia todos los aspectos de nuestras almas. Es por eso que Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Jn. 5:17). Dios todavía está haciendo la obra de la creación espiritual, para que podamos llegar a la perfección.

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. […] Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” Jer. 31:31-34

Dios dice que pondrá la ley del nuevo pacto en el corazón de su pueblo y que quitará todos sus pecados. Esto significa que los que no tengan esta ley de vida en su corazón, no podrán convertirse en pueblo de Dios. Hoy también estamos siendo creados de nuevo a través de la ley del nuevo pacto en Cristo.

Los decretos, las reglas y las leyes del nuevo pacto que ahora estamos guardando, realmente no son algo pequeño. Ustedes pueden pensar que solo van a la iglesia el Día de Reposo y comen el pan y beben el vino en la Pascua. Pero Dios ahora está volviéndonos a crear, para que podamos nacer de nuevo como nuevas criaturas perfectamente aptas para vivir en el reino de los cielos, aunque no nos demos cuenta.

La ley del nuevo pacto refleja los esfuerzos de Dios por hacernos el pueblo del cielo. Comprendiendo esto, obedezcamos todo lo que Dios nos ha enseñado en la Biblia. Si Dios nos dice que prediquemos, prediquemos. Si Dios nos dice que obedezcamos su palabra, obedezcámosla. Si Dios nos dice que nos dediquemos a la oración, oremos diligentemente. Todo lo que Dios nos dice es para nuestro futuro. Sin olvidar este hecho, pongamos más nuestra mente y nuestro corazón en la gloria que vendrá a nosotros, en lugar de buscar la gloria presente.

Hermanos y hermanas de Sion, pensando en la gloria que disfrutaremos en el reino de Dios, siempre agradezcamos a nuestro Padre y a nuestra Madre celestiales por su gracia, porque Ellos nos han dado la ley de vida y nos han guiado a la verdad para que podamos regresar al cielo, y demos gloria y alabanza al Padre y a la Madre eternamente.