Los secretos del reino de los cielos y el misterio de Dios

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Dios es un tesoro para los que creemos en Él, pero para los que no creen, Él es piedra de tropiezo, y roca que hace caer, y también lazo y red para ellos. En la primera venida de Jesús, había personas como Tomás que ciegamente dudaban de lo que no vieron con sus propios ojos, y algunas personas seguían dudando hasta justo antes de que Jesús ascendiera al cielo en el monte de los Olivos, estando presentes allí llenos de dudas. Sin embargo, también podemos ver en la Biblia que los discípulos como Pedro, Juan y Santiago, reconocieron la luz de la gloria de Cristo y lo siguieron hasta el final.

La Biblia dice: “Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado”, y: “A fi n de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo”. Si consideramos estas palabras, podemos ver que el misterio del reino de los cielos es dado a los que reconocen a Cristo como el misterio de Dios y lo reciben. Como miembros de la familia celestial, prosigamos en conocer a Dios para descubrir todos los secretos del reino de los cielos y vivir siempre bajo la protección de Dios, permaneciendo en sus promesas.

Los misterios del reino de los cielos escondidos en Cristo

“Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.” Mt. 13:10-13

Jesús dijo que hay personas a quienes les es dado saber los misterios del reino de los cielos, y aquellos a quienes no les es dado. ¿Por qué Dios, que es justo, da a conocer solo a algunas personas el misterio del reino de los cielos?

No solo existen los hijos de Dios, sino también las fuerzas del mal –los seguidores del diablo– en esta tierra (Ap 12:9). Si una serpiente bebe agua, produce veneno, pero si una vaca bebe agua, produce leche. Entonces, la misma cosa puede producir algo bueno o malo según quién lo use. Asimismo, hay aquellos a quienes se les debe dar los misterios del reino de los cielos, y aquellos a quienes no se les debe dar. Es por eso que Dios enseñó todo por parábolas. Ya que los humanos solos no pueden resolver las parábolas, Dios personalmente vino a esta tierra para enseñar lo que quiere decir a través de las parábolas. De esa manera, la Biblia profetiza que muchos pueblos correrán a Sion para aprender el camino de la vida de Dios y seguir ese camino (Is. 2:2-3, Mi. 4:1-22).

Cristo, que nos enseña los misterios del reino de los cielos, ciertamente es el misterio de los misterios.

“para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Col. 2:2-3

Cristo es el misterio de Dios, que había estado oculto desde los siglos y edades (Col. 1:26-27). Básicamente, solo los que reconozcan a Cristo podrán descubrir todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, y conocer los misterios del reino de los cielos. Realmente somos bendecidos por poder conocer los misterios del reino de los cielos y reconocer a Cristo, el misterio de Dios.

Cristo es una piedra de tropiezo, y una roca que hace caer

La Biblia es un libro que da testimonio de Dios que ha de venir en la carne, esto es, Cristo (Jn. 5:39). A través de los profetas, Dios nos ha enseñado acerca de Cristo que ha de venir a esta tierra.

El profeta Isaías profetizó que Dios tendría que ser piedra de tropiezo, y roca que hace caer, y lazo y red para la gente.

“A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén. Y muchos tropezarán entre ellos, y caerán, y serán quebrantados; y se enredarán y serán apresados.” Is. 8:13-15

Si las personas intentan juzgar a Dios con sus propios estándares, no podrán evitar tropezar. Muchas de las personas creen que debe haber algo diferente en Dios. Ellos piensan que Dios necesita tener evidentes poderes mágicos para hacer cualquier cosa, incluso cosas sobrenaturales que los humanos no pueden hacer.

Sin embargo, Dios vino de una manera ordinaria; Él vino a la semejanza humana como uno de nosotros, y su vida no fue diferente que las vidas de las personas ordinarias. Por eso las personas del mundo no lo reconocieron.

“Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido? Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.” Jn. 6:41-45

Para los que no creían, Jesús solo era el hijo de José. Por eso lo rechazaron, diciendo: “¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?” Ellos pensaban: “Si Él fuera Dios, ¿por qué ha nacidoen una familia tan pobre, incluso en un establo donde se guardan los animales?” Este tipo de pensamiento físico se convirtió en un factor que arruinó su fe. Por lo tanto, llegaron a la conclusión de que Jesús no era Dios y confiando en sí mismos, justificaron el crucificarlo.

A fin de no cometer un pecado tan horrible, debemos conocer a Dios. Por eso, debemos ser enseñados por el Padre. Ya que la Biblia dice: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor”, tenemos que ser enseñados por Cristo que ha venido a esta tierra de acuerdo con las profecías, de modo que podamos recibir a Cristo (1 Co. 4:5).

“Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”

En cuanto a aquellos para quienes Cristo se ha convertido en piedra de tropiezo, y una roca que hace caer, no podrán conocer los misterios del reino de los cielos sin importar cuánto intenten. Cuando las personas reconocen a Cristo, Dios abre sus ojos espirituales para que vean los misterios del reino de los cielos. Ahora, examinemos con más detalle la situación de la primera venida de Jesús, para que todos tengamos un correcto entendimiento de Cristo, el misterio de Dios, y lo recibamos.

“Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.” Mt. 11:2-6

Cuando Juan el Bautista, que fue enviado por Dios para preparar el camino de Cristo, estaba en la cárcel, envió a sus discípulos para preguntarle a Jesús si Él era el Cristo que había de venir. Entonces Jesús dio testimonio de sí mismo a través de las profecías de la Biblia y añadió estas palabras: “Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”.

La vida de Jesucristo era lo suficientemente ordinaria como para esconder su gloria de los ojos de los hombres. A los ojos de las personas de esos días, Jesús más bien parecía un hombre muy ordinario en lugar de ser Dios.

“Mas a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo, y enseñaba. Y se maravillaban losjudíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?” Jn. 7:14-15

En pocas palabras, ellos difamaron a Jesús preguntándose cómo podía leer y discutir de las Escrituras a pesar de ser un hombre sin educación. Cuando Jesús comía y bebía, ellos lo llamaban “comilón” (Mt. 11:19). Hicieron que las personas abandonaran su fe, difamando a Jesús, diciendo que Él era un hombre sin educación y un comilón. Entonces Jesús los reprendió: “Cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”.

“Jesús entonces les dijo: […] ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.” Jn. 8:40-47

Jesús habló estas palabras a los que no lo reconocieron como Dios y se le opusieron. Él claramente mostró su identidad diciendo que no creyeron en Él ni en sus palabras porque eran del diablo y no de Dios.

Los que criticaron la vida y el entorno de Jesús

A los que creyeron en Él y lo siguieron, Jesús les mostró el milagro de alimentar a cinco mil personas con cinco panes de cebada y dos pececillos. Cuando Jesús fue cuestionado por la necesidad de pagar impuestos a Roma, Él simplemente le dijo a Pedro que sacara un pez del mar y lo pagara con la moneda que encontrara dentro de la boca del pez. Incluso les mostró su gloria transfigurada en el monte de la transfiguración.

Los que tuvieron la gran oportunidad de sentir el mundo espiritual se volvieron firmes en la fe, pero los líderes religiosos de aquellos días –los sumos sacerdotes, fariseos y escribas– nunca fueron capaces de ver la verdadera naturaleza de Cristo. Ellos querían cuestionar cada aspectode la vida y entorno de Jesús y encontrarle faltas para oponerse a Él. Por lo tanto, los misterios del reino de los cielos estaban completamente escondidos a los ojos de ellos. ¿Cómo podrían ver a Dios las personas espiritualmente ciegas?

“Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste es el profeta. Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo? Hubo entonces disensión entre la gente a causa de él. […] Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados? ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos? Mas esta gente que no sabe la ley, maldita es. Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho? Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.” Jn. 7:40-52

La mayoría de los que creían en Jesús eran personas humildes y pobres como pescadores, publicanos y rameras. Las personas poderosas e influyentes no creían en Él. Este hecho también llegó a ser una excusa para que los opositores difamaran a Jesús. Cuando Jesús estaba con los publicanos y pecadores, los opositores incluso lo trataban como menos que un profeta, diciendo: “Este, si fuera profeta, sabría que son pecadores” (Mt. 9:9-13, Lc. 7:39).

También habían algunos que malinterpretaron a Jesús con información equivocada sobre Él, diciendo: “¿De Galilea ha de venir el Cristo?” No sabían que Jesús había nacido en Belén.

En Isaías 9 estaba profetizado que una gran luz resplandecería de Galilea de los gentiles, pero todos menospreciaron la profecía, y no prestaron ninguna atención a lo que era contrario a su visión. Ellos excomulgaban a los que escuchaban las palabras de Cristo, diciendo: “¿Quieres decir que también te ha engañado?”

Es igual ahora. Incluso hoy día, hay líderes religiosos investidos de derechos que blasfeman a Dios Padre y Dios Madre y difaman a la Iglesia de Dios, tal como hicieron hace dos mil años. Aunque les damos claras evidencias de la Biblia de que existe la Madre celestial, ellos simplemente insisten en que esto no significa eso, sino que tiene un significado diferente, escondido. ¿Hay algún significado escondido, aparte de la voluntad de Dios escondida de ellos?

Algunos de nosotros podríamos pensar que Jesús era amado y respetado por los que creían en Dios y que ganó mucha popularidad entre ellos en aquellos días. Sin embargo, en ninguna parte de la Biblia dice que había muchos que creyeran absolutamente en Cristo y que lo siguieran completamente; Él estaba rodeado de los que dudaban de Él y lo perseguían. Aún así, a nuestro Dios no le interesó ser reprochado o insultado por las personas, sino que siguió con todas sus fuerzas para salvar a sus hijos.

“Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.” Estas palabras de Jesús dejan una profunda y persistente impresión en nuestros corazones hasta el día de hoy. Dios es una piedra de tropiezo, y una roca que hace caer incluso en esta época, así como en su primera venida.

La misión de administradores de los misterios de Dios

Examinando la vida de Cristo y todo lo que atravesó hace dos mil años, necesitamos preguntarnos por qué hoy en día esta tierra está dividida en dos grupos de personas: los que creen en Dios Padre y Dios Madre y los que no creen en Ellos. Sus ojos están cubiertos para que no vean, pero Dios ha abierto nuestros ojos espirituales para que veamos a Dios Elohim. Hemos conocido a Cristo Ahnsahnghong, el nombre nuevo y nuestra Madre celestial, la Nueva Jerusalén, el misterio de Dios que ni los teólogos ni los líderes religiosos del mundo conocen, y los hemos recibido como nuestros Salvadores y seguimos su dirección. Es una enorme bendición.

“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.” Os. 6:3

Ya que la Biblia dice que Cristo es el misterio de Dios, el misteriodel reino de los cielos, necesitamos proseguir en conocer a Dios. No pensemos ligeramente en las bendiciones que Dios nos ha dado en esta época, sino esforcémonos como aquellos a quienes se les han confiado los misterios de Dios. El hecho de que Dios nos haya enseñado el misterio de Dios, prueba que Él nos ama y nos estima mucho. Me gustaría pedirles nuevamente que den mucha más gloria, gracias y alabanza a Dios, y que proclamen el misterio que las personas aún no conocen, es decir, que les enseñen que el Padre y la Madre celestiales son nuestro verdadero Dios. Hasta ahora solo hemos dado nuestro testimonio a las personas, pero como la Biblia dice: “Nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros”, el tiempo de la victoria sin falta vendrá y veremos todos los testimonios con nuestros propios ojos cuando todos seamos transformados en un instante.

Nuestro Padre y nuestra Madre celestiales han venido a esta tierra como el Espíritu y la Esposa, han abierto el camino de la vida eterna, y nos han permitido conocer los misterios del reino de los cielos que escondieron de ellos, a fin de que nosotros recibamos a Cristo, el misterio de Dios. Deseo dar una vez más gracias a Dios Elohim por tan grande bendición. Nunca perdamos esta bendición y guardémosla hasta el final, y entremos en el eterno reino de los cielos como la “descendencia de la mujer”, los hijos de Dios Madre.