La oración es un instrumento para invocar el poder de Dios

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La gente se vuelve inactiva cuando se les acaba la energía. Lo mismo sucede espiritualmente; no podemos llevar una vida de la fe enérgica y activa cuando nos quedamos sin fuerzas espirituales. Es por eso que Dios nos ha dado los tiempos especiales de oración: los dos tiempos de oración diarios en la mañana y en la tarde, y las fiestas solemnes anuales, para que estemos llenos de energía espiritual.

Los santos de Dios andan en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándose para la venida del día de Dios (2 P. 3:11-12). Dios nos ha enseñado la importancia de la oración para ayudarnos a mantener una vida santa y piadosa de la fe cada día. Ahora, averiguando la enseñanza de la Biblia acerca de la oración, dediquémonos más a la oración.

Orad sin cesar

La oración es una parte muy importante y esencial de nuestra vida de la fe. La oración no es una mera formalidad. No es algo que hagamos como costumbre porque vamos a la iglesia. La oración es el acto de expresar en verdad nuestros pensamientos y sentimientos más íntimos a Dios y ofrecerle todo nuestro corazón.

Al orar, no debemos pensar que es suficiente decir unas cuantas palabras, sino que necesitamos decirle a Dios todos los deseos de nuestro corazón y ser revestidos con el poder del cielo. A través de la oración, Dios nos infunde constantemente fuerzas interiores. Es por esta razón que la Biblia nos dice: “Orad sin cesar”.

“Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Ts. 5:15-18

La razón por la que tenemos que orar sin cesar es que la oración es un instrumento que invoca el poder de Dios. Su poder viene a nosotros solo a través de la oración.

Por lo general no hay una diferencia significativa entre el agua dulce y el agua salada. Sin embargo, si las ponemos en diferentes recipientes y las dejamos bajo el sol, podemos ver una clara diferencia entre ellas. El agua dulce se evapora sin dejar nada, pero el agua salada deja cristales blancos de sal. Aparentemente el agua dulce se ve igual que el agua salada, pero en realidad esta contiene sal. De la misma manera, los que oran siempre, tienen el poder de Dios en sí.

En todas las épocas, desde el tiempo de Adán hasta la época del Espíritu Santo en la que ahora estamos viviendo, la obra de Dios se ha realizado y completado a través de la oración. Moisés, Elías y Eliseo lo hacían todo mediante la oración. Jesús hacía lo mismo, y sus discípulos también hicieron lo mismo cuando recibieron la lluvia temprana del Espíritu Santo en el Día de Pentecostés. A todos ellos se les dio el poder del cielo a través de la oración.

Jesús dio ejemplo del poder de la oración

Dios nos enseñó que la oración es la respiración del alma. Si oramos fervientemente, Satanás nunca podrá perjudicar nuestras almas sin importar lo mucho que lo intente. ¿Cómo podríamos estar “muertos” si seguimos respirando?

Así que la oración también es la clave para la victoria en la guerra espiritual contra Satanás. El poder de Dios está con el que ora, por eso Satanás no puede acercarse a él. Por el contrario, el que no ora no puede recibir poder de Dios. Aquel al que no le gusta orar o estudiar la palabra de Dios y se muestra reacio a predicar el evangelio, se convierte en blanco fácil para Satanás.

Jesús hizo entender a sus discípulos que la oración es muy importante y que sin duda tiene un sorprendente poder preparado por Dios.

“Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, […] y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. […] Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.” Mr. 9:17-29

Este fue el poder de la oración. Jesús dijo: “Este género con nada puede salir, sino con oración”. A través de la oración, Dios cumple todo en el mundo espiritual, que es invisible y está más allá de nuestro alcance y control.

Al orar, generalmente podríamos no sentir el poder de la oración. Sin embargo, si oramos constantemente a Dios para recibir poder y bendiciones, nuestras oraciones se almacenan en el cielo y cada vez que necesitamos la ayuda de Dios, se manifiesta el poder de nuestras oraciones. Por eso Jesús acumuló el poder de la oración orando desde muy de mañana todos los días.

“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.” Mr. 1:35

Si miramos de cerca la vida de Jesús, podemos ver que Él acumuló el poder del Espíritu Santo orando siempre. Ya que Jesús oraba todo el tiempo –muy de mañana y muy de noche–, los llamados milagros siempre lo acompañaban.

La razón por la que Jesús hacía milagros era que ciertamente deseaba inspirar a la gente a tener fe en Dios, que había venido en la carne, y también mostrarles que el poder de Dios viene mediante la oración. Cuando Jesús echó fuera un demonio que sus discípulos no podían sacar, dijo: “Este género con nada puede salir, sino con oración”. Al ver esto, podemos entender que Jesús oraba mucho, incluso mientras sus discípulos dormían.

La oración de Jesús en la loma de Getsemaní

Jesús fue a la loma de Getsemaní también en la noche de la Pascua, el día anterior a su crucifixión. Pensando en el sufrimiento que le esperaba, oró solo, mientras todos sus discípulos dormían debido al cansancio (Mt. 26:36-46, Lc. 22:39-46).

Cuando vemos el versículo de la Biblia que dice: “Era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”, podemos imaginar con cuánta ansiedad y seriedad oraba Jesús entonces. Su obra de salvación para redimir de sus pecados a todos los seres humanos, a través de su preciosa sangre derramada en la cruz, no debía ser obstaculizada por Satanás, por eso Jesús se preparó para recibir el gran poder de Dios a través de la oración. Oró muy seriamente, además de pensar en el dolor y sufrimiento que atravesaría.

Jesús era Dios que había venido a esta tierra en la carne. Entonces, ¿por qué oró tan ardientemente? ¿Piensan que Jesús no podía ejercer su poder sin la oración? Sin duda no es así. ¿Acaso no podía ir al cielo sin celebrar la Pascua? ¿Acaso no podía recibir el perdón de pecados sin ser bautizado? Claro que podía. No obstante, Jesús hizo todas esas cosas. Él siempre persistía en la oración; y oró tan ansiosamente que el sudor de su frente se volvía gotas de sangre que caían a la tierra. Jesús hizo todas estas cosas como ejemplos a seguir para nosotros, como dijo: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Jn. 13:15).

Siguiendo el ejemplo de Cristo, nosotros también debemos tener el hábito lleno de gracia de orar sin cesar, para que siempre podamos comunicarnos con Dios por medio de la oración. Si ofrecemos a nuestro Padre y a nuestra Madre celestiales el humo del incienso de nuestras oraciones, junto con todos los deseos de nuestro corazón, Ellos responderán todas nuestras peticiones. Creyendo en esto, debemos persistir en la oración.

“Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.” Mt. 24:20-21

Mateo 24 es la profecía de Jesús concerniente al fin del siglo. Jesús nos dice a su pueblo que oremos que nuestra huida no sea en invierno ni en Día de Reposo. ¿Acaso no significa esto que Dios nos ayudará para que nuestra huida no sea en invierno o en Día de Reposo, si oramos por ello? La oración es un instrumento para invocar el poder de Dios, incluso en el fin del siglo.

Los antepasados de la fe invocaban el poder de Dios a través de su oración

Creyendo en el poder de la oración, necesitamos orar aún más fervientemente. Si oramos por algo, Dios ciertamente lo cumplirá. Podemos confirmar este hecho también a través de un acontecimiento que ocurrió en los días de Elías.

“Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo? El le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y lo llevó al aposento donde él estaba, y lo puso sobre su cama. Y clamando a Jehová, dijo: Jehová Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa estoy hospedado has afligido, haciéndole morir su hijo? Y se tendió sobre el niño tres veces, y clamó a Jehová y dijo: Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él. Y Jehová oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a él, y revivió.” 1 R. 17:17-22

Está escrito que Elías clamó a Jehová. Esto significa que oró a Dios. Cuando Elías oró por el niño, el alma de este volvió a él y revivió. Aquí también podemos ver el poder de Dios en acción y la obra de Dios cumplida por la oración. La historia de la Biblia nos muestra que la oración es un instrumento para invocar el poder de Dios, y que quienes no oran nunca podrán experimentar ningún tipo de poder.

En todas las épocas, la oración ha sido una manera de invocar el poder que Dios ha prometido a su pueblo. El milagro de dividir el Mar Rojo ocurrió como resultado de la oración de Moisés. El milagro que hizo Elías y el milagro de Jesús al echar fuera demonios, también tuvieron lugar por medio de la oración. De la misma manera fue la oración lo que Jonás hizo cuando estaba dentro del pez. Después de terminar su oración, fue vomitado en tierra firme, y luego predicó el mensaje de Dios al pueblo de Nínive que no creía en Dios. Esto a su vez produjo un sorprendente milagro: más de 120 mil personas se arrepintieron. Todo esto fue resultado del poder de Dios a través de la oración.

Para completar la obra de Dios, necesitamos el poder de Dios, y no el nuestro. No hay en la Biblia ningún profeta que haya tratado de llevar a cabo la obra de Dios sin orar en el momento en que era necesario el poder más grande y fuerte. Cada vez que necesitaban el poder de Dios, se arrodillaban para orar, inclinando la cabeza y juntando las manos. Entonces recibían poder del cielo. Así es como se ha cumplido la obra de Dios; ya que muchas personas han ofrecido oraciones constantemente, la bendición de la salvación que Dios preparó para nosotros durante seis mil años también ha llegado hoy hasta nosotros.

Pedid con fe

Para cumplir la obra del evangelio de Dios en estos últimos días, necesitamos ser vestidos del poder de Dios a través de la oración. Hay una cosa que debemos tener en cuenta al orar.

“Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.” Mr. 11:24-25

La oración siempre debe estar acompañada de la fe. Jesús dijo: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. En cuanto a los que no han experimentado el poder de la oración, a veces oran solo por hábito, sin una fe total. Pero si uno ora con un corazón dubitativo, no tiene ningún sentido. Orar dudando es como tratar de usar un teléfono que no funciona porque la línea está cortada.

Los que han experimentado el poder de la oración nunca la descuidan. Para hacernos comprender la importancia de la oración, Dios ha establecido tiempos especiales para que oremos: la Semana de Oración del Día de Pentecostés, el tiempo de oración de arrepentimiento de la Fiesta de las Trompetas al Día de Expiación, y el tiempo de oración y predicación de la Fiesta de los Tabernáculos. Es porque un tiempo de oración es un momento muy precioso en el que Dios nos da poder y derrota todo el poder de Satanás.

Almacenen el poder de Dios constantemente a través de la oración. Los que se dediquen a la oración, sin falta podrán lograr cosas que otros no, cuando les llegue el momento de necesitar alguna habilidad.

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” Mt. 7:7-11

Dios está lleno de amor y amabilidad. Como dice la Biblia, Dios dará todas las cosas buenas a los que le pidan. Incluso los que son malos, si sus hijos les piden algo, les darán lo que les pidan. ¡Cuánto más nuestro Padre y nuestra Madre del cielo nos concederán nuestras peticiones!

Dios nunca ignora nuestra oración, de ninguna manera. Creyendo en esta verdad, esforcémonos por orar y recibamos mucha gracia, bendición y poder de Dios. No debemos dudar pensando: “Dios no me escuchará”, ni rendirnos pensando: “No puedo hacerlo”, pues podemos recibirlo todo orando.

Dios nos ha proporcionado un instrumento sorprendente: la oración. Podrían haber leído la historia del genio de la lámpara mágica que concede deseos. La oración es un instrumento dado por Dios para invocar el gran poder de Dios de cumplir nuestros deseos espirituales.

Ofrezcan muchas oraciones, oraciones espirituales y justas que traigan bendiciones. Todas esas oraciones se almacenarán en el cielo, sin que ninguna perezca. Cuando vayamos al cielo, sin falta nos daremos cuenta de que Dios estuvo respondiendo todas y cada una de nuestras oraciones. Deseo que todos ustedes reciban abundantes bendiciones de Dios pidiéndole seriamente en oración todo cuanto deseen, sin olvidar ni por un instante que la oración es el sagrado instrumento de Dios para invocar su santo poder.