El Día de Resurrección

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La resurrección de Jesús, que tuvo lugar hace dos mil años, es un evento muy importante y esencial para la vida de nuestra fe. Al resucitar de entre los muertos, Cristo permitió que las personas que pensaban que todo acabaría con la muerte, comprendieran que disfrutaríamos de la vida eterna y la felicidad en el cielo con Dios incluso después de la muerte del cuerpo.

En el Día de Resurrección, el día en que Cristo resucitó, conmemoramos el poder de Dios que rompió el poder de la muerte. Como pueblo de Sion, estudiemos el origen y el significado del Día de Resurrección a través de la Biblia y marchemos hacia el cielo eterno con la esperanza de la resurrección.

El origen del Día de Resurrección

Dios estableció las siete fiestas de tres tiempos según las obras de Moisés cuando los israelitas salieron de Egipto y marcharon hacia Canaán. Así, podemos encontrar el origen del Día de Resurrección a través de las obras de Moisés en el Antiguo Testamento.

“[…] y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos.” Ex 14:1-7

“Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. […] Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; […]” Ex 14:21-30

Después de celebrar la Pascua, los israelitas salieron de Egipto y comenzaron su viaje hacia Canaán. Sin embargo, poco después fueron perseguidos por el ejército egipcio por detrás y se vieron bloqueados por el Mar Rojo frente a ellos. Cuando clamaron a Dios, Él le ordenó a Moisés que extendiera su mano con la vara para dividir el Mar Rojo.

Por el poder de Dios, los israelitas cruzaron el Mar Rojo y llegaron a salvo al otro lado en la madrugada del día 22 del primer mes según el calendario sagrado, que era domingo (según el sistema semanal actual). En cuanto el agua se volvió, el ejército egipcio quedó sepultado en el mar.

Dios estableció la Fiesta de los Panes sin Levadura para que los israelitas recordaran su sufrimiento desde que salieron de Egipto hasta que cruzaron el Mar Rojo. Y también estableció la Fiesta de las Primicias para conmemorar el día en que salieron del Mar Rojo.

“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: […] Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá. […] estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que habitéis.” Lv 23:9-14

La Fiesta de las Primicias se celebraba el domingo, el día siguiente del Día de Reposo después de la Fiesta de los Panes sin Levadura. En este día, el sacerdote levantaba y mecía la gavilla con el primer grano delante de Dios en nombre del pueblo. Por esta razón, también se conocía como la fiesta de las ofrendas mecidas y la fiesta de las ofrendas elevadas. Fue en este mismo día, en la Fiesta de las Primicias, que Jesús resucitó.

Jesús cumplió la profecía de la Fiesta de las Primicias

Cada fiesta era una profecía que Cristo cumpliría más tarde. En consecuencia, Jesucristo estableció el nuevo pacto en la Pascua para salvar a la humanidad del pecado. Fue arrestado en la noche de la Pascua y sufrió en la cruz en la Fiesta de los Panes sin Levadura. Después de esto, Jesús resucitó en la Fiesta de las Primicias, el día siguiente del primer Día de Reposo después de la Fiesta de los Panes sin Levadura. La entrada de los israelitas en el Mar Rojo representa la entrada de Jesús en el sepulcro, y su salida del Mar Rojo representa su resurrección. El mismo significado está contenido en el bautismo al que nos sometemos.

A través de las reglas de la Fiesta de las Primicias del Antiguo Testamento, podemos ver que esta fiesta está estrechamente relacionada con la resurrección de Jesucristo.

“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” 1 Co 15:20

Al resucitar de entre los muertos, Jesús se convirtió en primicias de los que durmieron. Esto significa que se convirtió en la ofrenda de la Fiesta de las Primicias del Antiguo Testamento. Por lo tanto, así como la ofrenda de la Fiesta de las Primicias se presentó el día siguiente del Día de Reposo, Jesús resucitó el día siguiente del Día de Reposo según la profecía.

“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. […]” Lc 24:1-7

Según la profecía, Jesús resucitó el domingo, el día siguiente del Día de Reposo. Y cumplió la profecía de la Fiesta de las Primicias al ser ofrecido como primicias a Dios.

Hoy en día, la mayoría de las iglesias insisten en que los cultos deben realizarse el domingo en la época del Nuevo Testamento porque Jesús resucitó el domingo. No obstante, el Día de Reposo y el Día de Resurrección son fiestas separadas en la Biblia. El Día de Reposo es una fiesta que se guarda semanalmente para conmemorar a Dios, quien es el Creador de los cielos y la tierra, y el Día de Resurrección es una fiesta que se celebra anualmente para conmemorar la resurrección de Cristo. Por consiguiente, las dos fiestas tienen significados completamente diferentes. Debemos entender que Jesús resucitó el domingo para cumplir la profecía de la Fiesta de las Primicias del Antiguo Testamento, que se había guardado el domingo, el día siguiente del Día de Reposo.

El pan del Día de Resurrección abre nuestros ojos espirituales

Numerosas iglesias siguen la tradición de pintar y comer huevos cocidos en Pascua de Resurrección. Insisten en que, debido a que los polluelos eclosionan de un huevo, los huevos de Pascua contienen el significado de la resurrección. Sin embargo, ¿no es irónico que crean que un huevo cocido contiene vida? La tradición de los huevos de Pascua se deriva de la adoración a Eostre, la diosa de la primavera en la antigua Europa, que más tarde fue adoptada por el cristianismo. Evidentemente, el huevo de Pascua es una tradición pagana que no tiene nada que ver con la Biblia.

Examinemos las reglas bíblicas del Día de Resurrección en el Evangelio de Lucas.

“Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día [día de la resurrección de Jesús] a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. […] Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? […]” Lc 24:13-35

Después de que Jesús resucitó, se apareció a dos discípulos en el camino a Emaús y caminó junto a ellos, pero no pudieron reconocerlo porque sus ojos estaban velados. Sin embargo, cuando Jesús tomó el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, sus ojos espirituales se abrieron y pudieron reconocer a Cristo y tener una fe firme en Él.

Satanás tentó a Adán y Eva para que comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal. En consecuencia, sus ojos se abrieron al pecado. Por el contrario, cuando Cristo partió el pan y se lo dio a los discípulos, sus ojos se abrieron para reconocer a Cristo. Por tanto, el Día de Resurrección es la fiesta en la que el poder de Dios abre nuestros ojos espirituales. Este es el origen del pan del Día de Resurrección, y la Iglesia de Dios observa la ceremonia de partir el pan que abre nuestros ojos espirituales como una regla del Día de Resurrección (ref. Hch 20:6-7).

Hoy, la única iglesia que celebra el Día de Resurrección según la Biblia es nuestra Iglesia de Dios. Siguiendo las enseñanzas de Cristo Ahnsahnghong, partimos el pan de acuerdo con las reglas de la Biblia. Con esto, podemos entender el significado del Día de Resurrección y tener verdadera fe en Dios Padre y Dios Madre, el Espíritu y la Esposa. Podemos ver claramente el hecho de que Cristo abre nuestros ojos espirituales a través del pan del Día de Resurrección para que podamos reconocer a Dios.

El significado de la resurrección de Cristo

Por su resurrección, Cristo venció el poder de la muerte y del infierno para dar una esperanza viva a los seres humanos, quienes tenían miedo de morir estando atados por las cadenas de la muerte durante toda su vida (He 2:14-15).

“[…] nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,” 1 P 1:3-4

“[…] Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. […] Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” 1 Co 15:12-20

Si no hubiera resurrección, nuestra fe sería en vano. Por su resurrección de entre los muertos, Jesús nos da la esperanza de que nosotros también resucitaremos a una nueva vida y entraremos en el cielo eterno. A través de la prueba convincente de la propia resurrección de Jesús, podemos tener una esperanza segura en la resurrección y la vida eterna. Con esta fe correcta podemos ser los verdaderos testigos de Dios y heredar el eterno reino de los cielos.

“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, […]” 1 Jn 5:13-15

“Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.” Mt 27:50-53

Jesús prometió la vida eterna mediante el pan y el vino de la Pascua, y mediante el Día de Resurrección destruyó el poder de la muerte. Mucha gente en el mundo cree que todo terminará cuando muera; sin embargo, la muerte física no es el fin del pueblo de Dios que permanece en la verdad. En otras palabras, no hay fin para aquellos que han recibido la vida eterna. Debemos esperar solo el eterno reino de los cielos y participar en la gloria de la resurrección.

Una fe y una esperanza viva en la resurrección

Satanás pensó que la autoridad del cielo sería suya si Jesús venía en carne y moría llevando todos los pecados de su pueblo. Por eso Satanás crucificó a Cristo. Sin embargo, Jesús, que es vida eterna, nunca estará atado por la muerte ni por un instante; al resucitar de entre los muertos, expulsó a Satanás, que tiene el poder de la muerte. Jesús nos hizo saber que nosotros también resucitaríamos y seríamos transformados a la última trompeta.

Este fue un mensaje de gran esperanza y gozo para los discípulos que creyeron en Jesús y lo siguieron. Es por eso que los miembros de la iglesia primitiva, incluidos los apóstoles, predicaron acerca de la resurrección dondequiera que proclamaran el evangelio.

“[…] Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. […] Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.” 1 Ts 4:13-18

Los santos de la iglesia primitiva guardaron su fe, creyendo que sus almas resucitarían y vivirían con el Señor para siempre, incluso ante el martirio y sufrimiento extremo. La esperanza de la resurrección los fortaleció para mantenerse firmes en la fe. A pesar de ser ridiculizados y perseguidos por muchas personas, los santos siguieron voluntariamente a Cristo en el camino de la cruz.

Asimismo, los que vivimos en esta época jamás debemos perder la esperanza en la resurrección. Los muertos en Cristo resucitarán para vivir, y los que todavía estén vivos serán transformados para disfrutar de la vida eterna y la felicidad en el cielo. Esta promesa de Dios es confiable y verdadera.

“[…] Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. […] todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. […]” 1 Co 15:35-55

Tenemos un cuerpo animal ahora, pero en el futuro tendremos un cuerpo espiritual. Dios prometió que los muertos serán resucitados incorruptibles, y que nosotros seremos transformados en seres inmortales en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la última trompeta. ¿Hay alguna promesa más preciosa que esta?

Sin importar cuánta riqueza y conocimiento tengan las personas, todas mueren al final. Cuando la muerte les sobreviene, miran atrás y se lamentan por el vacío y la vanidad de la vida. No obstante, Dios nos enseñó que la vida en la tierra no lo es todo.

La vida eterna y la gloria del mundo angelical, donde viajaremos por todo el universo con Dios, han sido preparadas y nos esperan. Se acerca el momento en que experimentaremos un nuevo gozo todos los días para siempre, dejando atrás todo el dolor, sufrimiento y tristeza que experimentamos en el pasado. Dios anhela fervientemente ver a sus hijos regresar al cielo después de guardar su fe y aferrarse a la corona de la vida hasta el final.

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” 1 Co 15:58

Por favor, imaginen lo que haremos como sacerdotes reales e hijos del Padre y la Madre celestiales en el eterno reino de los cielos. Dediquémonos de todo corazón a la obra de Dios con una fe firme, creyendo que nuestra labor en Dios nunca es en vano.

Después de la muerte de Jesús en la cruz, los discípulos se desesperaron; sin embargo, en el Día de Resurrección, Jesús les dio alegría y nuevas fuerzas en sus corazones. Para las personas cuya esperanza es solo para esta vida, ¡qué alegre será escuchar el mensaje de la resurrección de Dios! Hermanos de Sion, me gustaría pedirles que prediquen estas buenas nuevas a todas las personas, para que tengan esperanza en el eterno reino de los cielos.