En estos días, muchos desastres descritos en la Biblia se están derramando en todo el mundo. Me parece que ahora vivimos en la época profética en que se necesita mucho más que antes el cuidado y la protección de Dios.
En el momento en que abundan los desastres, el pueblo de Dios necesita la mano salvadora de Dios más que cualquier otra cosa. Por eso, ahora dediquemos un momento a revisar las enseñanzas acerca de la salvación de Dios a través de la Biblia.
Dios es nuestro Pastor y Salvador. Él es el único en quien podemos confiar.
『El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador de la peste destructora. […] Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará. Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos. Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada. Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.』Sal. 91:1-11
Estas son las palabras de consuelo que Dios ha dado a sus hijos que viven en su promesa. La Biblia nos dice que Dios nos salva a sus hijos incluso de la peste destructora (una enfermedad infecciosa), y envía sus ángeles para guiarnos y protegernos en todos nuestros caminos, para que ningún desastre venga sobre nosotros aunque caigan mil o diez mil a nuestro lado.
Cuando los desastres se agravan, e inesperadamente ocurren cosas que están más allá de la capacidad humana, ¿en quién podemos confiar? Por favor piense cuidadosamente quién puede ayudarnos a escapar de los desastres.
『Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.』Sal. 121:1-2
『Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.』Sal. 127:1
Es Dios Elohim quien creó los cielos y la tierra. Nada ni nadie excepto Dios puede salvarnos, y no importa cuánto se esfuercen los seres humanos por hacer las cosas, pues si Dios no está con ellos, todos sus esfuerzos son en vano. Si Dios Elohim el Creador nos guía y obedecemos su voluntad, todo puede cumplirse sin problemas.
No debemos olvidar a nuestro Padre y a nuestra Madre celestiales, que nos ayudan y hacen la obra de la salvación, ni debemos traicionar su amor. Corriendo hacia la gloria del cielo, prediquemos con fuerza las buenas nuevas de la salvación a todas las almas desdichadas que se dirigen a la destrucción.
『Alaba, oh alma mía, a Jehová. […] Cantaré salmos a mi Dios mientras viva. No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios.』Sal. 146:1-5
Aunque un hombre sea fuerte y poderoso, de todas maneras llegará el momento en que será como nada. La Biblia profetiza que en el día grande de Dios los valientes gritarán amargamente, el rey y los príncipes desfallecerán, y los hombres desfallecerán por el terror y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra (Sof. 1:14, Jer. 4:9, Lc. 21:26). Por tanto, bienaventurado es el que confía solo en Dios, y no en los hombres.
Dios es la única solución en esta época. Ya que Dios Elohim nos salvará de todas las dificultades y desastres, los hijos de Dios debemos poner nuestra esperanza en Dios Elohim en Sion, donde Ellos moran, y darles gracias, gloria y alabanza.
Dios ayuda al pueblo de Sion y lo salva. La Biblia enseña que los que moran en Sion son el verdadero pueblo de Dios. Dios ha prometido morar en Sion y convertirse en el Dios del pueblo de Sion.
『Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra de mi mano te cubrí, extendiendo los cielos y echando los cimientos de la tierra, y diciendo a Sion: Pueblo mío eres tú.』Is. 51:16
『Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota. Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave. Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará. […] al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad.』Is. 33:20-24
Sion es el lugar donde se celebran las fiestas solemnes de Dios. Solo la Iglesia de Dios guarda las fiestas del nuevo pacto en esta tierra. Así, este lugar al que hemos venido ahora es Sion misma.
Ya que Dios es el Rey de Sion y el Salvador, debemos confiar nuestra salvación a Dios. Aunque en estos días no se detienen los desastres de todo tipo en el mundo entero, Dios nos salvará porque Él es nuestro Rey.
『He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. […] Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.』Jer. 31:31-34
Dios se ha convertido en el Dios de los que tienen su ley (el nuevo pacto) en su corazón y la guardan. Dios, el Creador del cielo y la tierra, que salva a su pueblo de los desastres aunque mil o diez mil caigan a su lado, es el Dios que mora en Sion, el Dios del pueblo que guarda el nuevo pacto.
Solo los que graban la ley de Dios en su corazón y la guardan, y confían en Dios y lo honran, serán salvos de todos los desastres en estos últimos días. Dios cuida y protege al pueblo de Sion hasta el final. Fue Dios quien protegió a los israelitas para que ninguno de ellos perdiera un solo cabello de su cabeza cuando las plagas cayeron sobre la tierra de Egipto. También es Dios el que declaró su ley en Sion y ordenó a su pueblo no olvidar la Pascua del nuevo pacto, sino guardarla por sus generaciones.
Ahora Dios muestra a los seres humanos muchas señales por medio de las cuales les dice que regresen a Sion sin demora. Ya que podemos ver la lámpara de la profecía, siempre debemos confiar en la salvación de Dios y seguir solo las enseñanzas de Dios Elohim hasta el final, dando siempre gracias, gloria y alabanza a Dios.
Algunos dicen que hay casos en que la gente se salva de los desastres aunque no crean correctamente en Dios. Pero esta no es la verdadera salvación.
En el momento de los ataques terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos, hubo una persona que pudo sobrevivir, pero tiempo después murió en otro accidente. Él fue afortunado de escapar de un desastre, pero pronto encontró otro desastre. Por tanto, no podemos decir que esta es una verdadera salvación.
La película de televisión “El día después” (The Day After), se transmitió en EE. UU. y generó gran conmoción entre la gente. La película muestra que la situación después de una explosión nuclear es tan grave como el momento de la explosión. Aunque la gente sobreviva, no hay lugar para recibir tratamiento para sus heridas y no hay dónde encontrar comida, porque la Tierra es completamente devastada por el polvo radiactivo. La película resalta el hecho de que los sufrimientos de los sobrevivientes nucleares son más severos que los de los muertos. Aunque ellos lograron escapar de una crisis temporal, un sufrimiento más grave los estaba esperando, por eso no se puede decir que son verdaderamente salvos.
La salvación que Dios ha preparado para nosotros es la salvación eterna. Dios no solo nos salva de la crisis y de los desastres temporales de esta tierra, sino que nos concede la gloria eterna en un cielo nuevo y una tierra nueva.
『Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; […]』2 P. 3:10-15
Como Dios ha profetizado salvarnos de la pestilencia mortal y de todos los desastres, ahora estamos anhelando un cielo nuevo y una tierra nueva. Dios ha preparado un mundo nuevo donde no hay muerte, ni clamor, ni llanto, ni dolor, y nos está llevando allá.
『Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. […]』 Ap. 21:1-7
El apóstol Juan también vio en su visión un cielo nuevo y una tierra nueva. En el mundo nuevo, Dios dice: “Yo seré a ellos por Dios, y ellos serán mi pueblo”, y promete hacer que su pueblo reine por los siglos de los siglos. Esta es la verdadera salvación.
『Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.』Ap. 22:3-5
Dios Elohim el Creador nos ha concedido al pueblo de Sion, un cielo nuevo y una tierra nueva, y ha preparado un futuro glorioso para nosotros, donde reinaremos por los siglos de los siglos. Ahora las noticias de muchos desastres asustan al mundo, pero en medio de las sombrías noticias, debemos prever el brillante futuro en el reino de los cielos, teniendo en mente la promesa de Dios que nunca hará venir los desastres sobre nosotros, los que vivimos en la verdad del nuevo pacto.
Nosotros siempre necesitamos de Dios. Siempre permanezcamos en Dios y en su promesa, y pongamos a Dios en nuestros corazones sin olvidarlo. Todos los días consideremos cuáles son los mandamientos y la voluntad de Dios, por los que se complace y se angustia con preocupación.
Dios expresa su corazón diciendo: “¡Cómo me angustio!” (Lc. 12:50). Él se siente angustiado porque la gente no lo comprende aunque lea la Biblia, y se siente afligido porque no entienden el tiempo presente a pesar de ver muchas señales, y también se siente afligido porque no logran participar en su gloria, sin conocer las bendiciones y la gloria preparadas en el cielo, y sin hacer su voluntad. Así, debe de haber muchas cosas que aflijan a Dios.
No guardemos las buenas nuevas de salvación para nosotros mismos, sino démoslas a conocer a todas las personas, para que juntos vayamos al reino de los cielos. Recientemente, los científicos nos advierten de los desastres por medio de muchas pruebas convincentes. Ellos manifiestan que es un pecado contra la humanidad conocer el inminente desastre y no decir nada a la gente. No debemos ser criminales guardándonos la verdad para nosotros mismos, sino decirles a todas las personas del mundo, como Dios dice: “Adviértanles de mi parte”. Dios, que habita en Sion, nos salva no solo de los diferentes desastres ocurridos en todo el mundo, sino también del eterno desastre del castigo del infierno donde el fuego no se apaga, y nos guía al reino de los cielos. Por lo tanto, toquemos claramente la trompeta, diciendo a las personas que regresen a Sion y escapen de los desastres (Jer. 4:5-6). Les pido ansiosamente que tengan sabiduría y perspicacia para prever el futuro a través de todas las señales pequeñas y grandes que aparecen en el mundo, y guíen a toda su familia, vecinos, amigos y parientes a Sion y al camino de la salvación.
Por favor prediquen la Pascua, las buenas nuevas de salvación, tanto como puedan. En la época de Moisés cuando se predicaron estas buenas nuevas, los egipcios no las escucharon, pero los israelitas sí. ¿Cuál fue su destino?
A través de la Pascua, Dios distingue a su pueblo de los que no lo son. Así, Dios nos dice que siempre tengamos su ley, el nuevo pacto, en nuestro corazón. Les pido repetidamente a todos ustedes, pueblo de Sion, que participen en la salvación de Dios que nos guía a un cielo nuevo y a una tierra nueva, y que guiemos rápidamente a muchas personas del mundo que viven sin conocer el camino de la salvación, a la Iglesia de Dios, donde existe el reino de los cielos, la salvación y la verdad.