La Madre suele decir que el Padre bendice abundantemente a los que le dan muchas gracias, poniendo énfasis en la palabra de la Biblia: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:16-18).
Creo que todos nuestros hermanos y hermanas de Sion siempre dan gracias y gloria a Dios, según la palabra de la Madre. Dios cumple todas las cosas; y es Dios mismo quien cumple el evangelio. Si creemos en eso y damos gracias, gloria y alabanza a Dios por todas las cosas, él guiará rápidamente a Sion a todos nuestros hermanos y hermanas celestiales, que están dispersos en todo el mundo. El evangelio no depende de nuestras habilidades. Comprendiendo esto, debemos dedicarnos a orar con gratitud y gozo, para que podamos cumplir el evangelio que Dios nos ha confiado.
Un músico dirigía un gran coro antes de un concurso de himnos. Él puso toda su energía en la dirección, pues el concurso era un gran evento realizado delante de muchas personas. En el ensayo del día anterior del concurso, dirigió bien el coro, y las voces de los coristas estaban bien armonizadas. El director quedó satisfecho, y bajó su batuta para descansar un momento.
Entonces la batuta rodó a un lado y habló al escenario.
“Escenario, escenario, ¿viste qué poderosa estuve hoy?”
El escenario respondió asombrado.
“Nunca te vi dirigir. ¿Cómo puedes decir ahora que tú dirigiste el coro?”
“¿Acaso no has escuchado al coro cantar hace pocos minutos? ¿No oíste cómo armonizaban perfectamente sus voces? ¿Acaso no fue un sonido monumental? ¿Y qué me dices del control dinámico? Yo sola dirigí el coro.”
Como la batuta hablaba muy presumida, el escenario se rió y le respondió.
“No fuiste tú quien dirigió el coro. Tú eres solo un instrumento usado por el director. ¿En verdad no lo sabías?”
La batuta de pronto ardió en cólera y dijo.
“¿De qué hablas? ¿Acaso no notaste que la música iba al compás de la batuta? El coro lo dirigí yo sola.”
Mientras ambos peleaban, el director se levantó de su sitio después de haber tomado un descanso. Miró alrededor pero no pudo encontrar su batuta.
Entonces enrolló una partitura, la tomó en su mano, y comenzó a dirigir con ella. Aunque el director no tenía su batuta, el coro sonó aún más hermoso que antes.
Después de terminada la canción, el escenario susurró.
“¿Escuchaste al coro cantar? Tú solo eras sostenida por el director, que te movía.”
Este es el punto fundamental que debemos entender: como ministros del nuevo pacto, somos como aquella batuta, y Dios es el Director que nos sostiene y cumple todas las cosas para nuestra salvación.
『que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré.』 Is. 46:10-11
Dios dirige y maneja todas las cosas. Él ha estado sosteniéndonos y usándonos hasta ahora; él nos ha concedido la capacidad de llevar a cabo su obra.
Por esta razón hemos llegado a ser lo que somos hoy. Dios no nos ha llamado porque hablemos con fluidez o tengamos habilidades especiales.
『Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; […]』 Is. 43:1-3
『[…] Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados.』 Ro. 11:25-27
Dios es nuestro Libertador en Sion, y nosotros somos los benditos de Dios en sus manos. Por lo tanto, debemos darle gloria y alabanza constantemente, por bendecirnos con la salvación. Somos pecadores que no podían salvarse a sí mismos, y mucho menos a los demás. Sin embargo, Dios nos salvó y nos invitó a participar en la obra de la predicación de las buenas nuevas para salvación de las almas. Debemos dar gracias y alabar constantemente por usarnos como sus instrumentos para el evangelio.
Como instrumentos de Dios, tenemos que movernos según su voluntad, para que podamos mostrar su gloria. Esto es muy importante. Si Dios nos utiliza, recibiremos honra y alabanza en el mundo (ref. Sof. 3:14-20). Cuando somos usados por Dios como sus nobles instrumentos en sus manos, podemos realizar grandes cosas, como Pablo y Pedro.
No debemos pensar que podemos hacerlo todo por nosotros mismos, como pensó la batuta. No es por nuestras propias obras que somos salvos y llevamos frutos.
Somos como la batuta; Dios nos sostiene en sus manos y nos usa como instrumentos. Solo Dios, nuestro Director, puede crear un sonido gracioso y armonizado. La batuta misma no es quien merece la alabanza, sino el director.
Dios puede usar una partitura enrollada en lugar de la batuta; él puede levantar hijos a Abraham de las piedras (Lc. 3:8) y usar las piedras para revelar su voluntad (Lc. 19:40). Recordando esto, debemos dar más gracias y alabanza a Dios.
『Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.』 Mt. 25:14-17
La Biblia enseña que todas las cosas que tenemos provienen de Dios. Si tenemos algún talento o fuerza, no es algo propio, sino un talento dado por Dios que debemos usar apropiadamente para el bien del evangelio.
Todos tenemos talentos diferentes. Si un pastor no tiene la habilidad para hacer alguna cosa, algún hermano o hermana puede hacerlo, y los nuevos hermanos y hermanas, llenos de celo y gratitud, llevan más fruto que los miembros antiguos. Teniendo en cuenta esto, podemos ver que la obra de Dios depende de la actitud de la persona que Dios ha usado, y no depende de su ministerio o posición, ni de cuánto tiempo tenga en la iglesia. Dios ha prometido recompensarnos según nuestras obras. En cualquier situación que enfrentemos, tenemos que ser fieles a Dios, sin descuidar las pequeñas cosas del evangelio.
Así como un director muestra sus habilidades mediante su batuta, del mismo modo Dios cumple su obra a través de nosotros. Solo Dios es digno de recibir toda la gloria. No obstante, comparte su gloria con nosotros. Pero no debemos pensar que realmente somos dignos de tal gloria. Si neciamente nos glorificamos a nosotros mismos, no entraremos en el eterno reino. En el libro de Apocalipsis, encontramos a los ancianos y a los seres vivientes en el cielo, que constantemente dan gloria a Dios, que vive por los siglos de los siglos.
『Y los cuatro seres vivientes […] no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; […]』 Ap. 4:8-11
“Oh Dios, hemos sido salvos por su gracia. Es suficiente para nosotros. Pero además nos da estas brillantes coronas. No somos dignos de tanta gloria.”
Con este pensamiento, los ancianos se quitaron las coronas y las echaron delante de Dios. Esta es la actitud de los que son dignos de entrar en el cielo.
Dios es nuestro Salvador, digno de ser alabado eternamente (Ro. 9:5). Solo él es digno de recibir gloria y honra.
Nosotros, que estamos en Sion, somos benditos en las manos de Dios.
Debemos dar gracias a Dios constantemente, por tomarnos en su mano como su poderosa batuta y dirigir el universo entero. Y debemos alabar a Dios el poderoso Creador que hizo el universo y todas las cosas que están en él, y nos salvó por su gracia. Dios es digno de recibir nuestra alabanza y gloria por siempre y para siempre, porque él creó y preparó todas las cosas para nosotros.
『Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,』 Ef. 1:3-6
Como vemos, los apóstoles entendieron la gracia de Dios, y le dieron gracias constantemente y predicaron el evangelio, llenos de gozo. Esta es la fe de la iglesia primitiva que tenemos que aprender hoy.
Creo que todos nuestros hermanos y hermanas de Sion practican la palabra: “Estad siempre gozosos”. Es Dios mismo quien nos da el regalo del gozo. Acordándonos de esto, debemos mantenernos sonrientes y alabar a Dios todos los días. Si sonreímos y alabamos a Dios siempre, entenderemos profundamente la providencia de Dios, quien nos da gozo y felicidad, y él no se arrepentirá de habernos salvado, sino que estará completamente satisfecho de nosotros. Encomendemos todas las cosas a Dios y sometámonos bajo su mano, predicando el evangelio al mundo entero como ministros del nuevo pacto.
En 2003, cuando sucedió la tragedia del tren subterráneo de Daegu, durante dos meses nuestros hermanos y hermanas sirvieron comida gratuitamente para los familiares de las víctimas y los consolaron. Escuché muchos comentarios favorables por este servicio voluntario, y especialmente me agradó escuchar que no solo los familiares de las víctimas, sino que también otros grupos voluntarios religiosos estaban profundamente impresionados al ver a los miembros de nuestra iglesia, y que constantemente los felicitaban por dar gloria solo a Dios. Ellos decían que mientras otras personas buscaban su propia gloria, los miembros de la Iglesia de Dios daban gloria solo a Dios, diciendo que Dios les había enseñado a trabajar bien y que les había dado la oportunidad de hacer ese servicio voluntario.
Sin las enseñanzas de Dios, nunca habríamos llegado a ser lo que somos hoy, y la Iglesia de Dios tampoco sería lo que es ahora. Damos gracias a Dios por habernos llamado como sus hijos. Tenemos que dar constantemente gloria y alabanza a nuestro Padre y a nuestra Madre celestiales por guiarnos a todos.
No es por la batuta que se crea un hermoso y armonizado sonido, sino por la habilidad del director. Dios es nuestro Director, que dirige el mundo espiritual; él nos ha utilizado como instrumentos a los que somos del pueblo de Sion. Cuando haya armonía entre nosotros y demos gloria, alabanza, gracias y honra a Dios por todas las cosas, la obra de la salvación de Dios se cumplirá rápidamente.
A fin de predicar el evangelio al mundo entero, en Samaria y hasta lo último de la tierra, todos debemos ser sostenidos en la mano de Dios y ser guiados por él. Aunque la batuta sea de oro, es inútil si el director no la toma en su mano. Guiados por la mano de Dios, creemos una hermosa armonía y llevemos buenos frutos como hijos de Dios.
Cuanto más demos gloria a Dios, más nos usará él. Hermanos y hermanas de Sion, participemos todos en la obra de la predicación del evangelio al mundo entero, orando que Dios nos use para muchas cosas benditas, y alabándolo y glorificándolo siempre.