Desde principios del año nuevo 2010, el movimiento de los diez talentos se ha venido realizando activamente en Corea y en el extranjero. Creo que nuestros miembros de Sion están apoyándose mucho en el Padre y en la Madre celestiales por medio de muchas oraciones y peticiones incluso en este momento, pensando: “¿Cómo debo salvar las diez almas que se me han confiado?”
El movimiento de los diez talentos es el movimiento de salvar almas, el cual Dios nos ha ordenado y nos ha confiado. Este contiene la voluntad de Dios que quiere que estemos alertas y auto controlados, y que preparemos nuestras lámparas con el aceite de la fe lo suficiente para recibir a Cristo con gozo cuando él venga (Mt. 25:1-13). Ahora, a través de la Biblia, tomemos un tiempo para comprender la verdadera voluntad de Dios Elohim que nos ha confiado los talentos.
La Biblia dice que así como fue en los días de Noé, así será la venida de Dios.
『Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.』 Mt. 24:37-39
Las personas que vivían en los días de Noé no comprendían el inminente desastre. En los tiempos de Noé, Dios predijo que destruiría el mundo por agua, pero las personas no creían lo que Dios había dicho. Ya que ellos no creían en esto, solo fueron absorbidos por sus rutinas diarias, comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento. Finalmente, el mundo entero fue cubierto con agua y fue destruido.
Lo mismo sucede en estos días. Aunque existen profecías en la Biblia que muestran que Dios destruirá el mundo por fuego, las personas no creen. Sin embargo, la Biblia nos ha advertido repetidamente acerca de esto desde hace miles de años.
『por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. […] Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz.』 2 P. 3:6-14
La Biblia nos pregunta qué clase de personas debemos ser. Entonces, veamos qué debemos hacer para ser encontrados sin mancha e irreprensibles, en paz con Dios, a través de la situación de los días de Noé.
『Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Dijo, pues, Dios a Noé: […] Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera. Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura. Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero. Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida. […] Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.』 Gn. 6:9-22
Noé era un varón justo en su tiempo, e hizo todo lo que Dios le dijo que hiciera; él construyó un arca y llevó a su familia y toda clase de animales al arca. De igual manera, los que comprendieron hicieron todo lo que Dios les dijo y se prepararon para su salvación. Por otro lado, los que no pudieron comprender, no prepararon nada; no sabían nada acerca de lo que sucedería, hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos.
Dios dijo que sucedería lo mismo en la venida del Hijo del Hombre. Noé obedeció la palabra de Dios y preparó todo. Cuando construyó el arca, preparó madera de gofer según las instrucciones de Dios, y como Dios le había ordenado, cubrió el arca con brea por dentro y por fuera, le puso un techo y una puerta, y la hizo de tres pisos. Como Dios no le había dado la orden de hacer remos o anclas, no había remos, no había mástil y no había timón para dirigir el barco. Noé hizo todo lo que Dios le mandó, por eso pudo obtener la salvación.
Ahora estamos viviendo en una época profética en la cual la venida de Cristo y el juicio están muy cerca. Confiando en la palabra de Dios, estamos preparando muchas cosas. Ya que Dios ha reconstruido Sion y nos ha dado la palabra de la verdad que nos guía a la vida, estamos tratando de vivir devotamente por la palabra de Dios. Al igual que Noé llevó a las personas y a los animales al arca antes del día del juicio, nosotros estamos tratando de salvar muchas almas del mundo entero, yendo a Samaria y hasta los fines de la tierra, gritando: “¡Vengan a Sion!”
Los que han comprendido viven por la palabra de Dios. Esto se debe a que la palabra de Dios contiene la sabiduría que guía a la salvación. Como Noé hizo todo lo que Dios le dijo que hiciera, así también el pueblo de Dios, los protagonistas proféticos de esta época, hacen todo lo que Dios les ha ordenado; ellos serán grabados en el cielo como los que siguieron todo lo que Dios ha dicho, como “los que siguen al Cordero por dondequiera que va” (Ap. 14:4).
Noé preparó madera, brea y mucho más a fin de construir un arca según las instrucciones de Dios. ¿Y nosotros? Para preparar la salvación según la palabra de Dios, necesitamos dedicarnos al movimiento de los diez talentos, el movimiento de salvar almas. Este año, todos y cada uno de nosotros debemos salvar al menos diez almas (cuantas más, mejor) y guiarlas al reino de los cielos, siguiendo la palabra de Dios.
『Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.』 Mt. 25:12-30
En la parábola anterior dicha por Jesús, el señor confió algunos talentos a sus siervos, a cada uno conforme a su capacidad, y les dijo que pusieran los talentos a trabajar. El que había recibido cinco talentos ganó cinco más y entregó a su señor diez talentos. Entonces el señor lo elogió mucho, diciendo: “¡Bien, buen siervo y fiel!”
Además, Dios nos elogia cuando usamos nuestros talentos para el evangelio y ganamos más talentos. Mientras vivimos en este mundo o trabajamos para el evangelio, hacemos muchas cosas. La obra por la cual Dios nos elogia y nos reconoce, es el movimiento de los diez talentos. Espero que en este año, todos ustedes, hijos del cielo, pongan todo su corazón y alma en el movimiento de los diez talentos y recibamos el elogio de “¡bien hecho!” de Dios.
Cuando Jesús vino a esta tierra hace dos mil años y llamó a sus discípulos, les prometió hacerlos “pescadores de hombres”.
『Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.』 Mt. 4:19
Dios quiere hacernos “pescadores de hombres”. Entonces, ¿qué es un pescador? ¿Qué hace un pescador? El que solo mira al pez nadando y pasa de largo, es un espectador y no un pescador. El que solo estudia cómo pescar muchos peces es un investigador y no un pescador. El que solo prepara los implementos de pesca tampoco es un pescador. Solo el que pesca peces puede ser llamado “pescador”.
Pensando acerca de la definición de “pescador”, necesitamos reflexionar si somos pescadores de hombres o los que solo preparan los implementos de pesca, o los que solo estudian cómo pescar peces. Jesús dijo que él nos haría pescadores de hombres, y no investigadores que solo estudien cómo pescar peces. En la luz de la palabra de Dios, el que salva a las almas del pecado puede ser un pescador espiritual. Por lo tanto, si no participamos en la salvación de las almas, nunca podremos ser llamados “pescadores de hombres”.
El movimiento de los diez talentos es una obra que puede realizarse solo cuando creamos absolutamente en las enseñanzas y promesas de Cristo. Si solo hemos mirado de lejos al pez en el acuario, de ahora en adelante debemos unirnos a la obra de pescar peces.
Esto es mucho más fácil comparado con la obra de construir el arca. Se supone que el arca de Noé era de 134 m de largo, 23 m de ancho y 14 m de alto. Incluso no podemos imaginar cuánto gofer y brea debe de haber preparado Noé para construir la enorme nave; fue un tremendo reto de construcción. Incluso con la avanzada tecnología de construcción naval de esta época, no es fácil construir un barco tan enorme. ¿Cuánto más difícil habrá sido en los días en que las técnicas de construcción no estaban desarrolladas? Debe de haber sido muy difícil meter en el arca una pareja de cada criatura viviente, incluyendo animales salvajes.
Aunque no fue una tarea fácil, Noé hizo todos los esfuerzos para cumplirla, porque era la orden de Dios. Lo que Dios nos ha confiado es mucho más fácil que la tarea dada a Noé. Este año, debemos llevar a cabo la misión de los diez talentos como los verdaderos “pescadores de hombres”, como Cristo nos enseñó.
Hace mucho tiempo, un cartero de cierto país vendió miles de cartas a un recolector de papeles en desuso, lo cual ocasionó una tormenta de críticas públicas. El cartero fue llevado ante la corte y finalmente fue a prisión.
Seguramente habrá habido muchas cartas preciosas entre las miles de cartas, incluyendo contratos importantes y cartas urgentes que podían poner en peligro algunas vidas de no ser entregadas a tiempo. El cartero vendió las inestimables e invaluables cartas al recolector de papeles en desuso, solo porque era una molestia para él entregarlas.
Dios nos ha confiado la obra de la predicación del evangelio (1 Ts. 4:2). Las palabras de la verdad escritas en los 66 libros de la Biblia son la carta de Dios, que él mismo hizo que sus profetas escribieran en lugar de él, y envío a todas las personas del mundo. Como “carteros del evangelio” que llevan este precioso mensaje, se nos ha confiado la misión de hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y enseñándoles que obedezcan todo lo que Dios ha mandado (Mt. 28:18-20).
¿No estaremos permitiendo que la preciosa carta caiga en desuso porque encontramos difícil o molestoso entregar la carta o porque tenemos temor de cómo reaccionarán las personas? Dios dijo al hombre que recibió un talento y lo escondió bajo tierra: “¡Siervo malo y negligente!” Así como el cartero fue castigado por el gobierno por descuidar su misión de entregar las cartas, ¡ay de nosotros si no predicamos el evangelio! (1 Co. 9:16).
『Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano.』 Ez. 3:19-20
La misión de un cartero es entregar la carta exactamente en la dirección escrita en el sobre. Entonces, ¿qué sucedería si no entregara la carta y ocasionara daño o pérdida a la persona que supuestamente la debía recibir? Él merecería ser castigado por descuidar su deber, ¿no es así? Además, ¿qué sucedería si no hiciéramos llegar la carta que contiene el mensaje que puede salvar a numerosas almas y hacer volver a los que están destinados a ir al infierno y guiarlos al cielo?
Jamás podríamos escapar de tal responsabilidad. Dios nos ha confiado esta preciosa carta, que debe ser enviada a todas las personas del mundo. Cada uno de nosotros tiene que entregar la carta de Dios al menos a diez personas; en esto consiste el movimiento de los diez talentos.
Algunos dicen que no es suficiente predicar solo a diez personas, y otros pueden sentir que diez son muchos para ellos. Si usted piensa que no es suficiente, puede ganar más de diez talentos. Prediquemos correctamente al menos a diez personas, y ayudémosles a comprender la voluntad de Dios y volver a Sion.
Si el evangelio no es predicado, nadie puede alcanzar el reino de los cielos. Por eso, nuestra misión de predicar las buenas nuevas es realmente importante. Dios considera hermosos a los carteros espirituales que van y predican el evangelio.
『porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!』 Ro. 10:13-15
¿Cómo podrán creer en el Cristo de quien no han oído? ¿Y cómo podrán entender el nombre nuevo y la Nueva Jerusalén de quienes no han oído? ¿Y cómo podrán encontrar Sion sin alguien que les predique? Debemos entregar correctamente la carta en la que están escritas todas estas cosas. Los destinatarios de la carta son todas las personas del mundo. Aunque alguno viva en un valle, debemos ir allá y encontrarlo.
Aún hay muchos lugares en los que todavía no hemos entregado la carta. Este año, llevémosla a toda Corea y al mundo entero. Una vez que vayamos y entreguemos la carta, la persona que la reciba ha de venir a Sion y recibir a Dios Elohim, y avanzar hacia la salvación celestial. Entonces nosotros, el pueblo de Sion, podremos escuchar las palabras de elogio de Dios: “¡Bien hecho!” “Ven y entra en el gozo de tu señor; te premiaré por todos los esfuerzos que has hecho para salvar almas”, en lugar de las palabras: “Su sangre demandaré de tu mano”.
Así como Noé, nosotros, el pueblo de Sion, debemos obedecer todo lo que Dios nos ha mandado, para que todos podamos completar el movimiento de los diez talentos que Dios nos ha encomendado en esta época, y podamos disfrutar de las bendiciones y el gozo de la salvación con todas las personas del mundo. Entonces podremos llegar a ser pescadores de hombres, y no espectadores que solo miren el pez.
Ya que Dios nos ha llamado como pescadores de hombres, todos llevamos a cabo la misión de los pescadores de hombres. Nuestro Padre y nuestra Madre nos han dado ejemplo, y es la tarea que todos tenemos que hacer. Podremos ser pescadores de hombres cuando pesquemos peces sin importar cuán ocupados estemos. Deseo que todos seamos pescadores de hombres este año, a fin de recibir las grandes bendiciones del Padre y la Madre y tener parte en el glorioso banquete del cielo.