Al predicar a Cristo, muchas veces experimentamos las mismas cosas que sucedían en la iglesia primitiva. Investiguemos cómo los apóstoles de la iglesia primitiva predicaban a Cristo, y cómo se les enfrentaban los líderes religiosos de aquellos días. Veamos también quién puede entrar en el reino de los cielos y quién será echado al infierno.
『el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,』 1 Ti. 2:4-5
Pablo puso énfasis en que Jesús era el hombre de sus cartas a Timoteo. Utilizando la palabra“hombre” después de“Jesucristo”, dijo:“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.
En aquellos días, cuando Dios hacía su ministerio como Hijo en esta tierra, casi todos los líderes religiosos esperaban que hiciera su obra en espíritu, y no en carne. Con estas expectativas equivocadas, cayeron en el error de considerar que Dios era incapaz de tener carne y sangre como los hombres; y como consecuencia de su manera de pensar, rechazaron y persiguieron a Jesús y también a muchos cristianos de la iglesia primitiva que creían en él.
No obstante, los apóstoles, que poseían una fe auténtica, testificaron con confianza que todo espíritu que niega que Cristo haya venido como ser humano, es el espíritu del anticristo que proviene del diablo.
『En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, […]』1 Jn. 4:2-3
Los santos y los apóstoles de la iglesia primitiva, creyeron en el hecho de que era natural que Cristo apareciese como un ser humano al venir a esta tierra. Por el contrario, los líderes religiosos los criticaron y se les opusieron, negando que le fuese posible a Cristo venir en carne. Viendo la situación de la iglesia primitiva, pensemos en la razón por la que los apóstoles dijeron las siguientes palabras:
『En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.』Jn. 1:1-14
En el principio era el Verbo, y el Verbo (Dios) vino a esta tierra en carne empleando el nombre de Jesús; él predicó las cosas del cielo a todos los hombres, y testificó la verdad mediante la cual podían ser perdonados y salvos, para que la gente con una fe sincera pudiera creer que él era el mismo Dios, y lo siguiera.
『Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, […]』Fil. 2:5-6
Pablo, reconocido como el apóstol de los apóstoles, creyó firmemente en el hecho de que Jesús era Dios. Del mismo modo, el apóstol Juan testificó que Jesús es Dios, el Verbo en el principio.
Los apóstoles Pablo y Juan vieron a Jesús desde una óptica espiritual, y comprendieron y creyeron que Jesús era en forma de Dios. Ellos son representantes de la iglesia primitiva y ejemplos de fe para nosotros, y todos los cristianos los respetan ahora. ¿Pero cómo eran en aquellos días? Seguían a Jesús, a quien todos despreciaban entonces. Casi todas las personas que viven hoy, reconocen que Jesús es Dios; pero en esos días, la gente lo tenía por un simple hijo de carpintero. A pesar de ello, estos dos apóstoles poseían una fe diferente del resto.
En sus cartas a los santos de Colosas, el apóstol Pablo dio testimonio de que Jesús era Dios, Creador de todas las cosas.
『El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.』Col. 1:15-16
Mientras la gente se burlaba y decía:“¿Cómo Dios puede venir como hombre?”, el apóstol Pablo creía en Jesús y lo seguía como Dios el Creador.
En cualquier época, existen tanto seguidores de la verdad como enemigos de ella. Cuando la gente blasfemaba contra Jesucristo y contra la verdad, afligiendo y persiguiendo a sus seguidores, los apóstoles como Pablo y Juan testificaban constantemente que él era el verdadero Dios.
Todos los fariseos, maestros de la ley y demás líderes religiosos, que poseían cierta autoridad eclesiástica en aquella época, volvieron sus rostros de Jesús y lo rechazaron. No obstante, los apóstoles creyeron en él y lo recibieron, diciendo“en él fueron creadas todas las cosas”,“él es la imagen del Dios invisible”,“él es en forma de Dios”, y“él es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”.
La situación de aquel entonces era totalmente diferente de la actual; era muy difícil tener fe en Jesús en esa época. Hace unos dos mil años, Jesús, cual renuevo, no tenía parecer ni hermosura, ni atractivo para que le deseáramos. El evangelio que predicaba, les parecía una secta a los líderes religiosos.
Hasta ese momento, se utilizaban animales en todas las ceremonias que contenían sacrificios a Dios; en el culto, el pueblo ofrecía sacrificios a Dios con la sangre de animales. Fue por esto que cuando Jesús dijo:“Ya no hay necesidad de la sangre de animales, porque yo he venido”, hubo una gran diferencia entre sus enseñanzas y las ceremonias de sacrificio de ellos. Por esta razón consideraron hereje a Jesús.
Como no reconocieron que Jesús era el Cristo, blasfemaron contra Dios y obstaculizaron su obra de salvación en esta tierra, llegando incluso a maldecir a Dios, diciendo toda clase de males contra él.
『Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.』Jn. 10:30-33
Los líderes religiosos de esos días estuvieron en contra de Cristo, diciendo que siendo hombre se hacía Dios. Los apóstoles, no obstante, reconocieron a Cristo: el apóstol Pablo testificó que Jesús era en forma de Dios, y el apóstol Juan dio testimonio de que Cristo era Dios el Verbo, que existía desde el principio.
Sus pensamientos eran diametralmente diferentes de los pensamientos de los líderes religiosos, que poseían autoridad religiosa; estos pensaban que Dios debía venir en el esplendor de su gloria, y no de la misma manera que un hombre. Sin embargo, contrariamente a sus expectativas, Dios vino como un ser humano, y predicó diciendo:“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, y nos advirtió acerca de las obras inicuas de ellos. Indignados por esto, lo rechazaron. Tuvieron a Jesús como un simple hombre, mientras que los apóstoles lo reconocieron como el verdadero Dios.
Lo mismo sucede en el presente. A través de la historia de la iglesia primitiva, podemos ver que estaba proféticamente anunciado que la venida de Cristo en carne, despertaría resistencias en la gente de esta época también. Veamos cómo Jesús fue injustamente acusado cuando, hace dos mil años, vino a esta tierra en carne y predicó el evangelio, declarando a las personas que creyeran en su nombre.
『Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo. […] Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos. Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley. […] Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos. […] Habiéndole hecho señal el gobernador a Pablo para que hablase, éste respondió: […] no me hallaron disputando con ninguno, ni amotinando a la multitud; ni en el templo, ni en las sinagogas ni en la ciudad; ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan. Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; teniendo esperanza en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos. Y por esto procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.』Hch. 24:1-16
No tenían cargos que levantar contra Pablo, pero lo acusaron por el solo hecho de enseñar una doctrina diferente de la de ellos. Pablo no fue acusado por haber cometido algún crimen, sino por creer en Dios.
En aquellos días, el evangelio de Jesucristo ya se había difundido en toda Jerusalén y en otras regiones. Sin embargo, en ese momento, la gente no reconocía que Jesús fuera en forma de Dios, y lo acusaron injustamente de hereje y de liderar la“secta de los nazarenos”. Los líderes religiosos también llevaron al apóstol Pablo a la corte del gobernador por el hecho de creer que Jesús era Dios. Era natural que ambos grupos se enfrentaran entre sí; porque mientras uno enseñaba que Jesús era el Dios verdadero, el otro se oponía diciendo:“¿Cómo pueden decir que Jesús, siendo un simple hombre, es Dios?”
Espiritualmente, el antagonismo entre los dos se explica como la enemistad entre Dios y Satanás. Cuando Pablo fue llevado a la corte, preguntó qué crimen habían hallado en él. En realidad, no tenían ninguna base para acusarlo; porque él solamente predicaba que Jesucristo era Dios y que se había levantado de los muertos, y que cualquiera que creyera en él no experimentaría la muerte, sino que resucitaría.
Discutiendo con ellos, declaró que seguía el camino que ellos llamaban herejía; pero, en realidad, este camino no era una herejía, ¿no es verdad? Veamos qué dijo Jesús acerca de los que lo llamaron nazareno.
『Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. […] ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.』Mt. 23:13-15
Jesús declaró a los líderes religiosos, que eran valorados y estimados en aquellos días:“¡Ay de vosotros [malditos]!” Él dijo que cerraban el reino de los cielos delante de los hombres, porque, de diversas maneras, impedían que la gente entrase en el reino, diciendo:“¿Cómo Jesús, un simple hombre, puede ser Dios? No tiene sabiduría”. Con palabras tan viles, trataban tenazmente de impedir que la gente tuviera fe en Cristo.
Estos líderes religiosos impedían que las personas reconocieran a Dios, que había venido a esta tierra, y les hacían ser los primeros en estar contra Dios y cometer más maldades que antes. Por eso la Biblia dice que hacen a los hombres dos veces más hijos del infierno que ellos.
Ellos nunca podrán entrar en el reino de los cielos. ¿Dónde están ahora Ananías, Tértulo, los falsos ancianos y todos los judíos que los apoyaron? Están siendo atormentados en el infierno, y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.
La Biblia dice que Cristo aparecerá por segunda vez a los que le esperan (He. 9:28). Los 66 libros de la Biblia dan testimonio de la segunda venida de Cristo. No obstante, los líderes religiosos, quienes tenían autoridad eclesiástica, no lo recibieron.
Con respecto a los tales, Jesús dijo:“Vosotros cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. Les hacéis dos veces más hijos del infierno que vosotros”. Surgieron muchísimas discusiones entre los predicadores del evangelio y los líderes religiosos existentes.
『Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo. Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.』Hch. 5:26-28
Los apóstoles proclamaron que“Jesús es Dios”, y el evangelio fue considerado como una nueva religión que los judíos nunca antes habían oído. Esto ocasionó grandes enfrentamientos entre ellos.
Para los que detestaban la corrupción de los líderes religiosos de aquellos tiempos, el evangelio de Cristo era una refrescante lluvia y el agua de la vida que saciaba su sed. El número de creyentes crecía tres mil o cinco mil cada día.
『resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde. Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil. […] conferenciaban entre sí, diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, señal manifiesta ha sido hecha por ellos, notoria a todos los que moran en Jerusalén, y no lo podemos negar. Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído. Ellos entonces les amenazaron y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, […]』Hch. 4:2-21
En un día, unas cinco mil personas se arrepintieron y recibieron a Jesús como el Salvador. Cuando los líderes religiosos vieron este gran hecho, quedaron profundamente sorprendidos. Tenían miedo de perder su autoridad religiosa; y para ellos, tener o no una verdadera fe en Dios, era un asunto secundario.
Hicieron todos sus esfuerzos para detener a los apóstoles; los arrestaron, amenazaron y advirtieron, además de azotarlos y encerrarlos en prisión. A pesar de todo esto, el número de creyentes crecía más y más. Los apóstoles anhelaban la verdad y deseaban el reino de Dios; y aunque muchos los incriminaban con falsos rumores, esto no logró desalentarlos. El evangelio se expandió a Samaria y hasta los fines de la tierra. El mundo no pudo frenar la obra de Dios.
En los días de Nehemías, Sanbalat y Tobías tomaron la delantera para impedir que los israelitas construyeran el templo. Haciendo escarnio de ellos, dijeron:“Lo que ellos edifican del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará”. De esta manera, ocasionaron muchas aflicciones en Israel. Pero a pesar de estos obstáculos, todos los oficiales y líderes de los judíos continuaron edificando el templo con un solo pensamiento; la mitad trabajaba en la obra, y la otra mitad mantenía la guardia con lanzas y escudos (Neh. 4:1-23).
Cuando sus enemigos oyeron que por fin habían terminado de construir el templo, temieron y se desanimaron, y comprendieron que por Dios se había hecho la obra (Neh. 6:15-16).
En medio de persecuciones y aflicciones, la fe que los apóstoles tenían en Cristo, se encendió aun más. ¿Dónde están ellos ahora? Están siendo consolados por Dios en el eterno reino de los cielos. ¿Dónde está el apóstol Pablo que proclamaba que Jesús era Dios? Está reposando eternamente en el glorioso reino que ninguno ha visto ni oído ni imaginado.
¿Pero dónde están ahora los sumos sacerdotes y líderes religiosos que levantaron falsos cargos de“cabecilla de la secta de los nazarenos” contra Pablo y lo afligieron?
Si muchas religiones tuvieran esperanza en el cielo, no se conformarían con este mundo, sino que perseguirían la verdad de la Biblia. Pero no la siguen, igual que los líderes religiosos de la época de la iglesia primitiva.
Los 144 mil, representados espiritualmente por los materiales del templo, se arrepienten y reciben a Cristo, mirando la luz del Espíritu y la Esposa y oyendo sus voces. Todas las cosas irrazonables que ocurrieron en la iglesia primitiva, están volviendo a suceder en esta época, como estaba profetizado. Pero aun bajo estas difíciles circunstancias, no nos desanimamos, porque Dios nos da valor y consuelo a quienes entraremos en el reino de los cielos. La Biblia dice:
『Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. [“Y apostóse sobre la arena del mar”, versión Sagrada Biblia]』Ap. 12:17
La arena del mar representa a la sociedad humana, sobre la cual gobierna el dragón. Él se para sobre la arena del mar para pelear contra el resto de la descendencia de ella. La lucha espiritual se llevará a cabo; no obstante, la Biblia dice que Dios es poderoso, y que obtendrá la victoria sobre el dragón. El apóstol Juan vio cómo comenzaría la guerra espiritual y cómo terminaría; al final, el diablo será lanzado al lago de fuego y azufre.
La vida es muy corta; no podemos vivir ni cien años.
『Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos.』Sal. 90:10
Entonces, ¿cómo debemos llevar esta corta vida? Tenemos que vivir rectamente ante Dios. Debemos seguir la verdad, aunque nuestro enemigo el diablo nos ponga obstáculos y aflicciones, y aunque la verdad sea calumniada.
Debemos guardar la fe hasta el final, de la manera que lo hicieron nuestros antepasados de la fe y los apóstoles como Pablo, Pedro y Juan. Igual que ellos, nosotros también viviremos felices para siempre junto con Dios y con miles de ángeles en el glorioso reino.
En los días de la iglesia primitiva, cuando los apóstoles, llenos del Espíritu Santo, escribieron la Biblia, colocaron la palabra“hombre” después de“Jesucristo”, y dijeron:“Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es el espíritu del anticristo”. Esto muestra cuánto se burlaron de ellos y cómo los persiguieron, afirmando que Jesús era solo un hombre. Teniendo en cuenta las obras de los apóstoles en aquellos días, tengamos confianza en el nombre de Dios Espíritu Santo, el Salvador de esta época, y proclamémoslo a todo el mundo, como hijos del cielo que entrarán en el reino eterno.