
Mientras más oscuro es, la luz de luna parece más brillante. La luminosa y deslumbrante luna en el cielo nocturno ilumina las calles en la noche y cumple el papel de guía.
La luna no emite ninguna luz. Sin embargo, la razón por la que parece emitir luz es que la luz del sol se refleja en la superficie de la luna.
Cuando la luna recibe luz solar en una pequeña parte de su superficie, se convierte en luna creciente. Cuando recibe luz en la mitad de su superficie, se convierte en media luna, y cuando la luz se refleja en toda la luna, se convierte en luna llena.
“Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz…” Ef. 5:8
Dios es luz. Él alumbra su luz en nuestros corazones oscuros, y nos dice que alumbremos la luz en este mundo oscuro.
Como el grado de oscuridad depende de cuánta luz solar absorba y refleje la luna, la luminosidad del mundo depende de cuánta luz de Dios aceptemos y reflejemos, porque no podemos emitir la luz por nosotros mismos.
Si llenamos completamente nuestros corazones de la luz de Dios, la luz de la gloria de Dios se revelará más brillantemente.
Debemos alumbrar el mundo con buenas obras y veracidad, como los hijos de la luz, hasta que la oscuridad se retire completamente.