
Ju-yeong intentaba ponerse su reloj en la mañana pero no podía encontrarlo por ninguna parte. De repente, recordó que lo había dejado en el cajón del escritorio del aula durante la clase de gimnasia. Tan pronto como llegó a la escuela, lo primero que hizo fue buscarlo en el cajón. Pero no estaba allí. Ya que lo había comprado ahorrando su mesada durante mucho tiempo, estaba muy enojada. Desde ese momento, el reloj era todo en lo que pensaba. Después de considerarlo una y otra vez, recordó que Mi-jeong, su compañera de clase, le había preguntado si podía probárselo, afirmando que le gustaba el reloj. Además, desconfiaba de su actitud: ella había entrado en el aula durante la clase de gimnasia, diciendo que había olvidado traer algo. Pensando en esto, Ju-yeong concluyó que Mi-jeong había tomado su reloj. Cuando otra amiga le dijo a Ju-yeong que quizá lo había dejado en casa, ella insistió enérgicamente en que nunca había hecho eso. Al regresar a casa, Ju-yeong se sonrojó de vergüenza. Fue debido a que su hermana menor le devolvió su reloj, diciendo que sentía mucho haberlo tomado prestado sin avisar.
A fin de corroborar nuestro propio pensamiento, tendemos a aceptar la prueba que lo respalda y excluir lo que se opone a ello. A este fenómeno psicológico se le denomina sesgo confirmatorio. Si creemos lo que queremos creer, podríamos distorsionar la realidad. Para no caer en el error del sesgo confirmatorio, debemos examinarnos para ver si nuestro pensamiento es definitivamente justo o si tiene alguna contradicción.