Después de recibir la verdad, mis valores y normas de vida cambiaron. Teniendo la salvación de mi alma como la meta de mi fe, llegué a esforzarme por llevar una vida recta como hija de Dios y dejé de ocuparme en satisfacer mis deseos mundanos.
Las personas que me rodeaban se sentían frustradas cuando me veían vivir gozosa con esperanza en el cielo, porque no podían entenderme. Cada vez que me encontraba con personas que difamaban la verdad ciegamente, me sentía sola y triste. Pero cada vez que esto pasaba, recordaba estos versículos bíblicos.
“Se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.” 1 R 18:36-37
Elías se quedó solo delante de toda la congregación de Israel y se enfrentó a ochocientos cincuenta profetas de Baal y de Asera. Aunque él tenía una gran fe, imagino que se habrá sentido solo y temeroso, ya que nadie estaba con él. Posiblemente por eso su oración podría haber sido más desesperada. La oración de Elías llegó al cielo y Dios le respondió. Dios mostró a todos los israelitas que Él era el verdadero Dios, y que Elías era el varón de Dios que había hecho todas las cosas por mandato de Él.
La oración de Elías me dio mucha fuerza. Los momentos más difíciles para mí mientras guardaba mi fe fueron cuando la gente me criticaba solo porque creía en Dios Padre y Dios Madre de quienes la Biblia da testimonio claramente. Aun sufriendo injustamente, me cansaba, y a veces desmayaba en el camino hacia el cielo. No obstante oraba, recordando la oración de Elías.
“Por favor, permitan que todas las personas conozcan que el Espíritu y la Esposa son nuestros Dioses, y que yo soy hija de Dios que he predicado el evangelio siguiendo su voluntad. Padre y Madre, por favor, respóndanme. Por favor, respóndanme”.
Sentí que mi corazón confundido se aclaró, y mi espíritu cansado se fortaleció mientras tranquilizaba mi alma, deseando que llegara el día en que esta oración fuera completamente respondida. Cuando la gran meta de la predicación a siete mil millones de personas se proclamó, sentí que Dios estaba respondiendo mi oración fervientemente.
Mi corazón todavía palpita de emoción. Como la respuesta a la oración de Elías, Dios mostró que Él es el Dios vivo ante toda la congregación de Israel. De la misma forma, Dios está respondiendo las oraciones de sus hijos, que quieren que la gloria de Dios brille en todo el mundo en esta época, y está realizando la gran obra a través del movimiento de predicar a siete mil millones de personas. Mi corazón se hincha al saber que estoy viviendo en la época en que las profecías de la Biblia han de cumplirse.