Después de rendir la prueba estatal, a algunos estudiantes de secundaria se les preguntó cuál era su sueño. Sus respuestas fueron diversas: debutar como cantante, viajar por el mundo, comer todo el pollo frito que quiera,
cultivar en el terreno de la escuela…
Entonces, una pregunta más se les hizo. “Si le quedara solo un año de vida, ¿qué elegiría, alcanzar su sueño o ganar 500 000 dólares?” Todos ellos escogieron su sueño; lo consideraban más valioso que cualquier otra cosa.
Por otra parte, a sus padres se les hizo la misma pregunta. El sueño de los padres era viajar con su familia, construir una casa agradable para vivir felices con su familia, conocer a los amigos de sus hijos, etc. Y cuando
se les preguntó cuál elegirían si les quedaba solamente un año de vida, respondieron que elegirían el dinero en lugar de lo que querían hacer. La razón era solo una: para su familia.
El corazón de todos los padres será así. Si es por el bien de sus hijos y por la felicidad de su familia, los padres siempre están dispuestos a aceptar cualquier sacrificio. El sueño de los padres es su familia.