Para convertirse en un buen árbol

Jonathan Hall, de Atlanta, GA, EE. UU.

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Participé en una campaña de plantación de árboles realizado en Loganville, Georgia. La campaña de plantación de árboles es una de las principales campañas del Grupo de Jóvenes Trabajadores Voluntarios de la Iglesia de Dios Sociedad Misionera Mundial (ASEZ WAO), y pretende combatir el cambio climático mediante la plantación de árboles. Mientras hacen el trabajo significativo de proteger nuestro planeta como un hogar para la vida, cada miembro de Sion también aprendió a volverse un buen árbol para llevar buenos frutos espirituales.

Para plantar los plantones, primero teníamos que arar la tierra. El trabajo preliminar requirió el mayor esfuerzo. Mientras retiraba la mala hierba y removía las piedras del suelo, me vino a la mente la palabra de Dios: “Haced para vosotros barbecho” (Os 10:12). Me hizo pensar sobre cuánto trabajo y esfuerzo necesitaba para arar la dura tierra de mi corazón. Decidí suavizar mi duro corazón cultivando constantemente mi carácter, aunque fuera difícil, en obediencia a la palabra de Dios.

Después de plantar los plantones, los atamos juntos, de modo que se apoyaran para sobrevivir a las inclemencias del clima, porque no estaban profundamente arraigados. Esto era similar a cómo debíamos trabajar en unidad. Cuando soportamos juntos las dificultades, podemos volvernos fuertes espiritualmente para permanecer firmes en la fe. Y nuestra unidad nos fortalece enormemente para superar las dificultades que experimentamos en nuestra vida de la fe. Aunque no podíamos encontrarnos frecuentemente debido a la pandemia de la COVID-19, vinimos para cuidarnos unos a otros mejor que antes, comprendiendo lo precioso que es cada miembro. Realmente quiero ser un miembro confiable para apoyar siempre a mis hermanos.

Por último, regamos los árboles plantados. Nos dijeron que les pusiéramos mucha agua sin preocuparnos de que tuvieran demasiada humedad, porque aún no habían echado raíces profundas. Eso me hizo recordar a los miembros que solo habían dado el primer paso en la fe. He aprendido que debo entregar de todo corazón la palabra del agua de la vida de Dios a los miembros nuevos que son como los plantones, para que puedan echar raíces profundas en su fe.

Doy muchas gracias al Padre y a la Madre por permitirme ayudar a proteger el medio ambiente plantando árboles y también por renovar mi determinación en el evangelio. Me esforzaré más para convertirme en un buen árbol que se parezca a Dios.