Entregando joyas en un día como joya
Gangneung, Corea
#1 Nam Ji-eun, desde Gangneung, Corea
Mukho-dong es una aldea montañosa de gran pendiente. Hay muchos callejones estrechos donde hasta las carretillas difícilmente pueden entrar en la aldea. Es casi imposible entregar briquetas de carbón en la aldea. Sin embargo, los miembros de la Iglesia de Dios de la región de Yeongdong de la provincia de Gangwon entregan briquetas de carbón a la aldea cada año. Este año también, más de 200 miembros se unieron a la entrega de briquetas formando una “cadena humana” para ayudar a los ancianos de Mukho-dong a pasar un invierno más abrigado.
No pude entregar briquetas en esta oportunidad debido a mi dolor de espalda crónico. Era una obra voluntaria en la que realmente quería participar, así que me ofrecí para llevar a los miembros al lugar y esperé en el estacionamiento. Gracias a esto, pude ver la imagen completa que no pude ver el año pasado al entregar las briquetas.
En el clima por debajo de -10 °C, los hermanos y hermanas llevaron 2000 briquetas en escaleras estrechas de menos de un metro de ancho, y trabajaron con una cálida sonrisa sin mostrar signos de cansancio en lo más mínimo. Las briquetas fueron llevadas en zigzag desde abajo, y se entregaron a cada casa como si las corrientes de agua se separaran. Fue como arte. El paisaje circundante era realmente agradable porque el mar del Este era visible a simple vista. Sin embargo, las negras briquetas para mantener el calor en el invierno, y los rostros manchados por las briquetas de quienes las entregaron, se veían más hermosos que el mar azul ante los ojos de los ancianos. En efecto, los transeúntes se detenían y levantaban el pulgar, sin escatimar palabras de elogio y ánimo para los voluntarios.
El servicio voluntario concluyó cuando entregaron todas las briquetas y barrieron los pisos sucios. Luego, se rieron juntos en voz alta, al ver los rostros de cada uno cubiertos con el polvo de las briquetas como bigote.
Hemos llevado a cabo servicios voluntarios durante mucho tiempo, pero esta vez fue más especial que nunca. La razón es que encontré a la que fue mi mejor amiga en la primaria. Mi amiga había asistido a nuestra iglesia por unos cien días, siguiendo a su hermana. Sorprendida, dijo: “¿Cómo me reconociste si la mitad de mi rostro estaba cubierto?”. En realidad, pensé en ella muchas veces ya que quería invitarla a Sion. Fue bueno encontrarla allí. Después de terminar el servicio voluntario gratamente, me envió un mensaje de texto en la noche.
“Me sentí contenta de encontrar a mi vieja amiga y aprender la alegría de dar. Espero que recibas mucha bendición y amor de Dios. Cuídate de los resfriados.”
El rostro alegre de mi amiga llegó a mi corazón. Fue un día como una joya, combinado con la alegría de dar y de encontrar a mi vieja amiga.
Amiga, hagamos juntas graciosos rostros con el polvo de las briquetas el próximo año.
#2 Yu Hyeon-seon, desde Gangneung, Corea
El domingo por la mañana, desperté de un dulce sueño y me alisté para ir al servicio voluntario de entrega de briquetas con mis hijas. Escuché que era el día más frío de diciembre, y una densa escarcha en la ventana lo confirmaba.
Ya que hacía frío y el área adonde fuimos a entregar las briquetas era empinada como la montaña Seoraksan, estaba decidido a enfrentar dificultades. Sin embargo, como estábamos muy unidos, no se sentía difícil.
Formamos una fila y continuamos entregando las briquetas. Un diácono puso nombres estupendos a las briquetas, diciendo: “¡Esta es cornalina! ¡Esta es esmeralda! ¡Esta es ónice!”, entregándolas cuidadosamente. Las briquetas eran como preciosas perlas negras para mí, porque eran responsables de mantener calientes a los ancianos en Mukho-dong durante el frío invierno. La cantidad de briquetas, que parecía no tener fin, comenzó a disminuir.
“Ahora el resto de briquetas las entregarán los miembros de allí. Estamos listos para irnos.”
Bajando las escaleras con los miembros que estaban en la misma fila, vi el paisaje de Mukho, que no pude ver cuando subía las escaleras.
“¡Oh, fuimos voluntarios en un lugar tan maravilloso!”
Las casas fueron arregladas como una imagen en una colina empinada, y el mar estaba abierto. Me sentí como un personaje de una pintura.
Poco tiempo después, se entregaron las 2000 briquetas de forma segura. El cálido sol brillaba sobre los hermanos y hermanas que sonreían con orgullo y sobre los ancianos que estaban felices de ver sus almacenes llenos de briquetas.