Si abre sus oídos, se abrirá su corazón

Para comunicarse bien, necesita escuchar. A la gente le agrada más alguien que escucha en lugar de alguien que habla bien.

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Todo tiene su compañero: profesores y estudiantes, pacientes y médicos, vendedores y compradores, y líderes y seguidores. Lo mismo se aplica para las conversaciones: hablantes y oyentes.

Una conversación consiste en hablar y escuchar; un hablante y un oyente intercambian palabras entre sí, lo cual se denomina comunicación. Sin embargo, la mayoría malinterpreta que la comunicación se centra en hablar y prestan menos atención a escuchar. Un discurso unilateral no es una conversación, sino una declaración u obligación.

Si no escucha a la otra persona y solo vierte sus palabras, podría sentirse bien por un momento, pero al final perderá la comunicación con la gente a su alrededor. Si no presta atención a la otra persona o está distraído, el hablante podría desanimarse y sentirse ofendido al pensar que lo está ignorando. Si la persona atraviesa dicha experiencia en muchas ocasiones, ya no querrá conversar con usted.

“Tenemos dos oídos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos.”

Como el Talmud enseña, lo necesario para una comunicación sincera es escuchar con atención, y no la elocuencia. Escuchar atentamente significa escuchar al otro y entender su intención y deseo escondidos en sus palabras. Cuando presta atención a los demás, puede comunicarse bien y desarrollar relaciones estrechas con ellos.

El efecto positivo de escuchar con atención

Se dice que escuchar con atención es la mejor sabiduría que gana los corazones de las personas. Todos desean ser reconocidos. Cuando transmite sus pensamientos y sentimientos a través de palabras, si la otra persona concuerda con usted, siente que ha ganado su entendimiento y reconocimiento. Por ello, es natural abrirse a aquellos que responden favorablemente a sus historias. La contraparte confiará más en usted si lo escucha en vez de hablar con fluidez.

En ocasiones, puede resolver las preocupaciones y los conflictos del hablante con solo escuchar. Cuando personas con problemas mentales visitan clínicas psiquiátricas, los psicoterapeutas se enfocan en escuchar sus historias, abriendo ambos oídos. La razón por la cual los psicoterapeutas se concentran en escuchar más que en hablar, es que escuchar con sinceridad es más efectivo que brindar consejos o soluciones especiales en el tratamiento. Hubo un caso en el que un hombre trataba de acabar con su propia vida, pero finalmente se salvó porque un policía lo ayudó a abrirse, escuchándolo activamente.

La importancia de escuchar también se encuentra en las obras del rey Sejong el Grande. El rey consideró que escuchar a los demás era la virtud fundamental de un líder, así que abría sus oídos y escuchaba la voz de su pueblo, revisando directamente sus apelaciones de todas partes del país y tenía encuentros con los oficiales de bajo rango. Antes de establecer un sistema tributario, organizó una encuesta a gran escala para leer la mente de su pueblo. En consecuencia, consiguió logros sobresalientes en diversos campos como ciencia, música y estudio, sin mencionar la creación del Hangul (alfabeto coreano), y permanece como un rey bueno y sabio que lideró un reino de paz.

Si escucha a otros atentamente, no solo beneficia a los demás, sino que también le permite convertirse en una mejor persona. Existe una gran diferencia entre una persona que considera molestas las palabras de sus padres y una persona que las adopta como consejos de sus experiencias. Cuando presta atención hasta a las palabras de un niño, descubrirá algo que aprender incluso de ellos. Podría pensar que es una pérdida de tiempo escuchar a los demás, pero las experiencias de los demás pueden ayudar en su vida. Desde este punto de vista, escuchar es una educación gratuita de por vida.

Escuchar no es sencillo

Las personas prefieren hablar en lugar de escuchar. Es por eso que a las personas les agradan aquellos que los escuchan. Si se siente bien, tiende a hablar mucho. Y cuando expresa sus pensamientos y sentimientos con palabras, su cerebro trabaja activamente y usted se emociona.

Por el contrario, escuchar a otros a menudo puede aburrirlo o frustrarlo. Si hay alguna oportunidad, preferiría cambiar el flujo de la historia y regresar a la suya. Si la otra persona dice algo diferente de lo que usted piensa, podría interrumpir y hablar en contra de ello antes de que la otra persona termine su oración.

El carácter chino 聽 significa escuchar. Este carácter consta de seis palabras: 耳 (oído), 王 (rey), 十 (diez), 目 (ojo), 一 (uno) y 心 (corazón). Esto indica que “un oyente debe dar oído al hablante como si estuviera escuchando a un rey, prestar atención como si tuviera diez ojos y tener un mismo corazón con el hablante”. Si simpatiza con el hablante con su cuerpo y mente y no solo con sus oídos, entonces el acto de escuchar se completa.

La empatía no significa necesariamente que deba tener la misma opinión que otros. Aunque no concuerde con los sentimientos y pensamientos de la otra persona, si trata de entenderlo y reconocerlo en el plano emocional, es bastante bueno. Si considera que los pensamientos de alguien deben ser iguales a los suyos, no puede escuchar. La actitud de insistir en que su opinión es correcta, ignorando las diferencias de generaciones, creencias, conocimiento, etc., es el mayor obstáculo para escuchar.

A la gente le resulta complicado escuchar a aquellos que son más jóvenes o de rango inferior. Eso se debe a que inconscientemente se vuelven arrogantes e intentan tratarlos con autoridad. En resumen, escuchar necesita paciencia y humildad. Y se requiere práctica y esfuerzo porque no es sencillo.

Actitudes para escuchar

① Estén frente a frente

Si dice: “Dime, te estoy escuchando”, mientras ve la televisión o su teléfono móvil, o mientras hace otras cosas, el hablante perderá la voluntad de hablar. Lo mismo ocurre si mira algo más durante el diálogo. Escuchemos a la otra persona no solo con nuestros oídos sino también con ojos gentiles. Las expresiones de los ojos y del rostro y los gestos pueden ayudarle a comunicarse mejor.

② Vacíe su mente

Las conversaciones deben empezar como una hoja en blanco. Deseche sus prejuicios contra la otra persona, la intención de cambiar los pensamientos del otro, la idea de que usted sabe más que el otro, pensamientos distractores, etc. Si escucha con el corazón: “No tengo idea sobre eso, explícame”, la otra persona podrá hablar con comodidad.

③ Reconozca a la otra persona

La pregunta: “¿Está escuchando a la otra persona?”, es la misma que: “¿Lo reconoce?”. Aunque el pensamiento del otro difiera del suyo, no lo refute ni señale sin cuidado, en cambio, respételo. Puede escuchar el verdadero corazón si reconoce y respeta a la otra persona como un ser humano completo.

④ Escuche hasta el final sin interrumpir

Incluso antes de que la otra persona termine de hablar, podría regañarlo: “No deberías hacerlo así”, y sugerir una solución. Cuando surge algo que decir de repente, interrumpe a la contraparte. Pero esto rompe el flujo de la conversación. Deje ir los pensamientos que surjan y concéntrese en lo que está diciendo la otra persona. Para una buena conversación, tiene que escuchar al otro, conteniéndose.

⑤ No juzgue

Durante el diálogo, la gente a menudo supone los pensamientos o intenciones de la otra persona mientras escucha, y juzga precipitadamente entre lo correcto y lo incorrecto. Su experiencia y la de los demás no pueden ser la misma. Solo porque la situación de la otra persona sea similar a lo que usted ha atravesado, no significa que pueda juzgar precipitadamente como si lo supiera todo.

⑥ Responda con sinceridad

El hablante observa constantemente la respuesta de la otra persona mientras habla. Si no responde, el hablante se sentirá confundido sobre continuar hablando o no. Cuando la otra persona habla, no solo debe escuchar, sino también asentir con la cabeza o mostrar que está escuchando. Si responde activamente, el hablante podrá sentir que ambos se comprenden.

Cuando escuche a los demás, hágalo atentamente. Cuando hable, tenga en cuenta que necesita tener cuidado de que la otra persona no se sienta ofendida o herida. Nadie quiere escuchar palabras negativas, duras o agresivas.

Se dice: “Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar”. Y Confucio también expresó: “A los sesenta, los escucho con un oído dócil”. Así que, escuchar a los demás es una habilidad que necesita ser constantemente entrenada y aprendida durante toda la vida.

Para una vida mejor, debemos estar siempre listos para escuchar a nuestra familia. Escuchar agrega felicidad a los cónyuges, complace a los padres, y hace que los hijos enderecen los hombros. Escuchar a sus seres amados es un mensaje cálido que dice: “Usted es precioso para mí”.