El amor del pastor

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“Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” Lc. 15:3~7

En el caso de las ovejas, si una se aleja de su rebaño, es muy difícil que sobreviva. Ya que no tiene sentido de orientación ni capacidad de protegerse, no sabe cuándo va a ser devorada. El pastor, que lo sabe muy bien, se apresura a salir a buscar a su oveja solitaria y perdida, antes de que suceda algo malo, dejando a las noventa y nueve ovejas.

Generalmente, una oveja que se aleja de su rebaño tiene una debilidad o un carácter rebelde. Entonces, es probable que el pastor se sienta enfadado por tener que cambiar de camino dejando a sus ovejas obedientes para ir en busca de su oveja por todo el campo y las montañas. Sin embargo, el pastor busca ansiosamente a su oveja perdida con todas sus fuerzas, y al encontrarla, la pone sobre sus hombros aunque la oveja pesa mucho, estando muy gozoso y nada malhumorado. Y después de llegar a casa, ofrece un banquete, entonces sería posible silbar camino a casa.

Nosotros, que andábamos según nuestra propia manera, nos hemos reunido en un redil de salvación por el amor de Dios, que el mundo ni siquiera merece. Nunca debemos olvidar ese gran amor de Dios hacia nosotros, que no somos nada. Esperamos que en este año, todos puedan cumplir todo lo que complace a Dios.