La universidad de Wisconsin-Madison en los Estados Unidos realizó un experimento en niños con edades de siete a doce años. Cuando se les pidió resolver problemas de matemáticas frente a extraños, estaban muy nerviosos y no pudieron resolverlos bien.
Después de eso, los niños fueron divididos en tres grupos. Un grupo de niños habló con su mamá por teléfono, otro grupo vio a su mamá en fotografías, y el otro grupo estuvo con su mamá. Cuando resolvieron los problemas de matemáticas después de eso, los tres grupos de niños tuvieron un rápido incremento en los niveles de oxitocina. La oxitocina es una hormona que ayuda a sentir familiaridad, estabilidad y felicidad. Tan solo con mirar a su mamá en las fotografías, los niños sintieron como si estuvieran con ellas y pudieron resolver los problemas con tranquilidad.
No solo los niños consideran especiales a sus mamás. Un equipo de investigación conjunta entre la Universidad de Toronto en Canadá y la Universidad de Winchester en Inglaterra realizó un experimento en veinte adultos con la edad promedio de treinta y cinco años; ellos vieron imágenes por resonancia magnética (IRM) después de mostrarles a los adultos fotografías de sus madres, padres, celebridades y extraños sucesivamente. Como resultado del experimento, la parte del cerebro de los participantes que se encarga de la cognición y emoción fue más activa cuando vieron a sus madres en las fotografías.
Son nuestras madres quienes siempre están grabadas de manera especial en nuestro cerebro no solo en la infancia, sino también en la adultez.