Cuando nos vemos más adorables

Lee Jeong-yeon, desde Bucheon, Corea

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Hay algo que contiene mis vívidos días de infancia. Es una cinta de vídeo grabada por la videocámara que papá compró hace unos veinte años. Desde la aparición de los teléfonos inteligentes, la videocámara había estado fuera de la vista por mucho tiempo, y el dispositivo de identificación de cinta no funcionaba. Tenía curiosidad por los vídeos que contenía, así que encontré una empresa que convierte el vídeo en archivo digital.

Una semana después, llegó a casa la memoria USB con los vídeos. Todos los miembros de mi familia se reunieron frente al televisor con entusiasmo y reprodujimos el vídeo. Todo mi cuerpo estaba oscuro por las quemaduras de sol, y estaban mi hermana menor, a la que se le habían caído los dientes, y mi última hermana, que acababa de cumplir un año. Al ver nuestra época de infancia en el vídeo, no pudimos evitar reírnos. ¡Qué infantiles eran nuestras acciones! Al vernos a las tres bailando sin música como queríamos, todos comenzamos a reír.

El problema fue que nuestras malas acciones también habían sido captadas. Pelearse solo por un juguete, arrugar los materiales de estudio en casa porque no queríamos hacer eso, derramar agua sin remordimientos, etc. Mis hermanas menores eran solo niñas que ni siquiera estaban en la escuela, por lo que se veían lindas con todos sus comportamientos; pero yo me sonrojé por mis acciones, porque ya era estudiante de primaria. Sin mencionar que trataba a los adultos de mala manera, incluso dejé caer a mi hermana menor al suelo después de cargarla en mi espalda, e hice llorar a mis hermanas por nada.

Las acciones del pasado ​​que quería negar, se mostraron ante mis ojos. Inútilmente traté de leer la mente de mi madre en la escena en la que actué irritada, mirando con enojo la videocámara. Pero mamá se veía feliz mirándola. Ella solo sonreía en cada escena, repitiendo “oh, qué lindo” o “qué bonito”. Incluso dijo con alegría: “Extraño esos días cuando todas actuaban muy lindo”. Parecía que los recuerdos de mamá se habían hecho más hermosos que las cosas reales.

En nuestro tiempo libre, nos reunimos para ver el vídeo. Cuando terminamos de ver el vídeo de once horas, le pregunté a mi mamá cuál era la escena más impresionante. El vídeo contiene muchos recuerdos, incluidas las fiestas patrias que pasamos con el padre fallecido de mamá y las vacaciones de verano que pasamos con nuestros parientes, así como la vida diaria de nuestra familia. Mamá reflexionó un rato y eligió la escena en la que mi hermana menor se le acercaba llorando y hundiendo el rostro en las rodillas. La razón era simple.

“Es porque ella me necesitaba.”

Ahora puedo ver por qué nuestra infancia traviesa permanece en su memoria como los días en que nos veíamos más adorables. En el vídeo solíamos llamar a mamá mientras montábamos bicicleta, mientras bailábamos alegremente y mientras nos frotábamos los ojos soñolientos después de despertarnos. Debido a que mamá siempre fue nuestro número uno, debe de haber estado muy satisfecha y complacida con esos días. No obstante, también debe de haber estado muy agotada mientras cuidaba a tres niñas pequeñas en ese entonces.

Ahora que todas hemos crecido, me pregunto qué es lo número uno en nuestra mente. Aunque hemos crecido físicamente, siempre debemos buscar a mamá tal como lo hicimos en nuestra infancia, para que estos días también permanezcan en la memoria de mamá como otra hermosa escena.