Nunca abandonemos el reino de los cielos

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Los israelitas hicieron un becerro de oro cuando vieron que Moisés, que había subido al monte Sinaí, tardaba en descender del monte. Esaú vendió su primogenitura por un guiso rojo, al no poder soportar su hambre. Demas abandonó la verdad, amando al mundo…

Todos estos son personajes de la Biblia que comenzaron a caer en desgracia desde el momento en que abandonaron lo que era verdaderamente precioso y valioso para ellos.

“Hice mi mayor esfuerzo. Ya es suficiente. No puedo seguir haciéndolo”.

Hay momentos difíciles en que sentimos que queremos “renunciar”. Sin embargo, incluso en esos momentos hay algo a lo que nunca debemos renunciar: el reino de los cielos, el fin de nuestra fe que debemos alcanzar.

La bendición de ser el real sacerdocio del cielo es el regalo de Dios para los que nunca abandonan el reino de los cielos sin importar qué dificultades y aflicciones les acontezcan. La Madre celestial desea que todos sus hijos sean los protagonistas que reciban el regalo, por eso constantemente nos permite recordar el reino de los cielos, y siempre está con nosotros alentándonos. Así que esforcémonos un poco más para recibir la bendición del glorioso reino de los cielos que no es comparable con nuestras aflicciones del tiempo presente, y de esta manera los esfuerzos de la Madre no serán en vano.

“Lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones.” Ap 2:25-26