
Un hombre de negocios exitoso tuvo la oportunidad de comentar sobre cómo pudo llevar su negocio al éxito. Un periodista le solicitó al empresario una entrevista y le pidió que le respondiera en una frase.
—¿Cuál fue el secreto de su éxito?
—Tomé una excelente decisión.
—¿Cómo pudo tomar una excelente decisión?
—Gracias a las buenas experiencias.
—¿Cuáles fueron esas buenas experiencias?
—Los momentos en los que tomé la decisión equivocada.
No podemos tomar solo decisiones excelentes mientras vivimos en esta tierra. Podríamos fracasar por una mala decisión. El problema es cómo lo manejamos. Cuando fracasamos, ¿qué tal si pensamos que acabamos de desarrollar nuestra fuerza interior en lugar de sentirnos desanimados o arrepentidos? Entonces, el fracaso ya no será un antónimo de la palabra éxito, sino el paso anterior a este.