Un maestro llevó a sus discípulos a un campo en el que había crecido demasiada maleza, para darles una última enseñanza antes de despedirse de ellos.
Señalando el campo, el maestro preguntó: —¿Cómo pueden deshacerse de la maleza? Ya que era la última lección, los discípulos esperaban una gran enseñanza, pero parecía una pregunta simple, así que respondieron con descuido.
—Podemos arar el campo con palas o picos. —Sería mejor quemarla en el fuego. —Podemos simplemente arrancarla.
Asintiendo con la cabeza, el maestro dijo a sus discípulos: —La maleza, como la codicia, el egoísmo y el odio, puede crecer en el corazón de las personas. La tarea para la última clase es regresar y tratar de deshacerse de la maleza de su corazón, utilizando el método que sugirieron. Y un año después, volvamos a encontrarnos aquí.
Un año más tarde, los discípulos, que estaban angustiados por la maleza que había crecido en sus corazones, se reunieron nuevamente en el lugar. Sin embargo, el campo que solía estar cubierto de maleza, se había convertido en un campo de trigo. Y había un cartel con las siguientes palabras:
“Una excelente manera de deshacerse de la maleza es sembrar trigo y cuidarlo en el mismo campo. Es lo mismo con la maleza que crece en nuestro corazón.”