En la década de 1900, hubo un hombre que soñaba con ser escritor. Mientras se desempeñaba en varios trabajos de oficina y ventas, escribía siempre que tenía tiempo y enviaba sus escritos a una editorial cada vez que terminaba uno. No obstante, era rechazado cada vez que presentaba su trabajo. Recibió más de setecientas cartas de rechazo. Casi todas las editoriales ya habían recibido su obra.
Aquella no era una época en la que se pudiera escribir y editar cómodamente en una computadora como ahora, así que debe de haber sido muy difícil escribir tantas novelas hasta para una persona talentosa. Sin embargo, mientras continuaba escribiendo historias a pesar de los repetidos fracasos, una editorial aceptó su obra número 744 y finalmente cumplió su sueño de ser escritor.
Esta es la historia del escritor inglés John Creasey. Su pasión no se enfrió ni siquiera después de establecerse como escritor. Era famoso por haber publicado más de seiscientos libros con veintiocho seudónimos hasta su muerte, e incluso irrumpió en el mundo editorial estadounidense. La Asociación Británica de Escritores de Crímenes incluso otorgó un premio honorífico en su memoria.
Cuando un sueño se combina con pasión, algún día se convierte en realidad. Mientras tengamos pasión, el fracaso es un trampolín que nos hace acercarnos más a nuestro sueño.