
Una bebé águila curiosa y habladora saludó a Papá águila, que acababa de regresar al nido después de volar, y le preguntó.
“Papá, ¿puedo volar tan bien como usted?”
“Papá, ¿puedo volar a esa montaña distante en un suspiro?”
“Papá, ¿también puedo tener el título de ‘rey del cielo’?”
“Papá, ¿puedo sentirme libre, dejándome llevar por el viento?”
“Papá, ¿cómo se siente cuando mira el suelo desde el aire?”
“Papá, ¿cuándo puedo usar mis dos alas? Mis alas son pequeñas y débiles…”
Papá águila, que miró con afecto a su cría que no le daba oportunidad de responder, dijo:
“¿Por qué no encuentras las respuestas tú misma? Ahora, mira el lugar más lejano que puedas ver y extiende tus alas lo más que puedas. Luego salta del nido y vuela hacia el cielo lo más fuerte que puedas. La única forma de fortalecer tus alas pequeñas y débiles es aletear.”