El techo de una casa se rompió por un fuerte tifón. El dueño de la casa ni siquiera podía pensar en reparar el techo, aunque cada vez que llovía el tejado dejaba pasar el agua. El dueño pensó: “Cuando deje de llover, repararé el techo”. Sin embargo, cuando cesó la lluvia, cambió de opinión una vez más al ver el cielo despejado: “Esta semana, necesito deshierbar el campo, así que lo repararé la próxima semana”. Una semana después, el dueño de la casa incluso lo consideró molesto. “No lloverá por un tiempo, así que lo repararé en la temporada de lluvias.” Mientras lo posponía una y otra vez, la temporada de lluvias regresó y la casa quedó en mal estado por las fuertes lluvias.
El psicólogo británico Richard Wiseman encuestó a tres mil británicos para ver cómo implementaban sus resoluciones de año nuevo. Alrededor del 12 % mantuvo sus resoluciones para el año. Eso es aproximadamente uno de cada diez.
Cuanto más posponga lo que tiene que hacer, más probable es que no lo haga. A esto se le llama ley de la intención decreciente. Si espera la preparación perfecta, es posible que ni siquiera pueda empezar. Si siente ganas de hacer algo, ¡ahora es el momento de comenzar!