La educación para el príncipe heredero de la dinastía Chosun de Corea era muy estricta. El príncipe tenía que ser meticulosamente instruido porque era el pilar que se convertiría en rey en el futuro y la figura que mantendría el destino de la dinastía.
La educación se iniciaba con la formación prenatal. Cuando la reina tenía un hijo, era prudente en su conducta. Leía en voz alta las enseñanzas de los sabios grabadas en tablas de jade, escuchaba las representaciones de los músicos de la corte, y asimismo comía delicadamente. Cuando nacía el primer príncipe, un instituto llamado Boyangcheong quedaba al cuidado del príncipe y lo criaba. Cuando cumplía cuatro o cinco años, otro instituto denominado Ganghakcheong se encargaba de su educación primaria.
Después de que el príncipe era proclamado príncipe heredero, recibía educación formal. Tomaba instrucción tres veces al día impartida por más de veinte maestros altamente respetados con libros como Cheonjamun (texto de mil caracteres), Hyogyeong (libro del deber filial), Sohak (aprendizaje primario) y libros de historia. Además, había educación informal y pruebas ocasionales. El príncipe no tenía tiempo para descansar, aprendiendo excelentes habilidades en diversos campos como la música, el arte, la equitación y la arquería.
El propósito de toda esta educación era hacer que el príncipe fuera un rey gentil con buen carácter y habilidades en lugar de que adquiriera el conocimiento mismo. No es exagerado decir que un rey bueno y sabio no nace sino se forma en un riguroso proceso.