Usted puede comunicarse con su hijo

Lo que un niño realmente desea de sus padres es que lo comprendan

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Un hogar con un niño casi nunca es tranquilo. Una vez que este empieza a comprender el significado de lo que la gente dice y a expresar sus opiniones, se inicia una seria lucha entre él y sus padres. Aunque un niño sea muy encantador, si actúa con terquedad y hace berrinches, sus padres podrían querer dejar todo atrás y salir sin rumbo fijo.

Quizá sea natural que un niño se porte mal. Ya que también es un ser humano, desea ciertas cosas y piensa a su manera. Aunque un niño sea inmaduro mental y físicamente, tanto que necesite a alguien que lo guíe de la A a la Z, no debe menospreciarlo solo porque es joven; en cambio, necesita ayudarlo a pensar y comprender. Si trata a su hijo creyendo que él debe escucharlo de todas maneras, pensando: “¿Qué puede saber un niño?”, entonces sus conflictos con él nunca terminarán.

“Si queremos que nuestros hijos comprendan lo que hay en nuestro corazón y tener un diálogo sincero con ellos, necesitamos considerarlos como seres humanos que tienen discernimiento, que entienden lo que decimos, y que deben ser respetados”, afirma el psicoanalista Claude Halmos. Pero esto no significa que deba tratarlo como un adulto ni convertirse en su amigo. Los padres deben tener autoridad hasta cierto grado y son responsables de conducir a sus hijos por el camino correcto. La manera de hacerlo es mediante una conversación amistosa.

Lo que los niños realmente desean

Cuando alguien atraviesa momentos difíciles, la gente suele decirle “ánimo”. Sin embargo, a veces sería de mayor consuelo escuchar: “Debe de ser difícil para usted”, que es una expresión que comprende cómo se siente. Lo mismo sucede con los niños. Si su hijo no puede conseguir lo que desea, expresará su sentimiento lloriqueando, dando rienda suelta a su ira, o gritando. Cuando hace esto, si usted dice palabras de comprensión en lugar de intimidarlo diciéndole: “¡Deja de llorar!”, o criticarlo, pronto se sentirá mejor.

Un niño cuyas emociones son reconocidas por sus padres, crece fuerte psicológica y mentalmente. Por el contrario, un niño cuyos pensamientos y sentimientos no son reconocidos durante su crecimiento, acumulará ira en su corazón. Su ira consigo mismo se convierte en un sentimiento de inferioridad, y su ira por los que lo rodean puede expresarse como un comportamiento antisocial o conflictos.

Es más probable que un niño siga a las personas que más le agraden, que a lo que es correcto y razonable, y no hace falta decir que quienes le agradan son aquellos que entienden lo que hay en su corazón. Si los padres muestran primero a su hijo su vínculo familiar, este puede sentirse unido a ellos. Cuando no hay sentido de conexión, aunque los padres le enseñen lo que es correcto, el niño no querrá escucharlos. Más importante que cualquier otra cosa es que los hijos tengan confianza en sus padres, que su madre y su padre siempre lo entiendan y apoyen. Ese es el comienzo de una conversación.

Cómo tener una conversación empática con los hijos

1. Abra sus oídos ampliamente

Con el solo hecho de que los padres escuchen a sus hijos, estos sentirán que son amados y pondrán su confianza en ellos. A veces, si los padres escuchan el problema de sus hijos con especial cuidado, pueden realmente ayudarlos a resolver sus problemas y desarrollarse. Cuando los padres escuchan, deben prestar atención a lo que sus hijos dicen, con el propósito de entenderlos. Si miran con ojos llenos de amor, asienten y aceptan con entusiasmo, diciéndoles: “¿En serio?”, o: “Tienes razón”, entonces será más efectivo.

Si los padres no están en condiciones de prestar atención a lo que sus hijos tratan de decirles, deben excusarse, preguntando: “¿Podemos hablar más tarde? Lo siento, pero tengo que hacer esto primero”. Esto sería mejor que escucharlos con indiferencia mientras hacen algo más o decirles: “¿No ves que estoy ocupado? ¡Sal de aquí!”.

2. Responda las preguntas de sus hijos con toda sinceridad

“Mamá, ¿qué es esto?” “Papá, ¿para qué sirve esto?” Los niños tienen muchas preguntas porque están llenos de curiosidad. Ellos repiten “¿por qué?” hasta recibir una respuesta satisfactoria, y a menudo hacen preguntas extravagantes. Si los niños hacen preguntas, los padres deben responderles con toda sinceridad. La respuesta no necesita ser científica ni profesional.

Mientras la explicación sea suficientemente buena para que el niño comprenda, será buena. Cuando los padres responden suficientemente las interrogantes de sus hijos, estos se sienten respetados.

Si los progenitores no prestan atención a sus preguntas o se molestan y dicen: “No necesitas saber eso”, los niños perderán confianza y dejarán de preguntar. En algunos casos graves, incluso podrían dejar de pensar, para que sus sentimientos no sean heridos cuando pregunten. Si es difícil responder la pregunta, los padres pueden devolverle la interrogante: “¿Qué piensas tú?”, y ayudarlos a encontrar la respuesta por su cuenta.

3. Elogie a sus hijos

Los elogios agradan a la gente, animan y hacen sentir reconocimiento. Los efectos positivos de los elogios son incluso mayores en el caso de los niños porque pueden aprender cuál es el pensamiento y el comportamiento correctos. Si elogia a su hijo por su buena conducta, él tratará de hacerlo con más frecuencia. Naturalmente, el mal comportamiento disminuirá gradualmente.

Si elogia a su hijo, necesita ser específico y concentrarse en el proceso. Si solo dice “eres un genio”, o “eres grandioso”, entonces su hijo podría no saber por qué lo están elogiando. Trate de ser más específico. Por ejemplo, si dice: “Eres grandioso porque hiciste tu mejor esfuerzo”, “Me encanta verte saludar cortésmente”, o “Mamá está feliz porque guardaste tus juguetes”, entonces su hijo podrá entender por qué lo están felicitando y se sentirá bien.

4. Cumpla sus promesas sin falta

Cumplir una promesa es la acción más importante que genera confianza. Por lo tanto, una vez que prometa algo a su hijo, no importa lo pequeño que sea, debe cumplirlo. Los niños difícilmente olvidan las promesas que sus padres les hacen, e incluso recuerdan lo que les dijeron de manera vaga. Esto significa que si toma ligeramente su promesa y no la cumple, su hijo perderá la confianza en usted. Si cree que no podrá mantener su promesa, sería mejor no hacerla desde el principio.

Si no cumple su promesa por alguna razón inevitable, necesita explicar detalladamente por qué no pudo cumplirla. De su actitud, su hijo aprenderá la importancia de una promesa. También es importante expresar lo mal que se siente de no poder cumplirla, de modo que su hijo pueda tener un sentimiento de afinidad.

5. Discurso calcado

El “discurso calcado” es repetir lo que los demás dicen. Si su hijo exclama: “No me gusta tener tanta tarea”, o “no me gusta ir a la escuela”, intente decir: “No te gusta tener tantas tareas, ¿verdad?”, o: “Supongo que algo no te gusta de ir a la escuela”, en lugar de: “¿Qué te pasa?”. Entonces él abrirá su corazón de manera natural, al saber que sus padres comprenden cómo se siente. También puede tener una conversación continua utilizando el discurso calcado. “Papá, ¿sabe qué estoy dibujando?” “¿Qué estás dibujando?” “Es un automóvil.” “¡Oh, es un automóvil!” “También puede transformarse.” “Oh, ¿también puede transformarse?” Si usa bien el discurso calcado, podrá tener un vínculo de simpatía con su hijo y una extensa conversación con él.

¿Qué debo hacer en estos casos?

1. Cuando su niño llora y le pide lo imposible

No es correcto darle lo que quiera solo para que deje de llorar temporalmente. Si usted cree que no debe darle lo que su hijo le pide, debe mostrarle una actitud coherente. Si lo hace así, su hijo entenderá que no funciona obstinarse y se dará por vencido. Si los padres le permiten todo cuando están de buen humor, pero se molestan cuando están de mal humor, entonces el niño tratará de leer el rostro de sus padres y buscará la oportunidad para lloriquear. Es mejor que usted haga alguna otra cosa mientras deja que su hijo llore solo. De esta manera, podrá darle un tiempo para controlar sus emociones, y también podrá prevenir que muestre sus sentimientos excesivamente. Cuando se tranquilice, dele un abrazo y explíquele lo que es correcto e incorrecto. Necesita hacerle entender por qué lo dejó solo, no porque no lo quiera sino porque desea corregir su mal comportamiento, de modo que pueda hacerle sentir lo mucho que lo ama como siempre.

2. Cuando su hijo miente

La razón por la que la gente miente es que suponen que se involucrarán en una situación desfavorable si cuentan la verdad. Para los niños, una situación desfavorable es aquella en la cual son reprendidos o castigados. Ellos son sensibles, por lo que tienden a mentir muy fácilmente incluso por una pequeña preocupación. Si usted los trata como malhechores o no deja de cuestionarlos cuando le mienten, aparecerá otra mentira por temor. Es malo mentir, pero usted también es responsable por haber creado un ambiente o situación en la que tuvieron que decir una mentira.

Si usted primero simpatiza con ellos diciendo: “Dijiste eso porque no querías decepcionarme, ¿verdad?”, “Dijiste eso porque estabas asustado”, ellos se tranquilizarán y le dirán la verdad. No es muy tarde para decirles después que mentir es malo. Si su hijo miente, necesita analizarse usted mismo y ver si está siendo muy estricto con él, y si su hijo confía en usted. Ante alguien que comprende cómo se siente, él no tendrá la necesidad de mentir, o ni siquiera tendrá ganas de mentir.

3. Cuando su hijo le contesta

Cuando un niño contesta, muchas veces es porque quiere dar su opinión o expresar sus sentimientos sobre una situación injusta, ya que su concepto de sí mismo se hace más fuerte. Usted no debe considerar este comportamiento como grosero o menospreciarlo, diciendo: “¿Quién eres para contestar a los adultos?”. Más bien, es necesario destacar el punto de vista de su hijo y pensar en la razón por la que está diciendo eso; porque las cosas que dicen los adultos pueden ser consideradas como una exigencia irrazonable o algo difícil de aceptar. Así como los adultos se resisten a las órdenes o reglas dadas en un tono autoritario, los niños también se resisten a las exigencias unilaterales. No es correcto contestar, pero aun así necesita aceptar la opinión de su hijo y explicarle de una forma en que pueda entender. Después de todo, si sigue contestando y actúa con obstinación, es necesario explicarle por qué es incorrecto lo que piensa, de una manera que pueda comprender.

4. Cuando su hijo se enoja

Cuando su hijo se enoja, la prioridad n.º 1 es ayudarlo a calmarse. Tiene que comprender sus sentimientos hasta que se tranquilice y se sienta mejor. Si le explica lo que es correcto o incorrecto y lo disciplina mientras él aún está enojado, solamente estará molestándolo más de la forma incorrecta. Expresiones como “¡simplemente supéralo!” o “¡aun así, no tienes que enojarte!”, básicamente le dicen que reprima sus emociones. No debemos forzar a un niño a hacer cosas que incluso para un adulto son difíciles. No importa cuál sea la razón de su enojo, entienda su ira y escuche por qué se enojó, preguntando: “Te ves molesto. ¿Cómo puedo hacer que te sientas mejor?”. Cuando los padres escuchan a su hijo y están de acuerdo con sus sentimientos, independientemente de la razón por la cual se enojó, él se sentirá mejor. Después de que se tranquilice por completo, explíquele de modo que pueda entender, o enséñele cómo manejar una situación así.

Según una encuesta aplicada a seiscientos niños en Seúl, la capital de Corea, las palabras que más quieren oír los niños de sus padres son “te amo”. Ellos siempre están en busca del amor de sus padres, y los padres siempre quieren que ellos estén felices. La felicidad de los niños depende absolutamente de sus padres. Lo más valioso que los padres pueden hacer para la felicidad de sus hijos, es quizá ser la mejor persona a quien puedan abrirle su corazón y con quien puedan hablar de forma ilimitada.