La mejor energía dada por la Madre

Ansan, Corea

3,590 visualizaciones

Tengo una amiga con la que llevo una buena relación desde el tercer año de secundaria. Estando cerca de ella, siempre pensé que era realmente amable; consideraba a los demás en todo momento, lo cual me hacía reflexionar sobre mis puntos débiles.

Probablemente esa sea la razón. Cuando gané confianza en la verdad, quería entregarle las palabras de Dios a ella más que a nadie. Creí que cuando le explicara la verdad, ella comprendería el valor de la Pascua y el amor del Padre y la Madre fácilmente. Sin embargo, fue reacia a tener una vida de la fe a pesar de que participaba en los eventos de Sion a menudo.

Antes de ingresar en la universidad, oré a Dios todos los días para guiarla a Sion. La oración también era para mí. Pensé que ella sería mi confiable soporte y me ayudaría a no caer en las tentaciones del mundo.

Dios respondió mi oración: “He venido aquí frecuentemente y puedo ver que la Iglesia de Dios es un buen lugar. Además me gusta hablar con las hermanas”, expresó, y recibió una nueva vida después de mucho aplazarlo.

Luego de renacer como hija de Dios, me animó muchísimo, mientras guardaba cada mandamiento y estudiaba la Biblia con diligencia. Un día, estábamos conversando por teléfono y me sentí abrumada por la emoción. Dijo que había comprendido que el Padre y la Madre vinieron a la tierra para guiarnos al eterno reino de los cielos, y que el amor del Padre y la Madre por nosotros no se puede comparar con nuestro amor por Ellos. También mencionó que quería retribuir al Padre y la Madre predicando las palabras de Dios diligentemente. Todas sus palabras me conmovieron. Su fe había crecido mucho en solo unos pocos meses.

Cuando conversamos, le digo que estoy feliz por llevar la vida de la fe con ella. Es la clase de felicidad que se puede tener solamente en Sion. Hemos hecho la promesa de ser amigas para siempre incluso en el cielo después de soportar todas las adversidades. La hermana es la mejor energía que la Madre me ha dado. Doy gracias a Dios por permitirme sentir de cerca el amor y la fragancia de la Madre. Predicaré el evangelio con diligencia y encontraré a muchos miembros de la familia celestial con quienes la Madre se complazca.