
Trabajo en una oficina de obras de construcción donde hay un laboratorio para medir la solidez del cemento. A principios de este año, llegó un nuevo director encargado del laboratorio.
Desde el primer día, noté que el nuevo director era diferente a los otros directores. Aunque el empleado de una compañía de limpieza llegaba para limpiar nuestra oficina, él mismo limpiaba el laboratorio de 1500 m2, preocupándose de que fuera difícil para el empleado limpiar él solo dos pisos. Aunque puede ordenar a sus empleados, se humilla ante ellos y es amable con sus clientes. Realmente quería predicarle la palabra de Dios. Sin embargo, cuando comencé a hablarle sobre nuestra iglesia, no dijo nada sino solo sonrió.
Después pasaron algunos meses. Un día, todos los empleados salieron por algunos negocios y solo el director y yo nos quedamos en la oficina. Aproveché la oportunidad para predicarle y mostrarle un vídeo acerca de la Pascua.
“Espero que guarde la Pascua para recibir la protección de Dios. Él nunca deja de cumplir sus promesas.” Habría sido mucho mejor si él hubiera sonreído como antes, pero estaba tranquilo a diferencia de mi expectativa. Me sentí avergonzado, así que regresé a mi escritorio. Aunque él respondió de esta manera, yo estaba muy agradecido con Dios.
“Dios, muchas gracias por permitirme entregarle su promesa. Gracias por darme valor para predicar el evangelio.”
Después de dos o tres meses, almorzamos juntos y mientras regresábamos a nuestra oficina, escuché que él trabajaría un sábado. Ya que dijo que trabajaría en el turno de la mañana, me llené de valor y le pregunté nuevamente: “¿No le gustaría visitar mi iglesia después del trabajo?” “Yo lo llamaré”, dijo él.
Fue una respuesta corta, pero me sentí bien porque era un hombre de palabra.
Él fue a Sion el siguiente Día de Reposo como lo había prometido. Después de ver el vídeo de presentación de la iglesia y conocer la existencia de la Madre celestial, se quedó atónito con los ojos y la boca abiertos por el asombro; parecía que se había quedado sin palabras. Ese mismo día se convirtió en hijo de Dios, y dijo que estaba feliz.
El director, que ahora es nuestro hermano, dijo que cuando era joven se negó rotundamente seguir una religión, y que solo confiaba en sí mismo. Sin embargo, últimamente llegó a pensar en tener una religión. Creo que Dios lo guió a Sion en su debido tiempo.
Aunque acaba de recibir la verdad, trata de conocer la voluntad de Dios y guarda sus leyes con una mente humilde al igual que en el trabajo. Las ramas que dan más fruto cuelgan más bajo y esperan la cosecha; pienso que este es el tiempo en que el trigo maduro espera el momento de entrar en el reino de los cielos.
Recuerdo la misión del evangelio que se nos ha dado. Y también siento el infinito amor del Padre y la Madre que esperan que una sola alma se arrepienta, aun en este momento.