Desafío

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Charles Lindbergh fue el primer aviador en cruzar en solitario el océano Atlántico. En la última etapa de su vida, recordaba mucho sus días de juventud; sentía que perdía confianza y se volvía negativo a medida que envejecía. Un día, fue al museo a ver el avión que pilotó cuando cruzó el océano Atlántico en su juventud.

Con el permiso del director del museo, Lindbergh se subió al avión en exhibición y quedó absorto en sus pensamientos por un momento. Se sorprendió mucho al ver el asiento del piloto; en el avión no había ni panel de instrumentos ni altímetro. Entonces, el director del museo dijo:

—Todavía le parece sorprendente, ¿verdad? Usted cruzó el océano Atlántico en este avión que no es más que un trozo de metal. La idea misma de volar es sorprendente.

Entonces Lindbergh comprendió por qué sentía que estaba envejeciendo. La razón por la cual se sentía así no era solo que estuviera envejeciendo o debilitándose físicamente, sino que ni siquiera intentaba algo que pareciera imposible. A partir de ese momento, perdió su juventud.