
Una mujer compró un abrigo en una tienda. Regresó a casa y se probó el abrigo otra vez. Cuando metió la mano en el bolsillo, quedó sorprendida. ¡Había una joya!
“Puedo quedármela porque está dentro de la ropa que compré, ¿verdad?”
“No, no es mía. Tengo que devolvérsela al dueño.”
Estos dos pensamientos luchaban en su mente.
La mujer estaba angustiada, así que fue a ver al sabio del pueblo.
El sabio escuchó la historia y dijo: “Es correcto devolverla al dueño porque no pagaste por ella. Pero te sugiero que lleves a tu hijo contigo cuando vayas a la tienda. Entonces podrás darle a tu hijo algo mucho más valioso que una joya”.