Dios nos dijo “sean los que sirven”. Los hijos celestiales, debemos agradar a Dios poniendo en práctica su enseñanza.
En la Biblia, veamos la razón por la que debemos servirnos mutuamente.
Primero, es porque Cristo mismo nos dio ejemplo de servir
“[…] sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Mt. 20:26-28
Dios es el Altísimo y el más santo del universo entero. Sin embargo, Dios mismo vino a esta tierra a semejanza humana y nos sirvió sacrificándose hasta la muerte. Fue para darnos ejemplo de servir (Jn. 13:15). Siguiendo el ejemplo de Dios, debemos servir a nuestros hermanos con todo nuestro corazón.
En segundo lugar, es porque somos un cuerpo en Cristo
“La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.” 1 Co. 10:16-17
Aquí, el pan que es la comunión del cuerpo de Cristo y el vino que es la comunión de la sangre de Cristo se refieren al pan y al vino de la Pascua del nuevo pacto. Hemos llegado a ser un cuerpo con Dios recibiendo su carne y su sangre a través de la Pascua del nuevo pacto. Amar, considerar y servirse unos a otros es la voluntad de Dios para nosotros que hemos llegado a ser un cuerpo en el nuevo pacto.
En tercer lugar, es para recibir las grandes recompensas del cielo
“Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” Mt. 18:4
“[…] Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa. Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.” Lc. 14:7-11
Del mismo modo, Jesús enfatizó “el servicio” diciendo que los que sirven a los demás con una actitud humilde, llegarán a ser más enaltecidos en el cielo. Esta tierra es una prisión espiritual donde los pecadores del cielo están confinados. En la prisión, los pecadores intentan estar en posiciones altas y ejercer autoridad. Sin embargo, no es así en el orden del cielo. Los santos, que sirven a los hermanos con una actitud humilde y cuidan de ellos con amor, pueden recibir más bendición de Dios. Por lo tanto, debemos servir a los hermanos, esperando las recompensas y bendiciones del cielo.
Dios dio el ejemplo de servir y nos dijo que nos sirvamos unos a otros. En la Lección de la Madre, la decimosegunda lección es acerca del servicio: “Dios no vino a ser servido, sino a servir. Si servimos mutuamente, sin desear ser servidos, Dios estará muy complacido”. Debemos recordar esta enseñanza y practicarla para recibir abundantes bendiciones y premios en el cielo.
- Preguntas de reflexión
- ¿Por qué debemos servirnos mutuamente?
- ¿Cuál es la decimosegunda Lección de la Madre?