Cuando uno se enamora, se segrega dopamina del núcleo caudado del cerebro, y nos sentimos muy alegres y felices. Naturalmente, habrá vivacidad y más sonrisas en nuestro rostro y el mundo lucirá brillante y hermoso. Al sentirnos bien, nos volveremos generosos, incluso con los asuntos que por lo general nos molestaban o irritaban. No vemos las desventajas de la persona amada, sino solo las cosas buenas.
A este fenómeno se le conoce como el efecto lente rosa en psicología. Así como usamos lentes rosas, la persona que amamos luce adorable sin importar lo que haga.
¡Qué bueno sería si los anteojos no se quitaran nunca! El período de validez del efecto lente rosa es de tres años. Debe haber diferencias entre las personas, pero poco a poco llegamos a ver la debilidad de la otra persona con el tiempo, y lo que habíamos considerado como puntos fuertes de la otra persona, comienzan a parecer desventajas. En realidad, la otra persona es igual a como era, pero nuestra mente ha cambiado.
Sin embargo, el amor verdadero se desarrolla desde ese momento. Si los dos se aceptan como son y cubren sus debilidades y son considerados, el amor y la confianza que han sido firmes en ellos, no caducarán.