Dios ha dicho que si seguimos su palabra, prosperaremos en todo lo que hagamos. Deseo ansiosamente que en este año todos los miembros de nuestra familia de Sion complazcan a Dios Elohim y lo glorifiquen viviendo una vida más digna ante los ojos de Dios Elohim, prestando atención a las profecías que el Padre nos ha dado, y siguiendo la Lección de la Madre.
Nazcamos de nuevo como el pueblo celestial que se parece a Dios, cambiando para bien en todo, incluyendo nuestro hablar, conducta y mentalidad. El reino de los cielos es un lugar en donde no pueden entrar los que no nacen de nuevo. Pensando en el reino de los cielos que está más cerca que ayer, y más próximo que el año pasado, debemos nacer de nuevo y vivir todos los días una vida digna de ir al cielo.
Cristo nos recordó el reino de los cielos diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 4:17), y también nos enseña que no podremos entrar en el reino de Dios si no nacemos de nuevo.
『Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.』 Jn. 3:3-7
Ya que Jesús dice que no podemos ver el reino de Dios si no nacemos de nuevo, “nacer de nuevo” es la tarea más urgente para los que anhelan el cielo. Por supuesto, debemos obedecer todas las enseñanzas que Dios nos ha dado para nacer de nuevo, pero si no llegamos a hablar con gracia, podríamos no llegar a entrar en el reino de Dios. Ya que el reino de Dios está más cerca, primero necesitamos cambiar nuestra manera de hablar y nuestro comportamiento, hablando solo palabras hermosas que den gracia a los que escuchen.
Esta también es una enseñanza que la Madre siempre nos da, y es lo que también enfatizó en las reuniones educativas que realizó a principios de este año. Usamos muchas palabras en nuestro hablar diario. La Biblia nos enseña que debemos hablar palabras llenas de gracia que complazcan a Dios, que beneficien a los demás, que den esperanza celestial y que edifiquen la fe, en lugar de palabras seculares y sin gracia que hacen que el oyente se extravíe en el mundo y hieren su fe.
Considerando las lecciones de la Madre y reflexionando, me arrepiento de no haber nacido de nuevo completamente. Yo también comprendo que la Madre quiere que volvamos a nacer y que nos convirtamos en personas hermosas y llenas de gracia, a fin de que podamos regresar al reino de Dios.
『Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.』 Ef. 4:29-32
Dios siempre nos enseña a hablar palabras que den gracia a los que escuchan. Me gustaría pedirles que quiten toda amargura, enojo e ira, y muestren bondad, amor y compasión unos a otros, hablando solo palabras llenas de gracia.
El reino de Dios no es en realidad un lugar adonde podamos ir solo pasando el tiempo sin hacer nada. Ya que Jesús dijo que no podemos ver el reino de Dios si no nacemos de nuevo, debemos hacer constantes esfuerzos por nacer de nuevo. Si fracasan después de intentarlo una vez, por favor intenten dos veces, tres veces y muchas más, avanzando hacia el reino de los cielos. No hay nada que no podamos hacer si no intentamos diez veces o más. Jesús dijo en tono severo a los que hablaban palabras malas.
『¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.』 Mt. 12:34-37
Debemos nacer de nuevo en nuestro hablar. Aunque la verdad de la Biblia es graciosa y perfecta y toda enseñanza que el Padre y la Madre nos han dado es buena y hermosa, si nosotros, los hijos de Dios en Sion, no asimilamos las palabras de Dios y no las ponemos en práctica, ¿de qué sirven las miles de miles de palabras hermosas y llenas de gracia de la Biblia?
Cada palabra es importante. Una simple palabra puede matar el alma de un hombre o salvarla. Un comentario apropiado puede aliviar el dolor de muchas personas, pero un comentario inapropiado puede causar un problema y hasta puede provocar la tragedia de ser privado de la primogenitura. Por eso, Jesús dice que los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa que hablen en el día del juicio.
『Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.』 Stg. 3:1-8
Los perfectos son los que no ofenden en palabra. Jesús dijo que si no nacemos de nuevo, no podemos entrar en el reino de Dios. Por eso, debemos esforzarnos constantemente por llegar a ser perfectos en todo sentido, empezando con nuestro hablar, por medio del poder del Espíritu Santo.
En la Biblia podemos encontrar muchos casos en que un espíritu muerto revive, una persona desanimada gana fuerzas y valor, y un hombre con una fe pobre se levanta de nuevo. Por el contrario, hay casos en los que toda la congregación se estanca en la fe a causa de los comentarios negativos de una persona que ha caído en tentación. La historia de Israel es una sombra que muestra exactamente este hecho.
Investigando la historia de la Biblia, podemos ver que 600 mil hombres a la vez provocaron la ira de Dios durante su viaje en el desierto, porque algunos de ellos ofendieron en palabra.
En los tiempos de Moisés, mientras los israelitas vivían en el desierto, Dios mandó a Moisés a seleccionar doce espías, uno de cada tribu, para espiar la tierra de Canaán, que él les había prometido como herencia. Cuando regresaron de explorar la tierra, diez de ellos dieron un mal reporte al pueblo. Ellos dijeron: “La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. Y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos” , y agregaron que no podrían conquistarla.
Después de escuchar el reporte negativo de los diez espías, los israelitas se desanimaron. De manera realista, parecía casi imposible conquistar la tierra de Canaán, a pesar de que Dios se lo había prometido. Clamaron toda la noche y se quejaron contra Dios y sus líderes, diciendo: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos! ¿Por qué Dios nos ha traído a esta tierra solo para dejarnos caer a espada?”
Pero los otros dos espías, Josué y Caleb, sintieron indignación cuando vieron al pueblo quejándose. Ellos dijeron: “¿Por qué no creen en la promesa de Dios? Ellos son nada ante los ojos de Dios. Aunque sean de gran estatura, son solo seres inútiles delante de Dios. No debemos temerles, ¿verdad? Nosotros los tragaremos. Por tanto, llenémonos de valor y marchemos a la tierra de Canaán”.
No importaba cuánto alzaban sus voces Josué y Caleb, el pueblo de Israel ya estaba desanimado después de escuchar el reporte negativo de los diez espías. Hasta olvidaron a Dios que mostró su maravilloso poder y los guió con su mano poderosa en el tiempo del Éxodo. Además, se quejaron contra sus líderes, teniendo solo pensamientos negativos acerca de la situación en la que estaban, y esto enfureció a Dios. Como resultado, fueron destruidos en el desierto, y solo Josué y Caleb pudieron entrar en la tierra de Canaán (Números 13, 14).
A los que se han olvidado de Dios, debemos hablarles palabras que les recuerden a Dios, como Josué y Caleb. No debemos ser como los diez espías que guiaron 600 mil hombres de Israel a ser destruidos en el desierto, hablando palabras sin gracia. No importa qué tan desesperante sea nuestra situación actual, no necesitamos desanimarnos, porque Dios, quien gobierna el universo y controla la vida, la muerte, la adversidad y la bendición, está con nosotros. Josué y Caleb, que recordaron al pueblo este hecho, entraron en la tierra de Canaán, pero los otros diez espías y los israelitas fueron destruidos en el desierto. Debemos recordar esta historia.
Puede causar problemas hablar palabras inapropiadas y también escuchar esas palabras. Los israelitas escucharon las palabras negativas de los diez espías, y olvidaron hasta la promesa que Dios les había hecho, y cayeron en el temor y en la desesperación. Finalmente, tanto los que hablaron palabras falsas y los que las escucharon, fueron descalificados para entrar en la tierra de Canaán.
『Los labios mentirosos son abominación a Jehová; pero los que hacen verdad son su contentamiento. El hombre cuerdo encubre su saber; mas el corazón de los necios publica la necedad. La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria. La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra.』 Pr. 12:22-25
Como dicen los versículos de Proverbios antes mencionados, la congoja en el corazón del hombre lo abate, mas la buena palabra lo alegra. Dios siempre está con nosotros y el reino de los cielos nos está esperando. Si regresamos al glorioso reino de Dios, no habrá más muerte, ni dolor, ni sufrimiento.
Nos está esperando el reino de Dios, donde disfrutaremos la gloria eterna. Aunque tengamos muchas preocupaciones, cambiémoslas por la alegría y el placer mediante las palabras buenas y llenas de gracia de Dios, anhelando siempre el cielo. La Biblia tiene muchas enseñanzas acerca del habla. Si consideramos estas enseñanzas simplemente como un medio para guiar nuestra vida diaria y no como un mandamiento de Dios, estamos totalmente equivocados. Así como el día de reposo es un mandamiento de Dios, las enseñanzas acerca del habla también son un mandamiento y una orden de Dios que debemos cumplir.
『La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.』 Pr. 15:1
Cuando conversamos, siempre necesitamos brindarnos gracia unos a otros y apartar la ira con una respuesta blanda en lugar de una palabra áspera, como hermosos hijos de Dios. Este es el deseo de Dios para nosotros. Por eso, no debemos herirnos con palabras, sino llenarnos unos a otros de gracia y ayudarnos a aferrarnos a la esperanza en el cielo. Incluso en medio de las aflicciones, alegrémonos con la verdad, siendo conscientes de Dios, y hablemos muchas palabras agradables y llenas de gracia.
En la sociedad humana, las palabras pueden causar muchos problemas entre la gente. Por esa razón hay muchos proverbios y enseñanzas sabias que nos hablan acerca del habla. Entre ellas, hay una colección de citas inspiradoras del famoso autor y orador estadounidense Zig Ziglar.
Un empresario dejó caer un dólar en la taza de un hombre que vendía lápices y abordó rápidamente el tren subterráneo. Después de pensarlo mejor, el empresario bajó del tren, caminó hacia el mendigo, y tomó varios lápices de la taza. Disculpándose, explicó que en su apuro se había descuidado de tomar sus lápices, y esperó que el hombre no se molestara con él. “Después de todo” , dijo, “usted es un empresario como yo. Usted tiene mercadería que vender y este es un precio salomónico.” Después abordó el siguiente tren.
Unos meses después, en una función social, un hombre pulcramente vestido se paró delante del empresario y se presentó: “Usted probablemente no me recuerda y yo no sé su nombre, pero nunca lo olvidaré. Usted es el hombre que me devolvió la dignidad. Yo era un ‘mendigo’ que vendía lápices hasta que usted pasó y me dijo que yo era un empresario”.
Así, una palabra puede cambiar por completo la vida de una persona. Y aunque no todos los que escuchan las mismas palabras cambian, entre ellos, los que tienen un espíritu honesto pueden atravesar un cambio positivo.
Como hijos de Dios en Sion, hablemos solamente palabras llenas de gracia. A las personas que son totalmente ajenas a Dios y a los que viven desanimados y desesperados sin pensar en Dios, hablémosles palabras que puedan recordarles a Dios. No hay duda que las palabras más llenas de gracia son las palabras de vida que pueden salvar a las almas muertas, ¿verdad? Dios nos ha dado la oportunidad de predicar para que podamos hablar esas palabras llenas de gracia.
Deseo fervientemente que todos ustedes, miembros de nuestra familia de Sion, continúen predicando la palabra de vida de Dios a todas las personas del mundo, y curen las heridas de muchas almas cualquiera sea la posición y la situación en la que nos encontremos, hablando siempre palabras buenas, hermosas y llenas de gracia a nuestra familia, a los miembros de la iglesia y también a nuestros vecinos.