Ahora nuestros hermanos y hermanas de Sion están predicando el evangelio fervientemente en sus propias circunstancias: los estudiantes en la escuela, los empleados en el trabajo, los soldados en el ejército, las amas de casa en su vecindario. Ya que predicamos con ansiedad, Dios ha debilitado el poder de Babilonia. En estos días, incluso los que han estado en Babilonia durante mucho tiempo, ahora buscan la verdadera fe según la Biblia, y reciben la verdad. Esta es la actual tendencia en el evangelio.
Babilonia ha de caer según lo profetizado en la Biblia. La caída de Babilonia puede compararse a la caída de Jericó en los días de Josué. Era la obra de Dios que los muros fortificados de Jericó cayeran delante de los israelitas. Ya que todo el pueblo de Israel obedeció la palabra de Dios, pudieron destruir Jericó y obtener la tierra de Canaán que fluía leche y miel.
Ahora vivimos en la época profética en que Babilonia está cayendo. Todos nosotros debemos gritar y predicar. Cuando proclamemos valientemente la gloria del Padre y la Madre y anunciemos las buenas nuevas de salvación a todas las personas del mundo, Babilonia caerá según la profecía y el reino de Dios vendrá pronto.
Hace dos mil años, en la isla de Patmos, el apóstol Juan tuvo una visión de lo que sucedería en el futuro, y profetizó acerca de la destrucción de Babilonia la grande.
『Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. […] y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!』Ap. 18:1-10
Babilonia, que es tan grande y fuerte que nadie se atreve a mirarla, finalmente está cayendo porque el juicio de Dios ha venido sobre ella. La escena en que Babilonia cae, es como la escena en que la ciudad de Jericó cayó en el antiguo Israel. La ciudad de Jericó, que estaba delante de los israelitas, cayó irremediablemente ante el poder de Dios.
Todo lo que ocurrió en el pasado es una sombra de las cosas venideras. En la historia del pasado del Antiguo Testamento como una sombra, la ciudad fortificada de Jericó fue destruida. Esto está estrechamente relacionado con la destrucción de Babilonia la grande. Comparando a Jericó con Babilonia, pensemos en qué clase de fe debe tener el pueblo de Dios en esta época.
『Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.』Jos. 6:1-5
En el camino a la entrada de Canaán, la primera barrera que los israelitas encontraron fue la inexpugnable fortaleza de Jericó. Sin conquistar la fortaleza, no podían llegar a la tierra de Canaán que fluía leche y miel. Era una montaña que tenían que pasar, y un proceso que debían atravesar. Entonces Dios les mostró la manera de conquistar Jericó fácilmente, y todo el pueblo obedeció lo que Dios había dicho.
『Al séptimo día se levantaron al despuntar el alba, y dieron vuelta a la ciudad de la misma manera siete veces; solamente este día dieron vuelta alrededor de ella siete veces. Y cuando los sacerdotes tocaron las bocinas la séptima vez, Josué dijo al pueblo: Gritad, porque Jehová os ha entregado la ciudad. […] Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron.』Jos. 6:15-20
Cuando el pueblo marchó alrededor de la ciudad siete veces, Josué dijo que era tiempo de prepararse y mandó al pueblo: “Gritad”. Entonces el pueblo gritó con una sola mente. En ese momento, algo increíble sucedió ante sus ojos: Dios hizo que los muros de Jericó cayeran y dio al pueblo la victoria que les había prometido.
La historia de la victoria obtenida por gritar, también se encuentra en los días de Gedeón. Así como hubo un grito del pueblo cuando conquistaron la ciudad de Jericó, también hubo un grito cuando los 300 guerreros de Gedeón vencieron al numeroso ejército de los madianitas.
『Aconteció que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos. […] Y repartiendo [Gedeón] los trescientos hombres en tres escuadrones, dio a todos ellos trompetas en sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los cántaros. Y les dijo: Miradme a mí, y haced como hago yo; he aquí que cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros como hago yo. Yo tocaré la trompeta, y todos los que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompetas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y por Gedeón! Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que llevaba consigo, al extremo del campamento, al principio de la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. Y los tres escuadrones tocaron las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón! Y se estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo. Y los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó […]. Y juntándose los de Israel, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, siguieron a los madianitas.』Jue. 7:9-23
『Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército como de quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el ejército de los hijos del oriente; pues habían caído ciento veinte mil hombres que sacaban espada.』Jue. 8:10
Aquí podemos ver la sorprendente escena en que Israel vence a 135 mil madianitas con un pequeño ejército de 300 hombres. Ellos no pelearon con espadas ni con lanzas ni con ninguna otra arma destructiva, sino que solo gritaron en la quietud de la noche: “¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!” Su grito llenó de temor y confusión al enemigo. Al mismo tiempo, los toques de trompeta sonaban por todas partes, los cántaros se quebraban y las teas aparecían. Entonces los madianitas se sobresaltaron y confundieron tanto que se confundieron a sí mismos con el enemigo, y comenzaron a matarse entre sí. Más de 120 mil madianitas murieron esa noche, y solo 15 mil hombres apenas sobrevivieron.
Así, siempre que ha ocurrido una gran obra de Dios, ha habido un fuerte grito. Cuando Jericó fue conquistada y los israelitas fueron liberados de la opresión de Madián, Dios les permitió vencer a los enemigos a través de un grito. Es lo mismo con la caída de Babilonia en esta época. Dios nos ha hecho preparar un fuerte grito para destruir a Babilonia.
『Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.』2 Ti. 4:1-5
Predicar la palabra es la misión que se nos ha dado en esta época. Debemos gritar fuerte al mundo: “¡Vengan a Dios y reciban la salvación!” Cuando todos gritemos juntos las buenas nuevas de la salvación de Dios, Babilonia caerá en un instante.
Dios nos dijo que gritemos todos juntos. Ya que Dios nos mandó gritar, no debemos quedarnos callados, ¿no es cierto? Cuando gritamos, Dios nos da la victoria. Cuando los israelitas habían marchado seis veces alrededor de la ciudad, Jericó no se movía nada. Fue cuando gritaron que Jericó cayó. Si no hubieran creído en la palabra de Dios y se hubieran dejado caer después de marchar alrededor de Jericó siete veces, no habrían podido presenciar el milagro ni obtener Canaán, la tierra prometida que fluía leche y miel. Pero ellos gritaron con una sola voz, creyendo en la palabra de Dios. Entonces ocurrió la sorprendente obra de Dios.
Nuestra tierra prometida es la Canaán espiritual, esto es, el reino de los cielos. Antes que llegue el eterno reino celestial, debemos gritar el evangelio más fuerte a todo el mundo, de modo que Babilonia sea completamente destruida como Dios la ha predestinado. Dios dijo: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas”. Cuando gritemos juntos la voz de Dios a los que están cautivos en Babilonia, todas las personas de la tierra volverán al lugar donde Dios mora, y la gracia de salvación de Dios vendrá sobre ellos.
La Biblia nos dice que Dios vendrá a esta tierra por segunda vez para traer salvación a su amado pueblo (He. 9:27-28). A fin de llevarnos a la salvación, Dios nos ha dado la Biblia.
『Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.』2 Ti. 3:12-15
La Biblia es un instrumento que Dios usa cuando viene a salvarnos. A través de la Biblia, debemos escuchar correctamente la voz de Dios Elohim y seguirlo completamente como sus hijos.
『Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.』Ap. 22:17
『Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.』Ap. 22:18-19
El Espíritu y la Esposa dicen: “Ven. Y el que quiera, venga y tome del agua de la vida gratuitamente”. Nadie más aparte de Dios puede darnos el agua de la vida. En la luz de la trinidad, el Espíritu es Dios Padre. Entonces, ¿quién es la Esposa de Dios Padre?
Dios Espíritu Santo es Dios Padre, y la Esposa es Dios Madre. Entonces, a fin de recibir la salvación, debemos ir al lugar adonde nos llaman Dios Padre y Dios Madre. Este es el mapa y la guía de la Biblia que nos dan la sabiduría que nos lleva a la salvación.
『Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.』Gn. 1:26-27
El mismo Dios Creador dijo: “Hagamos…” Y la Biblia claramente nos dice que el hombre fue creado a imagen de Dios, y no a imagen de un ángel o de un ser espiritual del cielo. El hombre fue creado a imagen de Dios, y como resultado fueron creados varón y hembra. Esto implica que debe existir la imagen masculina de Dios y también la imagen femenina de Dios, es decir, el Dios masculino y el Dios femenino. Muchas personas tratan de interpretar esto de diferente manera, pero este es un hecho innegable.
Esto está claramente escrito en la Biblia, sin embargo Babilonia ha tratado por todos los medios de ocultar este hecho. Mientras tanto, nuestra iglesia está siendo conocida por el mundo como “la iglesia que sirve a Dios Madre”, y la gloria de la Madre celestial se revela brillantemente. Esto asusta a Satanás y perturba a Babilonia.
Jamás podríamos entrar en el reino de Dios si añadiéramos a las palabras de la Biblia o quitáramos de ellas. Necesitamos aceptar todo lo que Dios nos ha enseñado a través de la Biblia tal y como es, y debemos correr sin vacilar al lugar adonde nos llaman el Espíritu y la Esposa. La Biblia nos dice que Dios Padre y Dios Madre moran en Sion en estos últimos días.
『Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, […] allí será Jehová para con nosotros fuerte […] Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará.』Is. 33:20-22
Sion, donde Dios mora con nosotros, es un lugar en el que se celebra las fiestas solemnes. Dios nos ha entregado una invitación para todas las personas del mundo. Esta es la invitación: “¡Por favor vengan sin demora a Sion, donde moran Dios Padre y Dios Madre!”
Entreguemos esta invitación a todas las personas, con diligencia y con una sola mente. Dios dijo que en su debido tiempo daría a su pueblo un solo corazón y que pondría un espíritu nuevo en ellos.
『Por tanto, di: Así ha dicho Jehová el Señor: […] les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.』Ez. 11:16-20
Cuando Jericó fue destruida, Dios dio a los israelitas un solo corazón para gritar juntos. También en esta época, Dios da a su pueblo un solo corazón. Según lo profetizado, todo el pueblo de Sion está predicando el evangelio con un solo corazón, a pesar de la edad o el género, y muchos están recibiendo la verdad y volviendo a Dios.
Es hora de levantarnos y tocar la trompeta del evangelio. Como todo el pueblo de Israel tenía que gritar delante de la fortaleza de Jericó, así también todo el pueblo de Sion debe gritar hacia Babilonia. Esta es nuestra misión histórica. La caída de Jericó sucedió gracias al grito de los israelitas según la promesa de Dios. Del mismo modo, el cumplimiento de la última profecía de Dios necesita que gritemos justo antes de la caída de Babilonia. Hermanos y hermanas de Sion, espero sinceramente que todos ustedes reciban abundantes bendiciones de Dios gritando fuerte las buenas nuevas de salvación en Samaria y hasta lo último de la tierra.