Henry Ford (1863-1947) es el fundador de Ford, un fabricante de automóviles de renombre mundial. Él se convirtió en multimillonario, pero comenzó a sufrir por las muchas solicitudes de donación que recibía. Un día, recibió la carta de un profesor de una pequeña escuela en un pequeño pueblo. Era una carta pidiéndole que les ayudara a comprar un piano para usarlo en la clase de música de la escuela. Ford envió $ 100 como respuesta a la solicitud. Era mucho menos de lo que costaría un piano. No obstante, unos años después, volvió a recibir una carta del mismo profesor.
“Con el dinero que nos envió, compramos semillas de cacahuete y las sembramos en el huerto de la escuela. Las cuidamos con la ayuda de los estudiantes, cosechamos cacahuetes y los vendimos. Ahorramos nuestros ingresos vendiendo los cacahuetes por varios años y pudimos comprar un piano. Gracias”.
Ford se conmovió mucho. Siempre que enviaba donaciones, la gente a menudo se quejaba de la cantidad, o no volvía a saber de ellos. Envió dinero que era más que suficiente para comprar varios pianos junto con una respuesta. Y también prometió que ayudaría a la escuela siempre que lo pidieran. La gratitud del maestro incluso por la pequeña donación y las buenas noticias que compartió con Ford, abrieron su corazón de par en par.