Un hombre visitó un museo. Se veía muy amable, pero su comportamiento era un poco extraño. Observaba las piezas del museo caminando en cuclillas. Cuando le dolían las piernas se levantaba para tomar un descanso, pero luego volvía a ponerse en cuclillas repetidamente. El empleado del museo que lo vio haciendo eso, pensó que era una persona extraña.
Unos días después, un grupo de estudiantes de una escuela primaria llegó al museo en una excursión. Al ver al maestro de los estudiantes, el empleado del museo pensó que le resultaba familiar. Después de intentar recordarlo durante algún tiempo, se dio cuenta de que era el hombre que observaba las piezas del museo en cuclillas. Resultó que se desplazaba por el museo al mismo nivel de los ojos de los niños para asegurarse de que todo estuviera bien para la observación de sus estudiantes. Gracias a esto, pudo explicar las piezas expuestas con bastante facilidad para la comprensión de los estudiantes. Su visita de campo al museo fue un éxito.
La comprensión comienza con ponerse en el lugar de la otra persona. Si mira desde la perspectiva de la otra persona, podrá ver lo que antes no podía ver y sentir lo que antes no podía pensar.