Algunos estudiantes de primaria fueron de excursión a una fábrica de automóviles. Cuando los estudiantes entraron en la fábrica, un hombre les estrechó la mano y llamó el nombre de uno de los niños. Era un empleado de la fábrica de automóviles. Se dirigió a ver a su hijo, al oír que los alumnos de su escuela irían a la fábrica para un viaje de campo. Pero cuando el niño encontró a su padre, solamente hizo contacto visual con él y siguió al maestro con sus amigos. Se sintió incómodo ante la reacción de su hijo al pensar que correría hacia él felizmente, gritando: “¡Papá!”.
“Como llevo puesto el uniforme de trabajo, debe haber sentido vergüenza ante sus amigos”.
Aunque el hombre entendía el comportamiento de su hijo, no podía sacudirse la tristeza. Esa noche, el hombre llegó a casa. Entonces, el hijo corrió alegremente hacia él como si lo hubiera esperado. Y exclamó, abrazando a su padre:
“Papá, lo siento. ¿Estaba triste? Yo también estuve muy feliz de verlo allí. Pero había un amigo justo a mi lado que perdió a su padre y vive solo con su madre. Si lo hubiera llamado con gusto, él habría pensado en su padre. Es por eso que pasé por su lado en silencio”.
Su malentendido se aclaró en un momento, y se enorgulleció de su hijo por ser considerado con su amigo.